El Unicaja se va por donde vino
El Barcelona jug¨® sin concesiones y estuvo a punto de humillar a su rival
El Unicaja se fue por donde vino, consecuencia inmediata de su pereza. Lleg¨® a Valencia con la guardia baja, desali?ado, sin demasiado ¨¢nimo, pensando que el Barcelona le dar¨ªa un trato de favor y ya llegar¨ªa el momento de jugar, de vivir emociones. Cuando despert¨® estaba en la cuneta, con el rival a 30 puntos de distancia. La Copa no perdona estas actitudes. Es un torneo r¨¢pido. O est¨¢s o te vas.La eliminatoria no tuvo casi ning¨²n contenido porque el presunto favorito, el Barcelona, no vino de visita. Dej¨® su tarjeta de presentaci¨®n en tres minutos: fuerza en los contactos, concentraci¨®n y presteza. Defensa y rebote. Puede parecer un tanto primitivo, pero es eficaz para entrar en calor desde el primer momento. A los cinco minutos hab¨ªa cruzado la barrera de los diez tantos (19-6) y no daba sensaci¨®n de tomarse un respiro. Entre tanto, su rival mostraba un desconcierto cercano a la desidia: no hab¨ªa forma de que se enterase de por d¨®nde iba el asunto.
BARCELONA 87
UNICAJA M?LAGA 72Barcelona: Djordjevic ( 14), Fern¨¢ndez (5 ), Gurovic (1 ), Alston (10 ), Due?as (13 ); Rentzias (14 ), Rodr¨ªguez (9 ), Esteller (14 ), Navarro (2), Junyent (4) y Alzamora (1) . Unicaja: L¨¢zaro (0 ), Babkov (4 ), Miller (5), Romero (6 ), Sallier (5 ); ?valos (6 ), Orenga (12 ), Marcaccini (10 ), Serrano (13 ), Guill¨¦n (11). ?rbitros: Ramos, De la Maza y Llamazares.
Y el asunto era muy sencillo. Para calentar motores, el Barcelona utiliz¨® droga dura. Es decir, juego dentro de la zona, cara de pocos amigos, balones para Due?as y atenci¨®n a cada rebote. 20 de sus primeros 29 tantos los anotaron entre Due?as y Rentzias, poco menos que debajo del aro, se?al de que no exist¨ªa, de parte azulgrana, ning¨²n tipo de refinamiento. Luego, alg¨²n que otro triple para hacer m¨¢s amarga la dosis.
Algunos jugadores del Unicaja se hab¨ªan presentado mal afeitados al partido. No es un detalle t¨¦cnico que deba ser apreciado, es un detalle est¨¦tico que, en ocasiones, revela un estado de ¨¢nimo. No estaba bien afeitado Babkov, por ejemplo, el hombre clave en el Unicaja, y acab¨® con cuatro puntos. No parec¨ªan estarlo ni L¨¢zaro ni Romero. Tampoco ?valos. As¨ª que la desgana se contagi¨® a los dos americanos, hombres ciclot¨ªmicos por costumbre, que acabaron desertando ante Due?as. Para ese momento, el Barcelona estaba ya en los 20 tantos de diferencia (36-15) y a¨²n quedaba tiempo para el descanso. El partido no ten¨ªa arreglo.
Lejos de considerar alguna otra forma de meterle mano al Barcelona, algunos jugadores del Unicaja optaron por la tradicional excusa de ponerle mala cara a los colegiados. Fallaban un rebote, mala cara. Regalaban el pase, mirada al colegiado. Ning¨²n cambio de defensa, ninguna paciencia, poca agresividad, mala selecci¨®n de tiro, todo un compendio de errores.
El partido naci¨® en la segunda parte sin arreglo a pesar de que el resultado final no fuera tan aparatoso. Poco despu¨¦s de la reanudaci¨®n, el Barcelona conquistaba ventaja de 30 puntos y el asunto amenazaba paliza en toda regla. Pedro Ram¨ªrez, el t¨¦cnico del Unicaja, tom¨® entonces la mejor decisi¨®n, la ¨²nica posible en esas circunstancias: puso en cancha al joven Serrano, a Guill¨¦n y a Marcaccini, en compa?¨ªa de Orenga, que le pusieron m¨¢s esp¨ªritu y jugaron a remediar los desperfectos. Orenga, veterano ya a estas alturas, de vuelta de muchas cosas, se encontr¨® con ganas y prob¨® suerte con el tiro de media distancia, muy mejorado, progresi¨®n habitual en hombres ya curtidos, una forma de irse adaptando al inevitable paso del tiempo: cuando el f¨ªsico comienza a decaer, se mejora la t¨¦cnica. En el banquillo quedaban como espectadores los tres extranjeros, Babkov, Miller y Sallier.
La ventaja fue disminuyendo sin hacer peligrar el marcador final, entre otras cosas porque el Barcelona se excedi¨® en su rigidez. Estaba tan empe?ado en trabajar que se olvid¨® de disfrutar de su juego. El Barcelona ha entrado en la Copa desde el primer minuto: no parece querer cometer los errores de otras veces en un torneo que se le resiste a los grandes.
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