Quo vadis, Arzalluz
Tuve que hacer un esfuerzo de imaginaci¨®n para convencer a un amigo periodista sueco, de vacaciones en Espa?a, de que la asamblea de concejales celebrada en Pamplona no ten¨ªa como fin solidarizarse con los concejales asesinados y amenazados por ETA, sino, de alguna manera, todo lo contrario. Pas¨¦ a explicar a mi colega que el PNV y Eusko Alkartasuna, dos partidos considerados inequ¨ªvocamente democr¨¢ticos, no s¨®lo no se solidarizan con los amenazados, sino que forman pi?a con los amenazadores, hasta el punto de participar en reuniones p¨²blicas para proyectar un futuro com¨²n. Cuando llegu¨¦ al punto de la explicaci¨®n que trataba de la presencia de Josu Ternera en la Comisi¨®n de Derechos Humanos del Parlamento Vasco y de la circunstancia ocurrida, del boicoteo institucional del PNV para condenar la aplicaci¨®n de la ley que impide a este sujeto salir de la c¨¢rcel, convinimos los dos en cambiar de tema de forma radical. As¨ª que conversamos de Europa, de m¨²sica, de f¨²tbol y hasta de las ¨²ltimas peripecias de Monica Lewinsky. Hasta el deporte y el puritanismo americano tienen un ¨¢pice de l¨®gica razonable capaz de acercar a un periodista del norte a las preocupaciones de otro mediterr¨¢neo. Fue una decisi¨®n inteligente que nos alivi¨® de perder una tarde en explicaciones imposibles. Desconocemos la motivaci¨®n ¨²ltima de Xabier Arzalluz y Joseba Egibar para abandonar el camino emprendido hace m¨¢s de veinte a?os y sustituir la v¨ªa del Estatuto de Autonom¨ªa por la reivindicaci¨®n de la soberan¨ªa para Euskadi y la recuperaci¨®n de la enso?aci¨®n sabiniana del zazpiak bat (siete en uno), en alusi¨®n a la unificaci¨®n de las cuatro provincias vasco-espa?olas y las tres francesas que ahora, por concreci¨®n del irredentismo sabiniano, se han reducido a seis, mediante la unificaci¨®n mental de la Navarra espa?ola y la francesa. La senda de Estella s¨®lo es transitable para el PNV si no se establecen etapas, plazos, horarios ni peajes. En la medida que el Partido Nacionalista Vasco tenga que explicar a su electorado los nombres de las estaciones intermedias, el coste de los accesos y el destino final del camino, su electorado, al menos el m¨¢s moderado, se va a horrorizar. El Partido Nacionalista Vasco es un excelente manipulador de la enso?aci¨®n como arma pol¨ªtica. Su objeto de deseo no existe. No ha existido nunca nada que se le parezca. Lo que se adivina en el recorrido de Xabier Arzalluz es una Euskadi independiente en el seno de la Uni¨®n Europea, engarzada en el siglo XXI con criterios del XVIII, con ciudadanos uniformizados en el enga?o de una tradici¨®n construida sobre la mentira y de un futuro que nadie est¨¢ dispuesto a admitir en el mundo. Nada de lo que se nos dice del pasado es cierto. Jam¨¢s ha existido Euskal Herr¨ªa o Euskadi como comunidad pol¨ªtica, al margen de la fugaz subsistencia del Estatuto de 1936 y del vigente, de Gernika. En los mejores tiempos, esos que se cultivan en una nostalgia indefinible, una parte de Euskal Herr¨ªa eran se?or¨ªos de Castilla y otra pertenec¨ªa al viejo Reino de Navarra. El retorno foral, que nadie reivindica y que es lo ¨²nico hist¨®ricamente cierto, es un juego de ni?os comparado con las facultades del Estatuto de Autonom¨ªa. La propia doctrina de Sabino Arana, fundador del PNV, ni se exhibe ni se renueva. Su lectura produce sonrojo a cualquiera, pero los nacionalistas vascos tampoco tienen el coraje intelectual de renunciar al fundador y formular una nueva ideolog¨ªa. S¨®lo la torpeza y la ignominia del franquismo pudo alimentar este enga?o con la justificaci¨®n de la resistencia a la dictadura, se?uelo por el retorno a un sitio en el que nunca se hab¨ªa estado. Ahora, el PNV ha abandonado la senda constitucional y estatutaria. Nada de lo que con tanto sacrificio se construy¨® durante la transici¨®n est¨¢ vigente para Xabier Arzalluz. El discurso del incumplimiento del desarrollo estatutario se ha sustituido por el del "¨¢mbito vasco de decisi¨®n", una restricci¨®n mental en la mejor tradici¨®n de los confesionarios. Hemos aceptado como v¨¢lida la mentira tantas veces repetida de la falta de desarrollo del Estatuto Vasco. No sirve para nada que Euskadi tenga Gobierno y Parlamento, polic¨ªa propia, Tribunal Superior de Justicia, autonom¨ªa recaudatoria y ley del cupo, dos canales de televisi¨®n p¨²blica, competencias sobre educaci¨®n y capacidad para decidir que sus funcionarios cobren hasta un 40% m¨¢s que los de otras comunidades. No hay un solo pa¨ªs en el mundo, incluidos los que tienen estructura federal, que goce de esas competencias de autogobierno. Pero el secreto del Partido Nacionalista Vasco es que siempre gana las discusiones, porque jam¨¢s dice exactamente lo que pretende. Todo se encubre en una f¨®rmula ambigua del derecho a la autodeterminaci¨®n, como una constante hist¨®rica anclada en un pasado inexistente, y que amenaza con materializarse cuando a ellos les convenga. Lo que el PNV nos est¨¢ pidiendo al resto de los espa?oles es que renunciemos a una forma de organizaci¨®n estable, moderna y de progreso, pendientes de cu¨¢ndo quieran formular sus reivindicaciones. Los nacionalistas vascos quieren impedirnos dise?ar la Espa?a del siglo XXI, porque sostienen que tienen derechos irrenunciables que pretenden ejercitar cuando les convenga, sin tener en cuenta que nos afectan a todos. Naturalmente, cuentan con la cualidad esencial de la violencia terrorista, que logra disipar y subvertir todos los debates. Ahora, el se?uelo de la paz nos convoca a la claudicaci¨®n del proyecto de convivencia de la Constituci¨®n de 1978, s¨®lo para que no haya m¨¢s muertos. Nada se nos dice del camino adonde nos conducen las concesiones a ETA, que ahora son tambi¨¦n los intereses del PNV, y se nos pide una fe ciega en que ellos sabr¨¢n conducir el proceso y que el resultado ser¨¢ transitable. El ¨²ltimo episodio de esta huida es la asamblea de concejales en Pamplona. La provocaci¨®n a la instituci¨®n del Amejoramiento del Fuero y del Estatuto es la m¨¢s eficaz para dividir a los vascos en donde m¨¢s cerca tienen la capacidad de participar: en los ayuntamientos. La fractura social de una Euskadi s¨®lo para nacionalistas ha encontrado su mejor camino.
