CANO, LORCA Y EL LLANTO DE LOS CUBANOS

Carlos Cano cumpli¨® este fin de semana en La Habana con un anhelo so?ado desde el mismo instante en que vio la luz su ¨²ltimo trabajo, Div¨¢n del Tamarit: llevar a Cuba su m¨²sica y estos versos tan especiales de Federico Garc¨ªa Lorca, y hacerlo a lo grande. As¨ª fue. Cuando Cano termin¨® de cantar el viernes el ¨²ltimo bis -aquella habanera que dice que La Habana es Cadiz pero con m¨¢s negritos-, el Teatro Nacional, abarrotado, se vino abajo y parte del p¨²blico sali¨® de la sala estremecido, llorando. Cano recit¨® y cant¨® poemas de Gacelas y Casidas, y desde el primer momento se estableci¨® una magia c¨®mplice entre el artista y el p¨²blico cubano. El cantante se empe?¨® en viajar a Cuba con todos sus m¨²sicos -ya se sabe que en Cuba no se pagan honorarios- por diversas razones. "Pens¨¦ que encontrar¨ªa en La Habana una sensibilidad similar a la de Andaluc¨ªa", capaz de comprender y disfrutar al Lorca herm¨¦tico de Div¨¢n del Tamarit, dijo Cano nada m¨¢s llegar a la isla. Efectivamente, los cubanos disfrutaron los versos del poeta granadino y sus palabras -"son palabras como pescaos, dan saltos"-, y engancharon con la m¨²sica de Cano, en la que, hay que decir, destacan los arreglos, del compositor cubano Leo Brouwer, qui¨¦n dirige la Orquesta Sinf¨®nica de C¨®rdoba. Entre Cano y Brouwer, lograron que Lorca volviese a La Habana despu¨¦s de aquel viaje a Nueva York, en 1929. -