El ¨¢rea metropolitana de Valencia pierde cada a?o un centenar de hect¨¢reas de huerta Los expertos postulan la protecci¨®n prioritaria de las zonas de Alboraia y Poblats del Nord
Las excavadoras engullen cada a?o 100 hect¨¢reas de huerta en el ¨¢rea metropolitana de Valencia. Una superf¨ªcie mayor que el t¨¦rmino de Benet¨²sser, donde residen 10.000 personas. El sacrificio de campos de cebollas o chufas para saciar el apetito metropolitano de zonas residenciales, pol¨ªgonos industriales, carreteras e instalaciones portuarias ha menguado a 10.000 las 17.000 hect¨¢reas que se cultivaban en 1957. Ante esta situaci¨®n, los expertos de la Universidad de Valencia y la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia proponen la protecci¨®n de la huerta menos degradada.
El mayor mordisco de la expansi¨®n urbana lo han sufrido los campos situados bajo la jurisdicci¨®n del Tribunal de las Aguas. En estos 40 a?os, sus regantes han perdido 3.000 de sus 7.000 hect¨¢reas. Algunas de sus acequias hist¨®ricas han quedado al borde de la desaparici¨®n por falta de campos que regar. La acequia de Mestalla apenas conserva 150 de sus 1.000 hect¨¢reas de cultivos. Las dos universidades de la capital han contribuido en gran medida a dejar hu¨¦rfana de campos a esta acequia con la ampliaci¨®n de los campus de Tarongers. La acequia de Rovella, cuyas aguas se utilizaban para limpiar la ciudad medieval, tambi¨¦n est¨¢ herida de muerte: cuando est¨¦ construida la ZAL portuaria s¨®lo tendr¨¢ 70 de sus 600 hect¨¢reas. Como la acequia de Mislata, que ha perdido dos tercios de sus 700 hect¨¢reas. 40% urbanizado En 1930, los ladrillos y el asfalto s¨®lo se hab¨ªan ense?oreado del 5% del ¨¢rea metropolitana. Ahora, el 40% de las 62.111 hect¨¢reas que se extienden desde Pu?ol hasta L"Albufera est¨¢n urbanizadas. Pero la huerta hist¨®rica, la que retrat¨® Blasco Ib¨¢?ez, tambi¨¦n se ha visto amenazada por un contendiente con olor a azahar: la implantaci¨®n de naranjos, que permiten al llaurador conseguir su cosecha con una dedicaci¨®n parcial. El jefe del departamento de Geograf¨ªa de la Universidad de Valencia, Joan Mateu, y Juan Marco, del departamento de Ingenier¨ªa Hidr¨¢ulica de la Polit¨¦cnica, proponen que se protejan, de forma prioritaria, las zonas de huerta que conservan su estructura organizativa de sequiers (comunidades de regantes), que conforman una extensi¨®n amplia y no segmentada de huerta, que no est¨¦n degradadas y mantengan sus elementos paisaj¨ªsticos genuinos (alquer¨ªas, pozos, acequias...) y que no hayan sido invadida por naranjales. Marco y Mateu insisten en que estos ingredientes se encuentran, sobre todo, en la huerta de Alboraia y Alm¨¤ssera, y en los Poblats del Nord (Borbot¨®, Carpesa, Poble Nou...). Por eso sugieren su protecci¨®n prioritaria. En segundo lugar, destacan cuatro ¨¢reas "ligeramente degradadas" que tambi¨¦n se podr¨ªan salvar: Campanar, Quart-Ben¨¤ger, La Font de Sant Llu¨ªs y la Ermita del Fiscal. A esta ¨²ltima (la ¨²nica entre el cauce viejo y el nuevo) le presagian un futuro incierto: "A 300 metros est¨¢ la Ciudad de las Artes, le han creado una especulaci¨®n urban¨ªstica brutal", comenta Marco. Duda que subsista alg¨²n cultivo entre ambos cauces. "Hay que evitar que el ¨¢rbol nos deje ver el bosque", postula Mateu, convencido de que es necesario ir m¨¢s all¨¢ de las protestas ciudadanas para salvar zonas concretas como La Punta o el Pouet. "La sociedad valenciana deber¨ªa abrir un debate sobre las ¨¢reas que quiere preservar", apunta Marco. Los dos expertos reclaman que se realice un estudio "fr¨ªo", sin dejarse llevar por el apasionamiento, de las zonas que se desean proteger e inventariar, antes de que desaparezcan, los elementos de valor de la huerta. "Estamos ante uno de los paisajes culturales m¨¢s elaborados de Europa", proclama Mateu. El ge¨®grafo advierte que cualquier plan de protecci¨®n debe contar con los agricultores y garantizar su subsistencia mediante ayudas o denominaciones de origen: "No se trata de crear un peque?o jard¨ªn", reflexiona, "si no ayudamos al llaurador, acabar¨¢ cediendo ante la presi¨®n urban¨ªstica, vender¨¢ su huerta y con el dinero se comprar¨¢ un campo en Ll¨ªria o cualquier otro lugar alejado". La existencia de enclaves "reducidos y degradados" de huerta en la ciudad (junto al cementerio o el campus de Tarongers) es "contraproducente", seg¨²n Marco, ya que "para regar cuatro campos hay que llevar agua desde 15 kil¨®metros de distancia, lo que obliga a gastar mucho m¨¢s caudal del necesario y por el camino sufren vertidos, ya que algunos edificios con m¨¢s de medio siglo vierten sus aguas residuales a las acequias". Por eso propone sacrificar estas huertas y salvar las "grandes bolsas". "Parece un contrasentido, pero para salvar huerta hay que destruir huerta", postula el catedr¨¢tico de Ingenier¨ªa Hidr¨¢ulica. Mateu sentencia, con iron¨ªa, que aparentemente la ciudad se ha merendado la huerta. Pero no la ha digerido del todo. Por sus entra?as fluyen a¨²n 425 kil¨®metros de acequias subterr¨¢neas. Una pesadilla para los t¨¦cnicos que dise?an el alcantarillado y las l¨ªneas del metro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.