Una oportunidad para las ciudades ensangrentadas
El veredicto de Brooklyn no s¨®lo sienta un precedente hist¨®rico contra la impunidad, sino que supone un fuerte rev¨¦s para una industria que hace s¨®lo tres d¨ªas celebraba una sonada victoria en Georgia, cuando ese Estado sure?o aprob¨® una ley que prohib¨ªa a sus ciudades y condados entablar cualquier clase de acciones legales contra las empresas de armas. Todo cambi¨® radicalmente ayer. La sentencia de Brooklyn significa que ha sonado la hora para las demandas en curso de otras ciudades en las que las balas han dejado un reguero de sangre: Nueva Orleans, Chicago, Bridgeport, Miami-Dade y Atlanta. Mientras que en Brooklyn fueron las familias las que sentaron a la industria en el banquillo, los ayuntamientos han acudido a los tribunales para responsabilizar econ¨®micamente a los fabricantes por las muertes.
La diferencia es importante, porque ¨¦sta es una guerra de dinero para una industria cuyas ganancias anuales ascienden a 435.000 millones de pesetas. Si los ciudadanos se querellan individualmente, la indemnizaci¨®n es, al menos en teor¨ªa, mucho menor. Pero cuando entran los ayuntamientos, las sumas pueden ser astron¨®micas.
La proliferaci¨®n de armas es sobre todo grave en los Estados sure?os, donde cualquier ciudadano puede entrar a una armer¨ªa y comprarse un rifle semiautom¨¢tico, con el ¨²nico requisito de identificarse con el carn¨¦ de conducir.
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