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DIF?CIL ENCONTRAR una conmemoraci¨®n m¨¢s ajustada del cincuentenario de la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos que la resoluci¨®n del ministro del Interior brit¨¢nico de dar v¨ªa libre ante los tribunales de su pa¨ªs a la petici¨®n espa?ola de extradici¨®n de Augusto Pinochet. Desde el 16 de octubre, en que el dictador chileno fuera detenido en Londres en virtud de una orden de arresto dictada por el juez Garz¨®n, el caso Pinochet no s¨®lo ha levantado pasiones internacionales y disparado una controversia tan amplia como sus implicaciones, sino que ha adquirido un rumbo y una velocidad que pocos se habr¨ªan atrevido a vaticinar. Londres y Madrid han superado presiones poderosas para que dieran carpetazo por cualquier procedimiento a un tema vidrioso, de los que sientan precedente hist¨®rico.La decisi¨®n de los lores el 23 de noviembre rechazando la inmunidad soberana del dictador, adem¨¢s de mostrar en ejercicio a una justicia transparente, ha supuesto una victoria de los derechos humanos todav¨ªa dif¨ªcil de calibrar. La del ministro Straw ayer, que en el desempe?o de su exclusiva competencia podr¨ªa haber devuelto a Pinochet a Chile argumentando motivos humanitarios o de inter¨¦s p¨²blico, avanza en la misma direcci¨®n, aunque no signifique su extradici¨®n autom¨¢tica.
El dictador comparecer¨¢ ma?ana ante un tribunal para el comienzo de un procedimiento previsiblemente largo. Si despu¨¦s de escuchar los argumentos de las partes los jueces brit¨¢nicos se pronuncian por la extradici¨®n, el ministro del Interior todav¨ªa tendr¨¢ que adoptar formalmente la decisi¨®n de entregar a Pinochet a la justicia espa?ola, la primera que lo ha reclamado por tortura, asesinato y desaparici¨®n de personas durante el sanguinario r¨¦gimen que encabez¨®. Culminar¨ªa as¨ª el sumario abierto por Garz¨®n, que durante a?os ha acumulado evidencias que le permitan sustentar el auto de procesamiento que notificar¨¢ hoy al fiscal, abogados de las acusaciones y tribunales londinenses.
Casi todo est¨¢ por hacer en el castigo de las violaciones de los derechos humanos. Pero el caso Pinochet est¨¢ haciendo probablemente m¨¢s por el evanescente derecho internacional alumbrado en N¨²remberg y Tokio que d¨¦cadas de convenciones casi nunca respetadas por los Gobiernos signatarios. La idea de una jurisdicci¨®n universal para los m¨¢s graves cr¨ªmenes contra la humanidad se abre paso imparable con el apoyo expl¨ªcito del secretario general de la ONU, Kofi Annan. Y con ella, la esperanza de que los responsables ¨²ltimos comparezcan ante la justicia. De momento, hay motivos para celebrar esta especie de abolici¨®n de lo imposible: lo m¨¢s inesperado es lo que viene aconteciendo en cada fase de este asunto.
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