Giddens y los alquimistas pol¨ªticos
Conocemos la disposici¨®n de Zaplana para liderar, junto con Aznar, el giro definitivo de su partido hacia el centro. Blair y Giddens ser¨¢n los inspiradores del cambio o, al menos, de la ponencia al XIII Congreso encargada a Zaplana. Sabemos tambi¨¦n que Romero se sit¨²a en una democracia dialogante, apoyado en un nuevo Estado del bienestar, inspirado en la pol¨ªtica brit¨¢nica laborista, que dice poner en marcha el pensamiento de Giddens. Es decir, Giddens en hipertexto y todos navegando como internautas a la b¨²squeda de un autor, de un marco de referencia, de algo que justifique los nuevos mensajes y los nuevos nombres para ese centro tan debatido. Es imposible, y adem¨¢s no puede ser, que Giddens sea el inspirador de una pol¨ªtica de derechas y de izquierdas, de la doctrina de Romero y de la acci¨®n pol¨ªtica de Zaplana. Giddens, al igual que los alquimistas medievales, representa la b¨²squeda de lo imposible, de la piedra filosofal, de la tercera v¨ªa, aunque pretende abandonar el viejo esquema izquierda-derecha. Y al igual que los alquimistas, aparentando un conocimiento herm¨¦tico que s¨®lo ¨¦l posee, produce seguidores entre tirios y troyanos, entre conservadores y liberales, y cada vez con m¨¢s int¨¦rpretes de una perspectiva donde cabe casi todo, como la p¨¢gina en blanco de un test proyectivo que permite a cada uno percibir lo que desea. Por ejemplo, c¨®mo es posible que de su pensamiento deduzcan unos la defensa de las relaciones familiares tradicionales mientras que otros lo convierten en bandera del pluralismo y de nuevas formas de tipos de familia; que unos apoyen el Estado del bienestar como contrato de derechos y deberes entre ciudadano y estado, mientras que otros defiendan un Estado del bienestar gestionado por fundaciones p¨²blicas, donde lo p¨²blico y lo privado se confunden en un abrazo incestuoso. Giddens representa la mejor tradici¨®n de una instituci¨®n universitaria, la London School of Economics and Political Science, que siempre apost¨® por lo irracional en la pol¨ªtica, por una acci¨®n pol¨ªtica justificada a posteriori, por un progreso social m¨¢s por instinto que por doctrina. Lo que cuenta debe ser lo que funciona y, seg¨²n Blair, se necesitan algunas pruebas antes de que ese nuevo enfoque pueda generalizarse. La Tercera V¨ªa es, en lo pol¨ªtico, el intento de construir una sociedad sin predominio de las instituciones y sin la dictadura del individuo. Una salida m¨¢s all¨¢ de cualquier s¨ªntesis integradora entre el Estado con sus instituciones y el individuo con sus motivos, a veces inconscientes e incontrolables y otras veces planificados y conscientes. Una sociedad donde las instituciones se desviven por ofrecer y los individuos quedan hipnotizados ante la pluralidad de opciones donde elegir. Es el ideal de la alquimia pol¨ªtica postmoderna. A Romero le obsesiona lo institucional y su oferta, aunque el marco de referencia sean las necesidades del ciudadano. Zaplana se afana por presentar al ciudadano posibilidades hechas realidad, aunque la autoestima de la Comunidad y su desarrollo parece pasar obligatoriamente por lo institucional. En lo cultural, la Tercera V¨ªa no quiere limitarse al dogma de la ciencia, a la verdad impuesta y dictaminada por las instituciones, pero tampoco quiere adoptar las creencias de los individuos como criterio de desarrollo personal y social. La cultura de la Tercera V¨ªa es el intento imposible de armonizar los deseos y las t¨¦cnicas actuales con la acumulaci¨®n del pensamiento tradicional. Zaplana recurre a la tradici¨®n y al dogma; Romero, en contraposici¨®n, a las nuevas realidades de un ciudadano supuestamente informado y solidario. En lo afectivo, la Tercera V¨ªa busca sentimientos sin relaciones personales permanentes, pero con el amparo institucional, un contacto desenfadado y sin compromiso futuro, una relaci¨®n basada en lo emocional, pero con una fuerte estabilidad interna; es decir, el proyecto de un narciso dentro de una familia victoriana. Zaplana desea justificar la familia tradicional dentro de la Tercera V¨ªa, Romero parece m¨¢s cercano a los nuevos estilos familiares. Para uno lo afectivo est¨¢ ligado a las viejas instituciones, para el otro est¨¢ ligado al compromiso emocional y privado. Mientras el primero quiere desarrollar pol¨ªticas de apoyo a la familia, el segundo defiende programas que eviten los obst¨¢culos para los que quieren experimentar nuevos estilos. Cualquier intento de construir una pol¨ªtica actual y realista a trav¨¦s de una supuesta Tercera V¨ªa es, hoy por hoy, una simple estrategia de persuasi¨®n, una t¨¦cnica para seducir, y cuyo futuro es tan incierto como la piedra filosofal de los alquimistas medievales. Si alguien quiere intentarlo, y parece que son muchos, tiene la obligaci¨®n de demostrar primero su aut¨¦ntica viabilidad, aplicarla inicialmente a un ¨¢mbito concreto, convertir en oro un peque?o fragmento de plomo. S¨®lo entonces ser¨¢ cre¨ªble su intento de ofrecerla como pol¨ªtica general. Parece que Valencia, como ha sucedido con otras innovaciones, se convierte en el centro activo de esta alquimia. Zaplana y Romero pretenden liderar esa nueva pol¨ªtica, ambos se inspiran en la misma fuente, aunque realizan interpretaciones distintas. Y ambos importan el modelo originado en el laborismo brit¨¢nico. Romero lo hace desde la teor¨ªa y apoyado en su experiencia personal con la pol¨ªtica brit¨¢nica. Escribe un pr¨®logo a la propuesta laborista de Blair y anuncia el final de una larga noche liberal. Quiere identificarse, hacer suya esa nueva pol¨ªtica. Desde esa empat¨ªa te¨®rica busca la verdad para los suyos, bastante descre¨ªdos, y para unos ciudadanos desconfiados y bastante cansados. Zaplana no busca la verdad, quiere construir la Tercera V¨ªa, hacerla realidad como si fuera una autopista, y elabora una ponencia para el congreso nacional, la Espa?a de las Oportunidades. No pretende reflejar unas ideas, sino persuadir sobre la necesidad de unos cambios. Y para ello cuenta con un equipo de expertos para elaborar y negociar las directrices pertinentes. Ya veremos si consigue ponerlas en marcha.
Adela Garz¨®n es directora de la revista Psicolog¨ªa Pol¨ªtica.
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