Casi al borde del pleno acierto
La noche de los Goya estuvo a punto de ser un acierto pleno. No lo fue por la inconsecuencia final de los votantes de la Academia de considerar como mejor pel¨ªcula a La ni?a de tus ojos, que era sin duda el mejor trabajo de producci¨®n, el mejor y m¨¢s competente ejercicio de oficio, pero que como obra de creaci¨®n, como punta de lanza en la apertura de caminos para el cine de ahora, espa?ol y no espa?ol, hay que situar bastante por debajo de lo que aporta Barrio.Tuvo gancho, atractivo, se not¨® que hab¨ªa viveza, buen juego y reconocimiento de verdaderas calidades en el reparto de las estatuas. Hab¨ªa sensaci¨®n de lucha, hab¨ªa aires de verdadera competici¨®n y pod¨ªan barajarse sin disonancia combinaciones perfectamente defendibles distintas de las finalmente decididas por los miembros de la Academia. Pero la adoptada, con todo lo que para sus detractores tenga (en algunos apartados, sobre todo el de la mejor pel¨ªcula) de discutible e incluso de injusta, fue en casi todo coherente y da la impresi¨®n de emanada de criterios de alta profesionalidad, confeccionados por gente que en su mayor¨ªa sabe de cine y no se limita a opinar de cine.
Pero qued¨® flotando en el aire la inc¨®gnita, o la contradicci¨®n, de c¨®mo es posible que Barrio, que obtuvo con clamorosa justicia los Goya al mejor gui¨®n, a la mejor direcci¨®n y a la mejor actriz revelaci¨®n, fuera desbancada en el Goya a la mejor pel¨ªcula por La ni?a de tus ojos, que gan¨® premios t¨¦cnicos muy merecidos y un buen Goya para Pen¨¦lope Cruz, que hace un trabajo eminente, pero que como propuesta cinematogr¨¢fica, como relato y como ejercicio de filmaci¨®n es de mucho menor alcance que aqu¨¦lla. Y no porque La ni?a de tus ojos sea mala, que no lo es aun que tenga un gui¨®n deficiente, si no porque Barrio va mucho m¨¢s lejos que ella y bucea en honduras mucho mayores y arriesgadas.
Pleno acierto que Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, el portentoso actor, obtuviera por fin un premio Goya para un trabajo suyo no de reparto. Su creaci¨®n del anciano hidalgo en El abuelo sostiene por entero la pel¨ªcula, que en otros aspectos es endeble, y le da u?a solidez que el filme c¨®mo conjunto no tiene: le da v¨¦rtebra, sentido, le otorga esos instantes m¨¢gicos de aut¨¦ntico genio que pide e genio del drama de P¨¦rez Gald¨®s en que la pel¨ªcula se inspira. Ver a Fern¨¢n-G¨®mez dar cuerpo al terrible y tierno Albrit, una de las m¨¢s complejas composiciones de la literatura dram¨¢tica moderna espa?ola, es un regalo impagable. Es toda la pel¨ªcula. Y si se a?ade que la ausencia de Fern¨¢n-G¨®mez en la sala fue acompa?ada por la ausencia definitiva de Rafael Alonso, al que se otorg¨® in memoriam un Goya por toda su espl¨¦ndida carrera, se redondea el acierto, porque la r¨¦plica de Alonso a Fern¨¢n-G¨®mez en El abuelo est¨¢ a la altura del replicado. Si el resto de este filme es com¨²n, lo que Fern¨¢n-G¨®mez aporta, cara a cara con Alonso, es descomunal.
Pleno acierto que Fernando Le¨®n, que en rigor fue el triunfador de la noche, se llevara el Goya a la mejor direcci¨®n. Y tambi¨¦n hubo ese tino en la concesi¨®n a su Barrio del Goya al mejor gui¨®n original, como a Mensaka el correspondiente al mejor gui¨®n adaptado. Lo son, con mucho. La precisi¨®n de la inventiva documental y fabuladora del primero, que logra una construcci¨®n sin fisuras, elegante, viv¨ªsima y me atrevo a decir que insuperable; y la libertad y el rigor y la sutileza de la adaptaci¨®n de Luis Mar¨ªas en el segundo filme, superaban claramente a los defendibles trabajos de escritura de sus colegas competidores. No hab¨ªa, a mi juicio, color.
Y, de esta manera, el reconocimiento al talento del cineasta integral que es Fernando Le¨®n qued¨® sancionado con un acto de magn¨ªfica decisi¨®n colectiva, que a mi juicio debiera haberse redondeado con la concesi¨®n a Barrio del gran Goya a la mejor pel¨ªcula. No fue as¨ª, pero esta inconsecuencia no impidi¨® al joven director y guionista convertirse en la m¨¢xima presencia de la noche, en su protagonista indiscutible.
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