"La Codorniz" vuela de nuevo 20 a?os despu¨¦s de su desaparici¨®n
Una antolog¨ªa de la revista se convierte en un ¨¦xito de ventas
Vol¨® durante los grises a?os del franquismo y cay¨® a tierra cuando la democracia echaba a andar. Paradojas del periodismo. Pero durante cuatro d¨¦cadas (1941-1978) la lista de colaboradores de La Codorniz represent¨® lo mejor del dibujo y del periodismo humor¨ªsticos. Nost¨¢lgicos de la revista y j¨®venes con ansias de redescubrir aquel humor para tiempos dif¨ªciles han convertido una antolog¨ªa de La Codorniz en un ¨¦xito de ventas.
"La aparici¨®n de La Codorniz en aquel junio de 1941, reci¨¦n terminada la guerra civil, fue un acontecimiento celebrado en su momento por unos pocos, insuficientemente alabado despu¨¦s por historiadores y soci¨®logos y todav¨ªa a falta de la clamorosa ovaci¨®n que se le debe por haber sido una de las causas de la conversi¨®n de millones de fan¨¢ticos, intransigentes y violentos espa?oles en los civilizados europeos que, m¨¢s o menos, somos hoy". Ni m¨¢s ni menos ¨¦sta es la definici¨®n que Antonio Mingote, dibujante, acad¨¦mico y antiguo colaborador de La Codorniz, ofrece en el pr¨®logo de la antolog¨ªa de la que fuera "La revista m¨¢s audaz para el lector m¨¢s inteligente".
Un humor ¨¢cido
Nacida en plena posguerra y heredera de La ametralladora, una revista de humor de la zona nacional, La Codorniz debe su impulso vital a personajes clave de la literatura y el periodismo de aquellos a?os como Miguel Mihura, Enrique Herreros, Tono, Edgar Neville, ?lvaro de Laiglesia o el propio Antonio Mingote. Con 24 p¨¢ginas grapadas a caballete, una tirada inicial de 35.000 ejemplares y un precio por revista de 50 c¨¦ntimos, La Codorniz revolucion¨® desde el principio el mortecino panorama de una prensa d¨®cil al servicio de los vencedores de la guerra. A pesar de su talante aparentemente amable, la publicaci¨®n despleg¨® un ¨¢cido humor del absurdo que cultivaron muchos de los periodistas ya citados o personajes luego tan famosos como los escritores Miguel Gila, Rafael Azcona o Evaristo Acevedo o los dibujantes Mena, Pablo, Seraf¨ªn, Chumy Chumez o M¨¢ximo. Esta n¨®mina de colaboradores, que ya integraba en buena medida el cogollo de la revista en los cincuenta, brindar¨ªa a la revista un estilo inconfundible que marc¨® su trayectoria hasta la desaparici¨®n.La difusi¨®n de La Codorniz fue creciendo a lo largo de los a?os sesenta, su etapa de mayor influencia, y a partir de una visi¨®n surrealista y esperp¨¦ntica de la sociedad espa?ola, la revista acogi¨® a todos aquellos que se mostraban cr¨ªticos con el franquismo y estaban dispuestos a tensar las cuerdas de lo permitido. Melqu¨ªades Prieto y Juli¨¢n Moreiro se?alan en Biograf¨ªa de un p¨¢jaro revoltoso, incluida en la antolog¨ªa publicada por la editorial EDAF que "de su lectura se extrae a veces noticia m¨¢s cierta sobre la realidad espa?ola que de la consulta de la prensa seria". Una opini¨®n que suscribieron la mayor¨ªa de los lectores. Sin llegar a ser una revista de oposici¨®n, La Codorniz, que alcanz¨® los 200.000 ejemplares en 1968, deviene una referencia imprescindible en la cr¨ªtica del poder. Secciones como La c¨¢rcel de papel o Cr¨ªtica de la vida se convirtieron en alimento espiritual de varias generaciones de espa?oles. Acosada por cierres gubernativos; enfrentada a la competencia de Hermano lobo, surgida en los setenta; y obligada a superar crisis econ¨®micas, La Codorniz dej¨® de aparecer en 1978.
Dos d¨¦cadas despu¨¦s, ?ngeles Gallardo, de la editorial EDAF, explica as¨ª el inter¨¦s por la antolog¨ªa: "Los que conocieron La Codorniz, quieren recordarla, y los que no pudieron leerla, han querido descubrirla".
Babelia
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