Recuento de parias
Que despu¨¦s de un siglo a nadie se le haya ocurrido hasta ahora hacer recuento de quienes son y fueron los escritores del cine espa?ol, concuerda con aquella descripci¨®n (de la que el otro d¨ªa cont¨¦ aqu¨ª algunos feos alrededores) que un fabricante de pel¨ªculas hizo de los guionistas que forraron sus cuentas bancarias: "Son putas baratas", diagnostic¨® con profesionalidad de proxeneta. Y digo hasta ahora, porque ya existe ese recuento. Abarca centenares de guionistas de pel¨ªculas cuya obra se comprime en 500 de las 600 p¨¢ginas del volumen de C¨¢tedra Guionistas del cine espa?ol, al que Esteve Riandau y Casimiro Torreiro han dedicado una d¨¦cada de quema de pesta?as, y que ya es foco de la luz que el futuro destine a este cap¨ªtulo de la historia oculta de nuestro cine. No se trata de un list¨ªn de parias en su mayor¨ªa olvidados, sino de un divertido e inteligente recorrido, entre la cuadr¨ªcula y el garabato, en el interior de un ilustre estercolero de ingenios que han dado al cine espa?ol su materia y buena parte de su forma, pero de los que nadie apenas sabe nada.Si, en un cotejo con la historia del cine, la parcela espa?ola del arte por excelencia del siglo XX no es gran cosa, esta peque?ez fronteriza con la insignificancia tiene ra¨ªz (yo dir¨ªa que la m¨¢s gruesa) en la salvaje ignorancia que ha rodeado desde siempre all¨ª al escritor de cine y a su irreemplazable aportaci¨®n al conjunto de tareas que se entrelazan y conducen a la construcci¨®n de una pel¨ªcula. Que dos investigadores hayan tenido que encender por su cuenta la paciencia y la clarividencia franciscanas para iluminar este t¨²nel, y que hayan salido de ¨¦l con un gran libro en las manos, roza la haza?a y, de paso, dice como gesto casi todo lo que hay que decir a cerca de los pies de barro sobre los que se ha movido (y se mueve, aunque algo cambie ¨²ltimamente) el cine espa?ol. El trabajo de Riandau y Torreiro tiene condici¨®n de radiograf¨ªa indirecta del cine espa?ol como conjunto. Tiraron de su hilo m¨¢s fr¨¢gil y les cay¨® en las manos todo el amorfo volumen de una madeja en la que brillan desde lejos algunas glorias, que acent¨²an su luz por el contraste de estar envueltas en el apag¨®n de incontables miserias amontonadas.
Larra dijo aquello tan sabido de que escribir en Espa?a es llorar, pero si viviera ahora podr¨ªa a?adir, con un toque escatol¨®gico, que escribir pel¨ªculas en Espa?a es excrementar, porque eso es lo que ocurre, y no a salto de mata sino d¨ªa tras d¨ªa. Cuando era jefa del cine, Pilar Mir¨® convino una vez conmigo -sol¨ªa coger un tel¨¦fono y sondear, antes de entrar en decisiones, a quienes iban a quedar concernidos por sus decisiones, y yo por entonces escrib¨ªa guiones- en que las mejores pel¨ªculas espa?olas yacen, muertas sin nacer, en las papeleras de los amos de los tinglados de remiendos de celuloide averiado.
En efecto, la mayor¨ªa de las m¨¢s necesarias incursiones en la escritura de cine que he le¨ªdo descansan en cementerios de papel, mientras la mayor parte de las que ley¨¦ndolas o¨ª cantar su innecesariedad est¨¢n en la pantalla, ensuci¨¢ndola de incompetencia o, peor a¨²n, de imprecisi¨®n. Son frecuent¨ªsimos los filmes espa?oles de enfoque v¨¢lido que contienen graves, a veces mortales, errores de escritura, pero que sin embargo obtienen tal como est¨¢n el visto bueno para ser rodados sin pasar antes por el quir¨®fano de una reescritura con lupa. El resultado es descorazonador, porque lo que podr¨ªa haberse convertido, con unos zarandeos de p¨¢ginas, en una pel¨ªcula plenamente lograda, se queda en el mejor de los casos en una pel¨ªcula a medio lograr, tarada, lisiada, no entera, lo que ya es aqu¨ª casi la norma. No mimar, no dar redondez a su escritura presagia siempre el peligro de inanidad en cualquier proyecto de pel¨ªcula. Pero no buscar y acabar detectando, desde los tinglados de la producci¨®n, las mellas de esa redondez mediante una lectura meticulosa y solvente de lo escrito, no es que presagie, sino que conduce inexorablemente a la inanidad. Riambau y Torreiro hurgan en esta herida sangrante del cine espa?ol y, al averiguarla, contribuyen a resta?arla.
Babelia
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