De la moral alicatada hasta el techo
No he le¨ªdo el libro del profesor Joaqu¨ªn Calomarde, gran fil¨®sofo de bachillerato, Por una moral de la fragilidad, ni pienso hacerlo, porque no est¨¢ uno para tonter¨ªas con este fr¨ªo, pero tengo o¨ªdo que el autor piensa incluir un ap¨¦ndice acerca de la moral fr¨¢gil de Rosa Mar¨ªa Rodr¨ªguez Magda, fil¨®sofa municipal y esposa del autor, entre otras muchas ocupaciones, a cuenta de su atrevimiento al inaugurar la nueva etapa de la revista Debats, que tambi¨¦n dirige esta moderna Rosa Luxemburgo, con una elogiosa recensi¨®n del libro de su marido, por donde se ve que Manuel Taranc¨®n, por no cansar al lector con las piruetas de Andr¨¦s Amor¨®s, ha conseguido la haza?a de que la afici¨®n a la filosof¨ªa transg¨¦nica sea tan endog¨¢mica como la profesi¨®n esc¨¦nica, aunque, eso s¨ª, algo m¨¢s rentable. Siempre pens¨¦ que nunca se atrever¨ªan a tanto, ya que Rosamari es disc¨ªpula de Celia Amor¨®s y parec¨ªa leg¨ªtimo esperar alguna cordura, alg¨²n saber, alguna delicadeza y una cierta elegancia por su parte, pero ya se ve que en este pa¨ªs casi siempre sucede lo peor a poco que suceda alguna cosa. Como esa maga por cuenta ajena posee el don de la ubicuidad, sucede que es tambi¨¦n presidenta o directora o mandamasa de la cosa esa del Tercer Milenio, un asunto del m¨¢s bronco y copero de los ayuntamientos hisp¨¢nicos de m¨¢s de medio mill¨®n de habitantes, en el que hasta Rita Barber¨¢ no va a tener otro remedio que saber de una vez por todas qui¨¦n diablos es Umberto Eco, el del papel higi¨¦nico de los chinos, o Dario Fo, el teatrero recientemente nobelado. Es un proyecto ducho en el ejercicio de esa perversi¨®n del localismo que consiste en invitar a comer a grandes figuras internacionales de no importa qu¨¦ secci¨®n de los grandes almacenes de la cultura. De modo que Valencia es la ¨²nica ciudad del mundo donde te puedes encontrar a Norman Foster en el instante de chafar una mierda en el barrio del Carmen o a Calatrava apreciando desde la proximidad de un perdurable pont¨®n de zapadores la armon¨ªa de su Peineta sobre el r¨ªo en la Alameda. Es como si el r¨²stico cosmopolitismo de Blasco Ib¨¢?ez se hubiera asentado para siempre sin necesidad de salir de casa, as¨ª que a nadie debe extra?ar la ins¨®lita ocurrencia de que nuestra ciudad acoja y lance al mundo entero las llamadas grandes l¨ªneas de la Declaraci¨®n Universal de Responsabilidades y Deberes Humanos, nada menos. Dos asignaturas, si as¨ª puede decirse, en las que sus promotores locales han sido cateados en m¨¢s ocasiones de las que recuerda la memoria. Pero Marisa Berenson, Franco Nero, o Wole Soyinka, entre otros ilustres invitados universales a dar el careto, no conocen esa clase de detalles. Claro que preciso es que los desconozcan para concursar con Do?a Rita en sus fastos de reina por un d¨ªa. Y el pobre Gil Albors, v¨ªctima centrista del recato derechista y el libertinaje sidoso, pasando el trago de presentar al hereje Dario Fo y, lo que es peor, a su mujer Franca Rame, que no s¨¦ yo si estar¨ªan al corriente de c¨®mo se las gastan en los m¨¢s diversos escenarios sus gozosos introductores. Si la moral es fr¨¢gil, sobre todo para los fil¨®sofos y allegados que se ganan la vida con ella, ya me dir¨¢n d¨®nde queda el conocimiento. La responsabilidad y el deber de estos pensadores locales volcados hacia el futuro milenario consiste en actualizar el presente preguntando a sus invitados por su opini¨®n sobre lo que pasar¨ªa en Madrid si desde las instituciones se trabajara a destajo para borrar del callejero y de las universidades la memoria de Ortega y Gasset o la de Tierno Galv¨¢n, o qu¨¦ bronca se montar¨ªa en Barcelona si Carles Riba, Joan Maragall, Pompeu Fabra, Pere Gimferrer o Eduardo Mendoza fueran expulsados de las listas de nombres a destacar tranquilamente por su contribuci¨®n a la cultura nacional. Como la respuesta no podr¨ªa evitar una incredulidad seguramente airada, ser¨ªa el momento adecuado para hacerles saber que eso es lo que est¨¢n haciendo aqu¨ª Francisco Camps y su jefe campe¨®n con Joan Fuster y Enric Valor (sin ir m¨¢s lejos y resumiendo, dos eminencias en cualquiera de los lugares de este mundo), entre tantos otros atropellos antiliberales y preilustrados, y de instarles a declarar a esta desdichada comunidad como territorio prioritario de aplicaci¨®n urgente de las obligaciones contra¨ªdas en la Declaraci¨®n Universal que con tanto desparpajo apadrinan. Lo dem¨¢s es, como dir¨ªa Valle-Incl¨¢n, soliviantar con alicantinas. Cuentos chinos, dicho en castizo castellano.
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