El 1001: reflexi¨®n 25 a?os despu¨¦s
I. Ma?ana har¨¢ 25 a?os que nos sent¨¢bamos en el banquillo de los acusados los dirigentes de las CC OO procesados por el Tribunal de Orden P¨²blico en los Autos 1001/72. Ese mismo d¨ªa mor¨ªa, a manos de ETA, el jefe del Gobierno almirante Carrero Blanco. Dos formas muy distintas de entender la lucha contra la dictadura: o la movilizaci¨®n de las personas o el atentado individual. Ese d¨ªa esta segunda forma cercen¨®, moment¨¢neamente, las posibilidades de la primera, aunque a medio plazo s¨®lo la movilizaci¨®n popular hizo inviable la continuidad de la dictadura bajo otras expresiones -gobierno Arias, etc¨¦tera- e hizo as¨ª imparable el restablecimiento de las libertades. En realidad, el asesinato de Carrero ni aceler¨® ni retras¨® el advenimiento de la democracia, pues no entra dentro de la l¨®gica del proceso que aqu¨¦l hubiese ofrecido m¨¢s resistencia al cambio que la que plante¨® Arias, hombre menos af¨ªn al monarca que el almirante y ambos igual de contrarios a la democracia. La comparaci¨®n entre estas dos formas de acci¨®n sigue siendo ¨²til a¨²n hoy en d¨ªa. Porque lo que ha desbloqueado, por ejemplo, la situaci¨®n en Euskadi ha sido la movilizaci¨®n creciente de los pueblos vasco y espa?ol contra la violencia y no los cr¨ªmenes de ETA que han terminado, por lo menos de momento, en una tregua producto de esa movilizaci¨®n. Da la impresi¨®n de que algunos de sus l¨ªderes han llegado a la conclusi¨®n, que deber¨ªan haber alcanzado hace tiempo con algo m¨¢s de discernimiento, que el terrorismo, especialmente en condiciones de democracia, no solamente es una pr¨¢ctica execrable, sino un grav¨ªsimo error pol¨ªtico que conduce a la degradaci¨®n, a la divisi¨®n y al aislamiento, incluso entre los propios nacionalistas.II. Se ha especulado mucho sobre c¨®mo se restableci¨® la democracia en Espa?a y se ha manipulado y tergiversado todav¨ªa m¨¢s el significado de tan grande suceso. Parece a veces como si la Constituci¨®n de 1978 hubiese sido una Carta otorgada, como aquella de 1834, debida a la generosidad, genialidad o previsi¨®n de unas cuantas personas benem¨¦ritas y no al resultado de un largo y dur¨ªsimo proceso cuyo gran protagonista fue, sin duda, el pueblo espa?ol y dentro de ¨¦l aquellas y aquellos que se opusieron frontalmente a la tiran¨ªa y que lograron con el tiempo, el sacrificio y much¨ªsima paciencia, montar la imparable manifestaci¨®n por la libertad, la amnist¨ªa y los estatutos de autonom¨ªa. Porque aunque todo es ¨²til y necesario en la vida, no es lo mismo organizar durante a?os esa manifestaci¨®n que oponerse a ella desde lejanos tiempos y colocarse a la cabeza de la misma en el ¨²ltimo momento. Los del 1001 ¨¦ramos de la primera especie y bastante conscientes de que no ten¨ªamos la suficiente fuerza para las dos cosas a la vez: ser "costaleros" y "paso" de la democracia.
