"No creo que los tribunales espa?oles tengan jurisdicci¨®n"
ENVIADO ESPECIALEl dem¨®cratacristano Patricio Aylwin, de 80 a?os, fue el primer presidente elegido democr¨¢ticamente en Chile despu¨¦s de 17 a?os de r¨¦gimen desp¨®tico. Recibi¨® el bast¨®n de mando de manos del propio dictador, Augusto Pinochet, y gobern¨® desde 1990 a 1994. El general se mantuvo al frente del Ej¨¦rcito mientras Aylwin trat¨® de restablecer una estructura democr¨¢tica para Chile. El ex presidente admite que la herida dejada por la dictadura "no se cierra ni con tribunales, ni condenas", y recuerda que tras la guerra civil de 1891, "la sociedad chilena estuvo dividida por lo menos hasta los a?os treinta".
Presidente de la Democracia Cristiana cuando el golpe de 1973, Aylwin dice que su mayor error "fue creer que las Fuerzas Armadas iban a permanecer en el poder por poco tiempo". Lo dice un pol¨ªtico que no tiene empacho en suscribir frases como "puede haber circunstancias en las que una dictadura es el ¨²nico medio de superar un proceso de anarqu¨ªa" y "los l¨ªderes de la derecha pol¨ªtica y empresarial no han aprendido nada. El ideal para ellos ser¨ªa volver a una dictadura en este pa¨ªs, para que los comunistas dejaran de joder".
Pregunta. ?Qu¨¦ opini¨®n le merece el veredicto de la C¨¢mara de los Lores contra Augusto Pinochet?
Respuesta. La sociedad chilena deber¨ªa entender que el fallo de los lores confirma el valor que en la conciencia colectiva europea tiene hoy el concepto de derechos humanos y su respeto, y el repudio que merece su violaci¨®n. Confirma el juicio cr¨ªtico compartido por toda Europa respecto de los dictadores latinoamericanos y, espec¨ªficamente, respecto del general Pinochet. Desde el punto de vista pol¨ªtico, este fallo nos aboca a una segunda etapa que es delicada en Chile. Este pa¨ªs esta muy dividido en torno a la figura de Pinochet. Los dem¨®cratas lo condenamos, y cierto sector de la derecha y el mundo castrense lo tiene en un altar. Puede que esta decisi¨®n agudice las tensiones internas en el pa¨ªs. El general Pinochet est¨¢ preso y se ha confirmado la legitimidad de su prisi¨®n por el tribunal competente ingles para tramitarse su extradici¨®n a Espa?a y ser juzgado por un tribunal espa?ol. Es ah¨ª donde la epidermis no s¨®lo de los chilenos pinochetistas queda herida, sino tambi¨¦n la de los que no nos dejamos guiar por la pasi¨®n. No creo que los tribunales espa?oles tengan jurisdicci¨®n en la materia. Espero que Pinochet vuelva al pa¨ªs porque es lo que corresponde en Derecho y ser¨ªa lo menos traum¨¢tico desde un punto de vista pol¨ªtico.
P. Y desde un punto de vista de la Justicia, ?cree usted que Pinochet puede ser juzgado en Chile?
R. Siempre dije que yo luchar¨ªa porque hubiera verdad plena, Creo que lo cumpl¨ª en un 80% o m¨¢s con el informe de la Comisi¨®n de Verdad y Reconciliaci¨®n, que fue un gran esfuerzo. Y dije tambi¨¦n justicia en la medida de lo posible, porque creo que la justicia plena no es posible en este mundo. Me pregunto cu¨¢nta justicia se logr¨® en Espa?a despu¨¦s de la dictadura de Franco, o despu¨¦s de las dictaduras en los pa¨ªses socialistas, o tras el fin de los reg¨ªmenes militares en Am¨¦rica Latina.
P. El mundo esta pendiente de qu¨¦ va a pasar con Pinochet. Si vuelve a Chile y no se act¨²a penalmente contra su persona, no le parece que ello ser¨ªa una burla al mundo y a los principios b¨¢sicos de la justicia?
