Ignacio Vidal-Folch publica una novela centrada en el arte contempor¨¢neo
Wagner contra Kasperle. El tal Wagner no es Richard, sino Cees Wagner, director del Stedelijk Museum de Amsterdam. Por su parte, Kasperle no es Nietzsche ni la marioneta que tira puntapi¨¦s creada por Josephine Siebe, sino un artista punki que ha realizado una irreverente instalaci¨®n-retrato del gran gestor cultural sirvi¨¦ndose de los informes de un detective privado. Integraci¨®n y apocalipsis se dan caza sin piedad en La cabeza de pl¨¢stico (Anagrama), la ¨²ltima novela de Ignacio Vidal-Folch, una invitaci¨®n a reflexionar sobre el ser y el estar del arte contempor¨¢neo a trav¨¦s de una peripecia a mitad de camino entre el reportaje y el g¨¦nero policiaco."Es una novela sobre el malestar del bienestar", afirma.El bienestar est¨¢ encarnado por el director del museo holand¨¦s, un funcionario de nivel europeo, competente, confortablemente instalado en sus certezas. Ha luchado sinceramente por la difusi¨®n del arte contempor¨¢neo. Pero un buen d¨ªa se proyecta sobre ¨¦l la sospecha del rid¨ªculo, y su castillo se viene abajo.
"A partir de 1991, sobre todo en Francia, pero tambi¨¦n en Espa?a, se abre un debate p¨²blico sobre el sentido y la validez del arte contempor¨¢neo. Es un debate promovido por la derecha que ha accedido al poder, tras a?os de protecci¨®n y funcionalizaci¨®n de la contemporaneidad por parte de los socialistas. El mercado se hunde, la obra adquirida algunos a?os antes pierde valor, y surge la gran cuesti¨®n: "?No me habr¨¢n estado tomando el pelo?". Curiosamente, el arte es lo ¨²nico que pasa a ser cuestionado. No dudamos de las virtudes de la Bolsa, las fusiones bancarias, el Estado, la econom¨ªa de mercado, la competitividad, la polic¨ªa, la inform¨¢tica, la televisi¨®n... pero s¨ª del arte, ese gran enga?abobos".
Kasperle, artista punki
El cabreo es el coto privado de Rudi Kasperle, el artista punki. "He encarnado la esquizofrenia entre certezas y cabreo en los dos personajes, cosa que no quiere decir que yo tome partido. No pretendo cargarme el arte contempor¨¢neo, como tampoco lo defiendo a ultranza. Me gustar¨ªa que la novela aportara algo a la discusi¨®n entre apocal¨ªpticos e integrados. Hay cierto humor dirigido a ambos". Para la ilustraci¨®n de la portada ha elegido Vidal-Folch El esp¨ªritu c¨®mico, de Ren¨¦ Magritte (1928), una figura de papel recortado, inquietantemente gigantesca sobre el desolado paisaje de fondo. "La presencia de este hombre de papel me parece a la vez imponente y ornamental como la de tantos comisarios de arte y ma?tres-¨¤-penser encargados de vaticinar qui¨¦n sube y qui¨¦n baja, qui¨¦n ha abrazado el futuro y qui¨¦n, en cambio, ha sido aplastado por la rueda de la historia". La cabeza de pl¨¢stico es un di¨¢logo trepidante entre las dos esferas, ambientado, con lujo de detalles realistas, en Amsterdam. "Es ficci¨®n, pero poca ficci¨®n. Este relato se coloca entre el reportaje, el libro de viajes, la autobiograf¨ªa y la ficci¨®n. Chupa de todo ello con absoluta libertad".
Babelia
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