III. El sindicalismo hist¨®rico espa?ol hab¨ªa sido destruido despu¨¦s de la guerra incivil y enton¨® su canto del cisne a mitad de los a?os cuarenta, al calor de las esperanzas que hab¨ªa suscitado una posible intervenci¨®n de los aliados contra Franco, que nunca lleg¨® sino todo lo contrario. Los dem¨®cratas espa?oles fueron los ¨²nicos que perdieron las dos guerras, la civil y la segunda mundial, en el sentido de que Espa?a fue el ¨²nico pa¨ªs de Europa que estuvo con Hitler y no fue liberado. Era demasiado para un solo pueblo y lleg¨® el tiempo de silencio. Pr¨¢cticamente hab¨ªa que reconstruirlo todo desde el principio, cuando una nueva generaci¨®n alcanzase la edad de la raz¨®n, y as¨ª fue. Hab¨ªa que utilizar los resquicios legales porque era inviable una movilizaci¨®n de masas desde la pura clandestinidad. Era necesario pegarse al terreno de lo econ¨®mico social, pues la dictadura, por medio de la represi¨®n, ya se encargaba de politizar los conflictos y crearse nuevos adversarios. Se necesitaban aliados m¨¢s all¨¢ de los estudiantes que ven¨ªan enfrent¨¢ndose con el r¨¦gimen desde 1956 y la manera de conseguirlos era coordinando y extendiendo las luchas sociales. A eso se dedic¨® CCOO desde los sesenta -1962- hasta la democracia -1978-. Y en esa tarea jugaron un papel esencial los comunistas y el PCE de entonces en su conjunto. Lo cierto es que las "cocos" se convirtieron en el poder f¨¢ctico de la oposici¨®n, pues eran las que ten¨ªan una capacidad real, aunque limitada, de movilizaci¨®n durante aquellos a?os. La dictadura lo sab¨ªa muy bien, como lo acreditan los informes de los servicios de inteligencia, y golpe¨® duro y a la cabeza. Pero ya era demasiado tarde, aunque hizo mucho da?o. El argumento propagand¨ªstico, instrumentado "jur¨ªdicamente" por el TOP y el Tribunal Supremo, de CCOO= PCE ya no funcionaba como anta?o si bien esta infamia jur¨ªdica justificaba, a ojos del desaforado anticomunismo, una represi¨®n brutal contra los sindicalistas.
IV. Ahora bien, las CCOO si pretend¨ªan tener ¨¦xito en las condiciones de la Espa?a de los sesenta ten¨ªan que superar el antiestatismo y el apartidismo ¨¢crata propio de la sociedad preindustrial, que tanto da?o hab¨ªa hecho al sindicalismo espa?ol a pesar de su heroicidad, y la identificaci¨®n partido-sindicato propia de la tradici¨®n socialdem¨®crata y de la leninista versi¨®n "correa de transmisi¨®n", que hab¨ªa supuesto obst¨¢culo insalvable a la unidad de acci¨®n sindical. Tareas nada f¨¢ciles en las condiciones de la ilegalidad. Porque las comisiones no pod¨ªan limitarse, teniendo a la dictadura enfrente, a comportarse como un sindicato normal en una democracia europea. Ten¨ªa que ser un movimiento amplio con poca y flexible organizaci¨®n-coordinaci¨®n capaz de incidir en lo reivindicativo -convenios, etc¨¦tera-, pero sin olvidar ni un momento que lo que ten¨ªa enfrente no era precisamente una patronal y un Estado democr¨¢ticos sino a unos empresarios que, salvo raras excepciones, llamaban a la polic¨ªa pol¨ªtico-social a la primera de cambio y un gobierno represor que hasta el ¨²ltimo minuto de su nefanda existencia se dedic¨® a encarcelar cuando no a fusilar a sus oponentes. De ah¨ª el necesario car¨¢cter socio-pol¨ªtico que tuvieron las CCOO durante ese periodo. Pero, por otra parte, si pretend¨ªan conseguir un cierta unidad entre los trabajadores, ¨²nica manera de ser algo eficaces, ten¨ªan que mantener su independencia no s¨®lo del Estado -lo que era obvio-, sino de los partidos pol¨ªticos, incluido el PCE, lo que era m¨¢s dif¨ªcil. No tanto porque el PCE de entonces pretendiese controlar CCOO, lo que intent¨® en alguna ocasi¨®n con ning¨²n ¨¦xito, sino porque al ser militantes comunistas la mayor¨ªa de los que se enfrentaban con la dictadura en los diferentes ¨¢mbitos de oposici¨®n, no siempre era sencillo distinguir adecuadamente los distintos planos de la actividad antirr¨¦gimen. Lo cierto es que sin independencia no hab¨ªa y no hay unidad de acci¨®n, ni eficacia sindical y, al final, esas carencias quienes las pagan son los trabajadores. Por eso produce grima que despu¨¦s del gran esfuerzo que han hecho CCOO y UGT por conquistar su autonom¨ªa sindical se alcen hoy voces predicando la intervenci¨®n del partido en el sindicato, introduci¨¦ndonos en el t¨²nel del tiempo y poniendo en riego una de las instituciones m¨¢s s¨®lidas de las democracias modernas, como son los sindicatos, en este caso, las CCOO. Esperemos que se imponga la sensatez.
