El Celta se pone a su ritmo europeo

Antes de decidirse por determinados planteamientos, los entrenadores deber¨ªan meditar si merece la pena apostar por una f¨®rmula que se puede derrumbar al primer golpe del infortunio. Pero en la nutrida historia de la tozudez humana, los se?ores del banquillo ocupan un lugar destacado y los hay que est¨¢n dispuestos a mantener sus prop¨®sitos hasta el final por mucho que la realidad acabe contradici¨¦ndoles.A Miguel Angel Russo, el discutido t¨¦cnico argentino del Salamanca, su plan le dur¨® seis minutos, el tiempo que tard¨® el Celta en sacar provecho de su continuado acoso inicial y batir la meta de Stelea.

El plan de Russo consist¨ªa en la vieja f¨®rmula de verlas venir. O sea, agruparse atr¨¢s, regalarle la pelota al contrario y esperar a que alg¨²n bal¨®n robado le deparase la oportunidad del contragolpe, esa especie de fetiche de los entrenadores modernos. Pero cederle la pelota al Celta, a este admirable Celta de la elaboraci¨®n minuciosa y delicada, es un suicidio, como lo demostr¨® la realidad del partido frente a los planteamientos te¨®ricos de la pizarra. El Celta acept¨® la invitaci¨®n a jugar, encerr¨® al Salamanca, y a los tres minutos ya hab¨ªa tenido dos ocasiones de gol: un lanzamiento de falta de Mostovoi y un remate de Berges. El gol lleg¨® a la tercera, en un barullo tras la salida de un c¨®rner que brind¨® la ocasi¨®n del disparo a un futbolista tan poco asiduo del gol como Mazinho. Al brasile?o le acompa?¨® la suerte, porque el bal¨®n bot¨® muy fuerte sobre el c¨¦sped y descoloc¨® a Stelea.

Ah¨ª se derrumbaron todos los planes de Russo, y el Salamanca se encontr¨® con que ten¨ªa que tirar a la basura el gui¨®n que el entrenador hab¨ªa colocado bajo el brazo de cada futbolista. En estos casos, suele ocurrir que aunque el equipo es consciente de que ha de cambiar su actitud, a los jugadores les cuesta trabajo adaptarse a una situaci¨®n para la que no estaban preparados. Y as¨ª le fue al Salamanca en la primera parte, debati¨¦ndose entre la obligaci¨®n moral de atacar y las instrucciones contrarias que figuraban en el manual repartido en la caseta.

Se esperaba que V¨ªctor Fern¨¢ndez reservase a varios titulares para Liverpool, pero a la hora de la verdad el entrenador del Celta s¨®lo se permiti¨® la licencia de sentar a S¨¢nchez y brindar a Revivo, ausente un mes y medio por lesi¨®n, la oportunidad de reaparecer. As¨ª, el Celta compareci¨® con el mismo equipo que inici¨® la temporada. Tras dos semanas consecutivas sin ganar, V¨ªctor lanzaba un mensaje: Europa alimenta muchos sue?os, pero el jornal hay que gan¨¢serlo en cada fin de semana de Liga. Pero el Celta, claro est¨¢, tambi¨¦n pensaba en Liverpool y aprovech¨® el gol tan prematuro para tomarse una tregua. Le record¨® al Salamanca que el turno era suyo, dio un par de pasos hacia atr¨¢s y se dedic¨® a vivir de lo que pretend¨ªa el c¨¢ndido Russo, es decir, del contragolpe. Eso s¨ª, siempre exquisitamente elaborado, sin un mal pelotazo que estropease la figura de un equipo respetuoso con la est¨¦tica.

El Salamanca fue tomando conciencia de su nuevo papel seg¨²n avanzaba el partido. Sus ataques fueron cada vez m¨¢s intensos. Hasta que, apenas a cinco minutos del final logr¨® el empate con una cl¨¢sica jugada: centro del extremo izquierdo y remate de cabeza.

El Salamanca descubri¨® entonces el verdadero f¨²tbol de ataque. Recuper¨® un plan para el partido cuando ya se acababa.