El Supremo belga condena a tres a?os de c¨¢rcel por corrupci¨®n al ex l¨ªder socialista Willy Claes
, Un sobresalto fr¨ªo atenaz¨® ayer a la vida p¨²blica belga. El Tribunal de Casaci¨®n (Supremo) de B¨¦lgica conden¨® al ex ministro de Econom¨ªa, ex vicepresidente del Gobierno y ex secretario general de la OTAN Willy Claes a tres a?os de c¨¢rcel por "corrupci¨®n pasiva". Claes, ex l¨ªder socialista flamenco, conoci¨® y toler¨®, aunque no protagoniz¨®, el caso Agusta, un soborno de 50.000 millones de pesetas entregados por la firma italiana del mismo nombre para conseguir el contrato de venta a B¨¦lgica de 46 helic¨®pteros a finales de los a?os ochenta.
En medio de la tormenta judicial, la vida pol¨ªtica discurri¨® sin dramas, sin afectar al Gobierno de coalici¨®n democristiano-socialista que preside Jean-Luc Dehaene.Ha sido el juicio del siglo en este peque?o pa¨ªs, al menos hasta que se sustancie el caso Dutroux -asesinatos de ni?os tras su violaci¨®n-, que deber¨ªa finalizar el a?o entrante. Ha sido, tras los procedimientos contra el italiano Bettino Craxi en ausencia del principal inculpado, el primer gran ajuste de los jueces europeos contra el acomodo a las pr¨¢cticas corruptas -con la excusa de la sacrosanta financiaci¨®n del partido- experimentado por varios Gobiernos socialistas europeos en los a?os ochenta.
Y ha sido tambi¨¦n una demostraci¨®n de que un tribunal puede actuar no s¨®lo con imparcialidad -independientemente de la importancia social del principal inculpado-, sino tambi¨¦n con matices y discernimiento. As¨ª parece demostrarlo la sutil distinci¨®n entre "corrupci¨®n pasiva" -algo as¨ª como una complicidad hecha de conocimiento y tolerancia sobre lo que hac¨ªan sus colaboradores, pero sin protagonizarlo- y corrupci¨®n activa, delito por el que el mismo tribunal ha condenado al empresario franc¨¦s Serge Dassault a dos a?os de prisi¨®n, tras haberse acreditado que particip¨® activamente en el pago de sobornos de 6.000 millones de pesetas para conseguir otro contrato, el de la modernizaci¨®n de los equipos electr¨®nicos de los F-16 del Ej¨¦rcito del Aire.
Adem¨¢s de capacidad de discernir, los jueces demostraron comedimiento y moderaci¨®n en su conducta, como lo indica la aprobaci¨®n de la propuesta de la fiscal de que se evite la ejecuci¨®n de la pena, por lo que los condenados no ser¨¢n fotografiados entre rejas. Adem¨¢s, salvo el presidente de los 15 magistrados -10 de ellos tienen edades inferiores a los 50 a?os-, nadie hizo declaraciones tras la pesada lectura de los 200 folios que ocupaba la sentencia, operaci¨®n en la que se invirtieron cuatro horas y media. Algo que puede ayudar a los atribulados ciudadanos belgas -aturdidos por el desvelo de las corruptelas, la ineficacia de su Administraci¨®n y los asesinatos vinculados a delitos sexuales- a recuperar cierta confianza en la vida p¨²blica.
Tampoco ninguno de los siete condenados -adem¨¢s de Claes y Dassault, un militar y dos ex ministros socialistas, Guy Co?me, de Defensa, y Guy Spitaels, ex viceprimer ministro- hizo declaraciones ¨¢speras. Una excepci¨®n, el ex secretario de la Comunidad franc¨®fona Merry Hermanus, quien, nervioso pero discreto, aleg¨®:
"Durante 11 a?os de militancia en el partido jam¨¢s he cometido un solo acto de corrupci¨®n". A todos ellos se les ha impuesto la pena accesoria de inhabilitaci¨®n para el ejercicio de cargos p¨²blicos, por un periodo de cinco a?os, aunque todos ellos defendieron su inocencia en la vista oral. Claes a?adi¨®, por boca de su abogado, que considera "terriblemente injusta" la sentencia, y anunci¨® que recurrir¨¢ al Tribunal europeo de Derechos Humanos con sede en Estrasburgo.
El juicio fue tambi¨¦n una prueba de fuego para la estabilidad de la coalici¨®n democristiana-socialista gobernante, de la que Claes fue en su momento el ministro m¨¢s joven, la estrella ascendente, la imagen meritocr¨¢tica en un pa¨ªs aristocr¨¢tico, como hijo de minero y hombre esforzado hecho a s¨ª mismo en una carrera mete¨®rica.
Habr¨¢ que dar tiempo al tiempo, es decir, esperar a las legislativas del 13 de junio de 1999, pero ya se aprecia un deterioro de la f¨®rmula bi-ideol¨®gica/ tripartita de Gobierno, los dos partidos socialistas de Valonia y Flandes y sus dos rivales socialcristianos de ambas regiones. Todo indica que los liberales, capitaneados por Louis Michel, sabr¨¢n aprovechar el desgaste del esquema casi sempiterno de coalici¨®n, siempre que no hagan demasiados aspavientos.
Si todo eso pertenece al futuro, lo que pertenece ya al pasado es la turbulenta historia de la financiaci¨®n de un partido, el socialista, descubierta en 1993, a ra¨ªz del asesinato de uno de sus l¨ªderes m¨¢s prometedores, Andr¨¦ Cols. Los papeles de esa trama, las cuentas en Suiza, actuaron entonces como una cereza que levanta otra. El amargo -para la familia socialista y para la democracia belga- postre se ha terminado. Que se sepa.
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