Desaparece el semanario "The European" tras una larga crisis econ¨®mica
N¨²meros rojos y dram¨¢tica ca¨ªda de ventas
"Mientras el euro consigue nacer, The European se enfrenta a su N¨¦mesis. Qu¨¦ paradoja!". Con un editorial escrito en estos t¨¦rminos se ha despedido el ¨²nico semanario con vocaci¨®n global europea, lanzado por Robert Maxwell en 1990 y que, tras su muerte, trataron de mantener a flote los hermanos David y Frederick Barclay. El fin de la publicaci¨®n se barruntaba desde septiembre, cuando los Barclay anunciaron la venta del semanario.
Tras m¨¢s de ocho a?os tratando de ser foco de "lectura esencial para los dirigentes y los ejecutivos europeos", seg¨²n el objetivo expresado por su ¨²ltimo director, el veterano periodista brit¨¢nico Andrew Neil, la realidad de unas finanzas permanentemente en n¨²meros rojos y una circulaci¨®n en declive -desde un m¨¢ximo que lleg¨® a alcanzar los 200.000 ejemplares en 1991 a una media estimada en 73.000 en las ¨²ltimas semanas- han hecho que sus propietarios cortaran el grifo esta semana.El rescate de The European, por un precio estimado en torno al mill¨®n de libras en 1992 (238 millones de pesetas) dio a los gemelos Barclay el prestigio e influencia que faltaba a su imperio, predominantemente inmobiliario.
La publicaci¨®n rara vez faltaba de sus hoteles de lujo repartidos por Londres, Nueva York y Montecarlo, su lugar habitual de residencia, pero nunca lleg¨® a encontrar un hueco natural en los quioscos de los distintos pa¨ªses europeos.
Con la llegada de Neil, en mayo de 1997, The European cambi¨® de formato y enfoc¨® sus informaciones desde un prisma financiero para, seg¨²n dijo el director, "llegar a tener la misma autoridad que The Economist". Un objetivo tan ambicioso como su propio lanzamiento, cuando muchos hablaban ya de un inminente ocaso.
La ausencia de otros grupos o personas interesadas en continuar con la aventura de una voz ¨²nica para Europa oblig¨® al cierre, posiblemente definitivo, del singular intento period¨ªstico. Famosos por el secretismo sobre sus vidas personales y profesionales y adictos a los para¨ªsos fiscales -los hermanos compraron en 1994 la isla Brechou, en el para¨ªso fiscal de las Channel Islands- los propietarios guardan silencio respecto al fracaso de su incursi¨®n en prensa.
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