R. ?ste va a ser un caso piloto en el desarrollo del Derecho internacional penal. Es curioso que este caso haya aflorado dos o tres meses despu¨¦s del encuentro de Roma para crear una Corte internacional para tratar estos delitos. El d¨ªa que este tratado est¨¦ ratificado este tipo de problemas no volver¨¢n a acontecer, y los dictadores tendr¨¢n que andar con mucho m¨¢s cuidado para respetar los derechos humanos. El cambio de mentalidad en esta materia es muy notable. Le admito que tenemos una situaci¨®n compleja porque el mundo nos estar¨¢ mirando. Pero el mundo sabe tambi¨¦n que aqu¨ª hay una ley de amnist¨ªa y el tribunal que falle sobre la extradici¨®n, si la deniega no lo har¨¢ ignorando que aqu¨ª hay una ley de amnist¨ªa, que no se puede derogar con efectos retroactivos. Son sutilezas jur¨ªdicas que la opini¨®n p¨²blica no entiende. Simplemente dice, que se haga justicia y que este se?or que hizo tantas barbaridades...
P. ?En las negociaciones sobre la transici¨®n se pact¨® que Pinochet ser¨ªa intocable?
R. En Chile la dictadura no fue derrocada, sino fue derrotada en su propia ley, en el plebiscito de 1988. Ganamos el plebiscito, sin derramar una gota de sangre. Pero la institucionalidad de la dictadura estaban vigentes. Vino la negociaci¨®n. Le doy mi palabra de honor que nunca se trat¨®, al menos en mi presencia, de qu¨¦ iba a pasar con Pinochet, ni que no habr¨ªa juicios, ni que no se le tocar¨ªa. Qued¨® impl¨ªcito que seguir¨ªa de comandante en jefe del Ej¨¦rcito. En diciembre de 1988 fui a hablar con ¨¦l, le ped¨ª que dimitiera cuando yo asumiera como presidente. Me dijo: "Se equivoca se?or, nadie le va a defender mejor que yo. Mi gente est¨¢ muy nerviosa". Cuando asum¨ª, se present¨® en mi despecho y me dijo, se?or presidente, le vengo a decir que como militar s¨¦ mandar y s¨¦ obedecer. Ahora usted es mi jefe y yo le obedezco. Me dije, ojal¨¢ sea as¨ª. Aqu¨ª no ha habido un tongo. Fue una transici¨®n negociada, y al seguir como comandante en jefe y con una ley de amnist¨ªa no era veros¨ªmil pensar que lo meter¨ªan preso.
P. En sus cuatro a?os de presidente tuvo el convencimiento de que Pinochet, como comandante en jefe, no era un poder en la sombra?
R. Yo sab¨ªa que en los asuntos que ata?en al Ej¨¦rcito ten¨ªa un adversario adentro. Cuando decid¨ª formar la Comisi¨®n de Verdad y Reconciliaci¨®n el se opuso por todos los medios. Ejerc¨ª mi autoridad y form¨¦ la comisi¨®n y la respald¨¦ plenamente. Cuando sali¨® el informe, el general Pinochet no acept¨® su contenido y lo rechaz¨® como parcial, pero yo lo defend¨ª. Cada a?o, a la hora de los ascensos y retiros, Pinochet y mi ministro de Defensa ten¨ªan ideas distintas. A m¨ª me tocaba resolver. No le curs¨¦ el ascenso de ning¨²n oficial con antecedentes de violaciones de derechos humanos. Quedaron con sus carreras atajadas. Nunca recib¨ª una queja o una visita del general Pinochet para presentar su desacuerdo con alguna medida del Gobierno. No me sent¨ª con las manos atadas. Pero sab¨ªa que no pod¨ªa hacer cosas como la reestructuraci¨®n del Ej¨¦rcito o la reforma de las Fuerzas Armadas.
P. Pero usted no consigui¨® que las Fuerzas Armadas aportaran informaci¨®n sobre el paradero de los detenidos-desaparecidos.
R. Totalmente de acuerdo. Ellos siempre me contestaron que no sab¨ªan nada. Yo le dec¨ªa, no puede ser, no le puedo creer general. La respuesta siempre ha sido la de un solo hombre: nadie sabe nada. Creo que no hay posibilidad real de obtener m¨¢s dosis de verdad por la v¨ªa de una nueva comisi¨®n Rettig. Soy muy pesimista en este sentido. Creo que hay un esp¨ªritu de cuerpo muy grande. Sienten comprometidos el honor y la dignidad de su instituci¨®n. En Argentina, el general Balza tuvo el gesto de pedir perd¨®n en nombre de las Fuerzas Armadas argentinas, sin embargo nunca han dicho d¨®nde est¨¢n los desaparecidos. Aqu¨ª Pinochet ni siquiera ha pedido perd¨®n.
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