Presupuestos virtuales
Sin lugar a dudas, uno de los momentos m¨¢s intensos en la vida pol¨ªtica del Pa¨ªs Valenciano cada a?o es la presentaci¨®n del Anteproyecto de Ley de Presupuestos, su debate y aprobaci¨®n. El presupuesto es, en teor¨ªa, la plasmaci¨®n econ¨®mica del discurso pol¨ªtico y en ¨¦l se recogen cu¨¢les van a ser las actuaciones previstas del Gobierno de la Generalitat para cada a?o. El presupuesto debe mirarse, por tanto, como la planificaci¨®n de un conjunto de actuaciones que vienen determinadas por la interacci¨®n de distintos elementos: la orientaci¨®n del partido o partidos pol¨ªticos que sustentan al Gobierno, las presiones de diferentes agentes sociales o econ¨®micos, la propia configuraci¨®n de las Cortes Valencianas, la coyuntura econ¨®mica nacional e internacional, y hasta las caracter¨ªsticas y peso pol¨ªtico de los consejeros. No es de extra?ar que el presupuesto se convierta en un tema fundamental del debate pol¨ªtico y social y que, adem¨¢s, se le exija, al menos, claridad y transparencia, ya que es la ¨²nica forma de que ¨¦ste se lleve a cabo con garant¨ªas democr¨¢ticas. Un presupuesto ficticio expresa una democracia virtual. De ah¨ª que se le exija al presupuesto que cumpla una serie de principios pol¨ªticos como son la competencia, universalidad, unidad, especialidad, temporalidad, publicidad, exactitud y anticipaci¨®n, adem¨¢s de otros principios econ¨®micos o contables. Cada vez m¨¢s el debate sobre presupuestos acaba remitiendo a otro sobre el mayor o menor desarrollo de estos principios. Se discute sobre la existencia de informaci¨®n suficiente, sobre su concreci¨®n, sobre las modificaciones posteriores, sobre la no presupuestaci¨®n de gastos previstos, sobre su ejecuci¨®n etc¨¦tera. Y esto sucede porque lo aparente viene sustituyendo a lo esencial. Algo as¨ª sucede con los planes de gobierno, que, como la levadura, hacen digerible el presupuesto sin aumentar realmente su sustancia. Est¨¢n y no est¨¢n. El Gobierno anuncia un Plan de Empleo para 1999 dotado con 30 o 50.000 millones de pesetas que, en principio, no tiene una concreci¨®n clara en el Presupuesto. Igual sucede con el Plan Gerontol¨®gico o con el de Igualdad de Oportunidades. Todos est¨¢n pero en estado mutante, ubicuos y metacontables. Dig¨¢moslo claramente: el presupuesto es cada vez menos un instrumento p¨²blico y est¨¢ cada vez m¨¢s al servicio de una estrategia partidista. Si los ingresos previstos en los Presupuestos para 1999 tienen una base real, no se entiende un crecimiento tan importante respecto de ejercicios anteriores, a no ser que ¨¦stos estuviesen infravalorados. En cuyo caso el gobierno manten¨ªa una holgura suficiente en la generaci¨®n de gasto al margen del debate pol¨ªtico. A modo de ejemplo, hasta el mes de septiembre de 1998 el recurso al endeudamiento de la Generalitat ha pasado de unas previsiones iniciales de 28.872 millones a 40.121 millones. (qu¨¦ austeridad!). Este aumento ha financiado actuaciones no previstas en el presupuesto inicial y, por tanto, no discutidas en su d¨ªa. Si los presupuestos anteriores eran reales y ¨¦stos no, en cuanto a previsi¨®n de ingresos, estar¨ªamos ante un presupuesto para 1999 falseado y dif¨ªcilmente realizable. La opci¨®n parece ser, a nuestro juicio, puramente propagand¨ªstica. De este modo, inicialmente al menos, ?caf¨¦ para todos! A pesar de esta maleabilidad se detecta la orientaci¨®n del gobierno en unos cuantos datos significativos: El gasto social crece por debajo del conjunto del Presupuesto (Sanidad y Educaci¨®n aumentan un 6,6% frente al 7,2% de incremento global) y las inversiones directas de la Generalitat consolidadas disminuyen en t¨¦rminos reales. Se muestra un sesgo cada vez m¨¢s acusado a favor de la asunci¨®n por parte de la iniciativa privada lucrativa de la provisi¨®n de servicios p¨²blicos, o se deja en la propia mano de los beneficiarios de ¨¦stos, las ayudas p¨²blicas para que elijan el servicio directamente del mercado. CC OO cree que esta orientaci¨®n por sus efectos a corto y medio plazo rompe las coberturas b¨¢sicas. Provocar¨¢ adem¨¢s una segmentaci¨®n en la atenci¨®n, discriminando situaciones m¨¢s gravosas que afectan a colectivos pero situados socialmente, y se presta a actuaciones clientelares, disminuyendo la responsabilidad p¨²blica. Es por esto que el proyecto de presupuestos para el a?o 1999 pervierte en muchos aspectos la funci¨®n de lo p¨²blico y ello ni es positivo ni solidario.
Joan Sifre es el secretario general de CC OO del Pa¨ªs Valenci¨¤.
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