Garc¨ªa Esteve
ROSA SOLBES Puso en un brete al fiscal del TOP (Tribunal de Orden P¨²blico, para j¨®venes y olvidadizos) al preguntarle si le gustar¨ªa ser acusado de terrorista s¨®lo porque la polic¨ªa encontrara en su casa una botella de salfum¨¢n. Se atrevi¨® a llamar asesino a Franco en sus escritos jur¨ªdicos (la lucecita a¨²n alumbraba El Pardo) y "poco viriles" a quienes apaleaban chicas manifestantes. Se enfrent¨® a la Seat cuando se habr¨ªa hecho millonario asesor¨¢ndola. Reclam¨® la devoluci¨®n de libros prohibidos y panfletos incautados en un registro "porque son textos de estudio". Y denunci¨® torturas en los calabozos al tiempo que desgranaba, vehemente, unos discursos inspirados en la t¨¦cnica del absurdo. El martes, el Consell Valenci¨¤ de Cultura present¨® el libro homenaje a Garc¨ªa Esteve, y all¨ª nos juntamos un buen pu?ado de parientes, amigos y conocidos para constatar que Alberto acab¨® por convertirse, en palabras de Antonio Montalb¨¢n, en patrimonio universal del antifranquismo. Para los presos pol¨ªticos fue un nexo con el exterior. Con los comunes, un ejemplo de solidaridad. Junto a los obreros, una inyecci¨®n de moral: hab¨ªa alguien que, con minuta o sin ella estaba dispuesto a luchar por sus derechos hasta donde hiciera falta. Quien escribi¨® "intercesor" y "palad¨ªn" en el diccionario como sin¨®nimo de "abogado" deb¨ªa conocer a Garc¨ªa Esteve en acci¨®n. Pecero ortodoxo, ayud¨® a izquierdistas, lesbianas y estudiantes. Si alguien merec¨ªa los calificativos de enemigo de la intolerancia, unitario e integrador, era aquel maestro del destartalado bufete de la calle Almirante que so?aba con un comunismo en que todos tuvieran derecho a co?ac de 12 a?os. Un lugar que pronto se convirti¨® en referente para el movimiento obrero y en vivero de profesionales que so?aban con alcanzar sus tablas ante el tribunal, su genial brillantez, su contundencia argumental y aquella afilada prosa con que apuntalaba unos escritos de defensa llenos de iron¨ªa y de recursos literarios (copio a Rafael Pla). Garc¨ªa Esteve defend¨ªa a un rojo y acababa sentando al R¨¦gimen en el banquillo. Eso lo recordamos bien los periodistas, que en ¨¦l encontramos una fuente de informaci¨®n y contactos inestimable. Y a un colega, que nos contaba de sus juveniles cuitas en publicaciones de nombres ¨¦picos: Pueblo, La Correspondencia, La Antorcha, Verdad, Vanguardia, Lucha, Mundo Obrero, Frente Rojo... Emili Gisbert ha dicho que fue una de las personas con mayor n¨²mero de entrevistas realizadas y no publicadas por lo radical de sus declaraciones. Y a Mercedes Arancibia la alert¨® contra el odio de los fascistas por los periodistas (le hab¨ªan condenado a muerte exclusivamente por serlo). Pero el martes no se trataba de hacer discursos sobre la tumba de nadie, as¨ª que despu¨¦s de unos pucheros inevitables acabamos riendo con la comprobaci¨®n de que no hay ley sin agujero para quien sabe encontrarlo. Ejemplo: manifestaci¨®n estudiantil y asalto policial al Cl¨ªnico. Sanci¨®n a su defendida-detenida, injusta porque: "Corren rumores. Pero lo ¨²nico cierto y oficial, seg¨²n la televisi¨®n espa?ola y en el ¨¢mbito universitario, es que una tuna compostelana ha marchado a Argentina a interpretar las canciones de Fonseca". (Luego, si no se produjo algarada, no tiene por qu¨¦ haber castigo). Otro (de 1969): "Tendr¨ªamos que remontarnos a situaciones pol¨ªticas ya desaparecidas (por ejemplo, el nazismo alem¨¢n) para encontrar normas que concediesen a la Administraci¨®n la facultad arbitraria de imponer las sanciones que estimase pertinentes...". Y luego dicen que El Guerra ten¨ªa valor.
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