"Damos gracias a Dios por estar vivos"
Un pueblo de Guatemala se recupera de los devastadores efectos del hurac¨¢n 'Mitch' gracias a la ayuda espa?ola
El alcalde de la m¨ªsera aldea de Wiscoyol, o de lo que de ella dejaron las inundaciones provocadas por el hurac¨¢n Mitch, recibe a las dos esperadas visitas con sendos agradecimientos y una s¨²plica. "Damos gracias a Dios por estar vivos y a los se?ores europeos por su generosa ayuda. Como sabemos que a los se?ores europeos no les sobra, pero tampoco les falta, les pedimos nos ayuden a pagar la deuda de 100.000 quetzales que tenemos de nuestro plan de traer luz el¨¦ctrica a la comunidad". Las visitas que escuchan en silencio son Rigoberta Mench¨², premio Nobel de la Paz, y Emma Bonino, la comisaria europea de la que depende la acci¨®n humanitaria.Aqu¨ª el agua no baj¨® en torrentes desde las monta?as como sucedi¨® en otros lugares de Guatemala, Honduras o Nicaragua. Aqu¨ª, simplemente, comenz¨® a subir hasta cubrir los techos de paja de las diminutas chozas de una sola habitaci¨®n, en las que sin excepci¨®n viven familias numerosas. El agua ha bajado. Tan s¨®lo quedan grandes charcas en los campos en los que se pudre la cosecha de ma¨ªz, el principal alimento de la poblaci¨®n, y de frutas destinadas a la exportaci¨®n. Parte de las chozas han aguantado, otras no. El agua se ha llevado la tierra y los cimientos de las pocas construcciones de ladrillo existentes y de los caminos.
Los da?os no son espectaculares como los habidos en los poblados construidos en los barrancos en torno a las ciudades. Pero aqu¨ª "el desastre comenzar¨¢ en serio dentro de unos meses, cuando todos se hayan olvidado de la tragedia" dec¨ªa Bonino. "Me da un miedo tremendo a que se imponga en el mundo la impresi¨®n de que la situaci¨®n se normaliza".
La cosecha est¨¢ destruida, y aunque los pobres campesinos de la aldea tuvieran alguna semilla, no podr¨ªan sembrar nada, pues la tierra ha quedado enfangada en toda la zona. Cuando se les acabe lo poco que tienen es cuando Wiscoyol puede comenzar a pasar hambre. En silencio y sin c¨¢maras de televisi¨®n ante las que pedir se mantenga la ayuda.
Primeros casos de c¨®lera
Pero de momento, Wiscoyol ha tenido suerte. La Cruz Roja Espa?ola, en cooperaci¨®n con la de Guatemala, est¨¢ realizando aqu¨ª una de sus primeras operaciones de distribuci¨®n de la ayuda familiar de urgencia. Hace ya algunos d¨ªas, miembros de la organizaci¨®n realizaron en este pueblo un censo y ahora entregan un saco a cada familia inscrita. Contiene 50 libras de maseca (harina de ma¨ªz), 12 de az¨²car, 30 de frijoles y de arroz, lej¨ªa para potabilizar el agua, jab¨®n, aceite, un compuesto nutritivo llamado Incaparina, que sirve de sustitutivo de la leche para los ni?os, y una gran garrafa.La poblaci¨®n hace cola paciente, resignadamente, ante los camiones de los voluntarios espa?oles y ante un improvisado ambulatorio que dirige un m¨¦dico cubano. Ya se han producido en la zona casos de c¨®lera. Lo extra?o, a la vista de la situaci¨®n sanitaria, es que no haya muchos m¨¢s. Las charcas de aguas fecales, repletas de mosquitos, se extienden desde el suelo de barro de las chozas hasta las aguas estancadas en las que beben los animales que sobrevivieron a la inundaci¨®n. El calor y la humedad son sofocantes. Los pozos est¨¢n contaminados sin excepci¨®n.
"Aunque le echemos cloro, viene muy contaminada, se?ores, muy contaminada", dice el alcalde. ?Que c¨®mo se las arreglan entonces? "Como podemos, aguantando. Con paciencia".
Las mujeres, que son las que guardan cola, saludan a Rigoberta Mench¨², a Emma Bonino y a los "se?ores europeos" que han llegado desde la ciudad de Guatemala en dos helic¨®pteros a comprobar su calamitoso estado. Es muy evidente que a la premio Nobel de la Paz y l¨ªder ind¨ªgena guatemalteca no le sorprende en absoluto la situaci¨®n de sus compatriotas. Ella sabe mucho de miseria, de violencia y de injusticia y de la relaci¨®n directa entre estas tres omnipresentes condiciones.
Les anima a "no resignar". De momento se trata de sobrevivir y evitar que las enfermedades hagan mayores estragos. Despu¨¦s hay que afrontar la reconstrucci¨®n. Pero no para reconstruir todo como estaba. Porque hay poco que merezca la pena ser reconstruido.
En muchos sitios, dice la comisaria europea, los puentes habr¨¢n de hacerse en otros puntos, porque los r¨ªos han cambiado su cauce. Poco sentido tiene tambi¨¦n reconstruir las chozas en las que malviven en los barrancos de los suburbios centenares de miles de personas. Con la pr¨®xima lluvia torrencial volver¨ªan a desaparecer.
Pero habr¨ªa que ir m¨¢s lejos a¨²n, dicen las dos ilustres visitantes. Hay que intentar utilizar esta tragedia para afrontar las causas mismas que obligan a la poblaci¨®n sin tierra, trabajo ni recursos a hacinarse en aquellos empinados barrancos de miseria y muerte. Para plantearse una forma de desarrollo que no pase por una deforestaci¨®n sistem¨¢tica que acelere la formaci¨®n de torrentes en cuanto empiece a llover intensamente, algo que en el tr¨®pico es inevitable.
As¨ª, casi inevitablemente, la cuesti¨®n humanitaria y la ayuda exterior a las v¨ªctimas de la cat¨¢strofe se convierte en cuesti¨®n pol¨ªtica. En un problema de prioridades para combatir la pobreza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.