El gran avance de un director
El Festival de Canarias ha intensificado en su 15? edici¨®n el g¨¦nero l¨ªrico en versi¨®n de concierto, propiciando con La Walkyria de Wagner la primera ¨®pera completa de V¨ªctor Pablo P¨¦rez con la Sinf¨®nica de Tenerife. Digo completa porque a finales del 97 ya hab¨ªan interpretado el tercer acto causando sensaci¨®n. Ahora, en dos d¨ªas, han vuelto a la carga. La primera entrega, con los dos primeros actos, ha sido sensacional.V¨ªctor Pablo P¨¦rez es un caso extra?o entre los directores de orquesta espa?oles. En vez de andar de aqu¨ª para all¨¢, ha centrado su actividad en dos orquestas perif¨¦ricas, la de Galicia y la de Tenerife, a las que ha situado en lo m¨¢s alto del escalaf¨®n espa?ol. Una vez con las orquestas rodadas, se est¨¢ introduciendo pasito a pasito en la ¨®pera, un terreno para el que est¨¢ especialmente dotado. Con la de Galicia en Mozart, un compositor id¨®neo para el sonido de los gallegos. Con la de Tenerife el arranque ha sido wagneriano. Tiene que ver, tambi¨¦n, con la personalidad de la orquesta canaria y su compacta musicalidad.
Para los que opinan que la piedra angular de una ¨®pera es el sonido orquestal, La Walkyria de V¨ªctor Pablo marca una cota de privilegio en nuestro pa¨ªs. La Sinf¨®nica de Madrid o la Orquesta del Liceo, por citar a las titulares de los dos teatros de ¨®pera con m¨¢s empaque, est¨¢n hoy en d¨ªa considerablemente alejadas de la calidad de las orquestas de V¨ªctor Pablo. Si el director burgal¨¦s sigue avanzando en esta direcci¨®n, y hay soportes sociales e institucionales detr¨¢s, los motores de la ¨®pera en nuestro pa¨ªs pueden cambiar de ubicaci¨®n. Todo ello, claro, si se cuenta con un bloque homog¨¦neo de cantantes-actores, como los hubo en La Walkyria, y todo ello a la espera del desaf¨ªo esc¨¦nico.
La lectura de V¨ªctor Pablo en La Walkyria fue muy anal¨ªtica, casi did¨¢ctica, en la exposici¨®n de los motivos conductores, y muy po¨¦tica y apasionada en su desarrollo. Alejado de la seducci¨®n f¨ªsica y gestual,V¨ªctor Pablo desarroll¨® un trabajo de obrero de la batuta, muy a lo kapellmeister antiguo, nada vistoso y tremendamente sensible, sacando un sonido bell¨ªsimo de los instrumentos de viento y apoy¨¢ndose en el equilibrio de unas cuerdas globalmente impecables.
Entre los cantantes caus¨® conmoci¨®n la Fricka de Felicity Palmer. Fue, en cualquier caso, m¨¢s destacable el conjunto que las individualidades, lo cual no impide elogiar la sensibilidad y el fraseo en la zona media de Eva Johansson (Sieglinde), la energ¨ªa y el empuje de Simon Estes (Wotan), la limpieza e incisividad de J. Niskanen (Siegmund), la personalidad y elegancia de Carole Yahr (Br¨¹nnhilde), y la presencia y pulcritud de J. Ryh?nen (Hunding).
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