El Celta prolonga ante el Liverpool su sue?o europeo

El templo de Anfield dictar¨¢ la sentencia definitiva, pero el Celta volvi¨® a mostrar anoche que es capaz de merendarse a cualquier vaca sagrada del f¨²tbol brit¨¢nico. Pese a sufrir un gol en contra a la media hora, en la ¨²nica acci¨®n en la que Owen pudo dejar su sello, el Celta se sobrepuso a una primera parte demasiado espesa y destroz¨® al Liverpool en otro segundo tiempo de f¨²tbol el¨¦ctrico y exquisito. Los reds, entregados a defender en la fase inicial, se rompieron en cuanto el Celta encontr¨® la inspiraci¨®n y pis¨® el acelerador.Como en la eliminatoria anterior frente al Aston Villa, el Celta se vio con el marcador adverso sin que el rival hubiese reunido m¨¢s m¨¦ritos que el de su punter¨ªa para resolver un contragolpe aislado. Todos los an¨¢lisis previos coincid¨ªan en presentar a un Liverpool vulnerable en defensa y mortal en el ¨¢rea contraria, pero una vez m¨¢s la realidad contradijo las previsiones. Los reds cedieron la iniciativa al Celta, se defendieron con una solvencia inesperada y su ataque fue inexistente. Fowler fue un testigo mudo en la primera parte, y Owen s¨®lo apareci¨® dos veces, aunque en ambas logr¨® encarar en solitario a Dutruel. La primera naci¨® de un error de C¨¢ceres en un despeje, pero el ¨²ltimo h¨¦roe brit¨¢nico, tal vez sorprendido por la pifia defensiva, se encontr¨® con un portero atento a la salida, que le oblig¨® a rematar desviado.A la siguiente oportunidad, Owen acredit¨® su fama y su portentosa velocidad. La picard¨ªa la puso Berger, quien recuper¨® un bal¨®n perdido en ataque por el Celta y se aventur¨® con un pase muy largo para el desmarque de Owen. Esta vez, Dutruel vacil¨®, se qued¨® aturdido bajo los palos y el ni?o prodigio de Anfield lo fusil¨® con precisi¨®n colocando la pelota junto al poste derecho.

Frente a las especulaciones t¨¢cticas de los ¨²ltimos d¨ªas, los dos entrenadores regresaron al clasicismo del 4-4-2, aunque en ambos casos con ciertas correcciones para reforzar defensivamente el centro del campo.Houllier, el t¨¦cnico del Liverpool, mostr¨® que se hab¨ªa estudiado al detalle el ¨²ltimo partido del Celta en Birmingham y sac¨® un medio centro, Carragher, con la misi¨®n casi exclusiva de perseguir a Mostovoi por todas partes. Al ruso le sobra talento para dar muestras de peligro incluso cuando est¨¢ sometido a vigilancia intensiva, pero la tenacidad de Carragher acab¨® por agostar la principal fuente de inspiraci¨®n del Celta, que tuvo la pelota, la manej¨® con criterio, persigui¨® el gol con m¨¢s ¨¢nimo que el Liverpool, pero sus buenos prop¨®sitos murieron en las inmediaciones del ¨¢rea brit¨¢nica. Aunque el regate de Tom¨¢s, improvisado lateral izquierdo, rindi¨® beneficios por la banda izquierda, en la derecha el Celta a?or¨® toda la noche al ausente M¨ªchel Salgado. Y faltaron, adem¨¢s, las carreras de Makelele, m¨¢s retrasado de lo habitual para ayudar a Mazinho en la zona de gestaci¨®n.

El comienzo de la segunda parte demostr¨® que cuando el genio se desata, los marcajes policiales resultan in¨²tiles. El siempre acosado Mostovoi agarr¨® una pelota en los tres cuartos, aguant¨® todas las acometidas -legales e ilegales- de los defensores rojos y se plant¨® en el ¨¢rea. Cuando la jugada parec¨ªa morir por falta de apoyos, se invent¨® un taconazo para Tom¨¢s, que la coloc¨® al segundo palo, donde S¨¢nchez, m¨¢s astuto que nadie, dej¨® atr¨¢s para que el ruso culminase su alarde con el gol.

Como suele ocurrir en estos casos, el empate propuls¨® al Celta, que abandon¨® su vacilante actitud de la primera parte y se lanz¨® dispuesto a enterrar al Liverpool en sus propias trincheras. Fue el momento en que los reds demostraron la fragilidad de su defensa. Una estrepitoso pifia de Heggem a la salida de un c¨®rner dej¨® el bal¨®n listo para que Karpin batiese a James y el p¨²blico entrase en estado de delirio.

El Liverpool volvi¨® a encontrarse incapaz de sobrepasar la frontera de su propio campo. El ¨¢nimo de los brit¨¢nicos se descompuso irremediablemente, con el Celta volcado en busca del tercero frente a un rival que por momentos hasta tuvo que traicionar su estilo para sacudirse con alg¨²n pelotazo el dominio celeste. Cuando Redknapp pate¨® la bola a ninguna parte a falta de otro medio para expulsar al Celta de las inmediaciones de su ¨¢rea, ya nadie dud¨® que el Liverpool se hab¨ªa ido del partido. Mostovoi, Tom¨¢s y S¨¢nchez acariciaron el gol, pero fue el veterano Gudelj el que apareci¨® para pintar de mayor justicia el resultado.