OPINI?N Consejo de lo audiovisual, s¨ª pero superior JOSEP L?PEZ Y JULI? ALVARO
En Francia, Catherine Trautman, ministra de Cultura y Comunicaci¨®n, y su jefe, Lionel Jospin, preparan, no sin ciertas dificultades, una nueva ley audiovisual. La intenci¨®n de los dos dirigentes socialistas con esa iniciativa es reforzar y aumentar el poder de la m¨¢xima autoridad en la materia: el Consejo Superior del Audiovisual. Un ejemplo: Jospin y Trautman pretenden que toda modificaci¨®n de capital entre los accionistas de una cadena de televisi¨®n sea examinada y aprobada por el CSA, que podr¨¢ vetar la operaci¨®n si observa alg¨²n peligro de "grave atentado al pluralismo o a la independencia de la informaci¨®n". Pirineos abajo somos residentes de otra galaxia. Dudosa originalidad audiovisual que se empe?aron en mantener quienes gobernaron hasta el bienio 1995-1996 y a la que el aznarismo sigue aferrado. El proceso de integraci¨®n entre quince pa¨ªses, la construcci¨®n europea tambi¨¦n es audiovisual. Es necesario recordarlo aunque s¨®lo sea porque generalmente los pol¨ªticos en este pa¨ªs parece que lo ignoran. Y la armonizaci¨®n audiovisual de nuestros vecinos transpiren¨¢icos pasa por la creaci¨®n del Consejo Superior de lo Audiovisual. Atribuciones No estamos hablando de un consejo asesor desprovisto de poder. Francia y el Reino Unido son dos buenos ejemplos entre los varios existentes en el conjunto de la Uni¨®n Europea. El CSA franc¨¦s y la Independent Television Comission brit¨¢nica est¨¢n configurados de modo que no coincidan autom¨¢ticamente con el mandato ni con la l¨ªnea pol¨ªtica del Gobierno en el poder. Las atribuciones del Consejo Superior del Audiovisual son numerosas y van desde nombrar al presidente y a los consejos de administraci¨®n de las cadenas p¨²blicas hasta fijar reglas imparciales de acceso a la pantalla en elecciones, pasando por el ejercicio -como ¨²ltimo recurso- de la coerci¨®n. La Cinco fue cerrada por el CSA porque no cumpl¨ªa la legislaci¨®n vigente y la privada TF1 tuvo que pagar 45 millones de francos por no respetar el 60 por ciento de obras de ficci¨®n europeos. Una m¨¢xima autoridad audiovisual, independiente del poder pol¨ªtico y econ¨®mico es perfectamente posible en el Pa¨ªs Valenciano. Y por encima de todo, es necesaria: se trata de evitar que alguien, alg¨²n d¨ªa pueda transferir a la televisi¨®n la amenaza lanzada por el serbio Radovan Karadzic contra la historia: si no es nuestra, no debe existir.
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