La broma pesada s¨®lo tiene una soluci¨®n de coraje. Aceptar el reto del debate pol¨ªtico, pero sin ventaja para nadie. La mayor¨ªa de los espa?oles tenemos una idea clara de nuestro marco de libertad y de convivencia. Por abajo, una Espa?a solidaria organizada en comunidades aut¨®nomas donde la democracia de participaci¨®n en las instituciones es el ¨²nico veh¨ªculo de legitimidad de la autonom¨ªa. Una democracia auton¨®mica anclada en los derechos actuales de los ciudadanos al ejercicio de la libertad y no en ning¨²n ba¨²l travestido de la historia. Entender las autonom¨ªas como una forma de progresi¨®n y desarrollo de la democracia, que acerca a los ciudadanos a la participaci¨®n pol¨ªtica y act¨²a como f¨®rmula centr¨ªpeta de solidaridad con los dem¨¢s ciudadanos de Espa?a y no como una inercia centr¨ªfuga de aislamiento. Y, por arriba, una Uni¨®n Europea en la que la cesi¨®n de una parte de la soberan¨ªa se hace para construir una solidaridad continental, para el progreso de los pueblos, la cohesi¨®n entre las naciones y el desarrollo. A todo esto, el Partido Nacionalista dice, sencillamente, no. Pero tampoco nos explica su pretensi¨®n de entrar en la Uni¨®n Europea. Ni cu¨¢ndo piensa salir de Espa?a y de Europa, para ponerse a la cola de los pa¨ªses que aspiran a tener una estrella en la bandera de la Uni¨®n. Xabier Arzalluz debiera tener algo de honestidad intelectual y decirles a sus ciudadanos en qu¨¦ lugar pretende colocar a Euskadi en la cola para acceder a Europa. El escalaf¨®n es de lo m¨¢s atractivo: Estonia, Lituania, Serbia, Croacia, Bulgaria y hasta Albania. Tal vez Arzalluz piense que tiene influencia para saltarse la cola. Pero a todos nos gustar¨ªa saber con qu¨¦ varita m¨¢gica va a convencer a los pa¨ªses europeos para que modifiquen los criterios esenciales del Tratado de Roma.
La ventaja de Xabier Arzalluz radica en su convicci¨®n de que los espa?oles, incluidos los vascos no nacionalistas, est¨¢n dispuestos a ceder por aburrimiento. Por el cansancio de la muerte y del terrorismo. Cualquier cosa, con tal de que no haya muertos. Y el tiempo, en esta carrera dislocada, juega a favor de los filibusteros de la democracia, porque ni siquiera tienen prisa para sacar a sus presos de la c¨¢rcel.
Cuando me desped¨ª de mi amigo sueco, en el aeropuerto de Barajas, me record¨® la conversaci¨®n del fin de semana sobre los vascos. Entonces, como un esfuerzo ¨²ltimo de explicaci¨®n, le record¨¦ unas palabras sabias del profesor Tierno Galv¨¢n, pronunciadas en un mitin en Renter¨ªa, tres d¨ªas antes de que ETA asesinara al senador Enrique Casas: "Los etarras son los ¨²ltimos espa?oles violentos". "Ah, claro", me contest¨® el periodista n¨®rdico, "¨¦ste es el ¨²ltimo cap¨ªtulo de la historia de violencia, autoritarismo y luchas fratricidas de la vieja Espa?a. Me imagino que no es f¨¢cil convencer a todos los espa?oles de las bondades de la democracia. Cuarenta a?os de dictadura pesan mucho para cualquiera. A fin de cuentas, la modernidad no se improvisa. Tendr¨¢n que tener ustedes paciencia con estos espa?oles antiguos".
El sueco lo pill¨® a la primera. El camino de Estella es la nostalgia de algunos espa?oles trasnochados, fan¨¢ticos y autoritarios, que se resisten a convertirse en ciudadanos modernos de una Europa democr¨¢tica. Eso es, precisamente, lo que Xabier Arzalluz debiera explicar a sus electores: que la senda de Estella s¨®lo conduce al pasado.
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