V. Durante la transici¨®n, los sindicatos jugaron un papel esencial no suficientemente valorado. Conviene recordar que si se produjo un gran acuerdo pol¨ªtico -los Pactos de la Moncloa- se debi¨®, en gran medida, a que CCOO, UGT y USO se opusieron a un pacto social que el gobierno propon¨ªa a destiempo. Si los comunistas y socialistas jugaron un papel b¨¢sicamente positivo durante ese periodo fue, tambi¨¦n, porque CCOO y UGT antepusieron a cualquier consideraci¨®n de reivindicaci¨®n social o econ¨®mica la conquista y consolidaci¨®n de la democracia. Ser¨ªa leg¨ªtimo preguntarse qu¨¦ habr¨ªa ocurrido en Espa?a en los delicados a?os de la transici¨®n, con la inflaci¨®n al 26% y en plena crisis econ¨®mica, si los sindicatos se hubiesen dedicado a agitar y crear conflictos por todas partes. El protagonismo, l¨®gicamente, fue de los partidos, como por otra parte sucede en todo periodo constituyente, pero no ser¨ªa justo olvidar que si esa brillante operaci¨®n pol¨ªtica pudo hacerse fue debido a que el pueblo espa?ol y muy especialmente los trabajadores y sus sindicatos estuvieron dispuestos a hacer sacrificios con tal de que la democracia saliese adelante. A partir de entonces CCOO, en mi opini¨®n, ha recorrido una larga trayectoria ascendente de modernizaci¨®n y puesta al d¨ªa. Una nueva generaci¨®n de dirigentes y cuadros sindicales ha ido tomando el relevo de los que lo fundaron en tiempos de la dictadura. Se ha ido consolidando la unidad de acci¨®n con UGT, a pesar de las turbulencias en periodos electorales; han demostrado la independencia ante cualquier gobierno, sea de derechas o de izquierdas, y transita por una v¨ªa en la que movilizaci¨®n y negociaci¨®n son dos caras de una misma moneda. El empleo ha sustituido al salario como centro de las preocupaciones sindicales, lo que demuestra hasta qu¨¦ punto nuestros sindicatos se han racionalizado. Pero siguen apareciendo nuevos retos que ponen a prueba la capacidad de las centrales obreras de evolucionar y hacerles frente con destreza. Los rapid¨ªsimos cambios tecnol¨®gicos y la globalizaci¨®n rampante han modificado los datos de la realidad. Mientras el capital, los factores productivos y la informaci¨®n se mueven a gran velocidad a nivel planetario, y a ese nivel planifican sus estrategias, los sindicatos siguen siendo instrumentos b¨¢sicamente nacionales. El ¨²ltimo ejemplo de lo que decimos lo hemos vivido en el conflicto de la Ford en Valencia. La multinacional se permite amenazar con desplazar la producci¨®n de Almussafes a otro lugar sin encontrar una respuesta contundente de los sindicatos Ford a nivel mundial. Todos los d¨ªas, cuando abrimos el peri¨®dico nos encontramos con alguna noticia de fusiones de enormes empresas multinacionales, con el fin de ganar posiciones en un mercado globalizado. Pues bien, ser¨ªa menester que se globalizase tambi¨¦n la actividad sindical, con el fin de contribuir m¨¢s eficazmente a que se vaya globalizando el bienestar de las personas, pues tendr¨ªa gracia que se globalizase todo menos el bienestar. En cualquier caso, echando la vista atr¨¢s a esa infausta y fr¨ªa ma?ana del 20 de diciembre de 1973, uno puede consolarse pensando que de todas aquellas cosas a las que ha dedicado el tiempo de la vida p¨²blica las CCOO ha sido la que m¨¢s ¨¦xito ha tenido, tambi¨¦n en su contribuci¨®n al restablecimiento de la democracia en Espa?a.
Nicol¨¢s Sartorius es abogado.
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