Robert Altman cierra el certamen con una graciosa comedia de intriga macabra
Las pel¨ªculas de Tavernier, Malick y Kragh-Jacobsen, muy por encima del resto
ENVIADO ESPECIALCerr¨® el concurso La fortuna de Cookie, graciosa comedia de intriga macabra dirigida por Robert Altman. Est¨¢ por debajo de las grandes obras de este gran cineasta, pero se disfruta contemplando su maestr¨ªa y la del reparto encabezado por Glenn Close. La Berlinale est¨¢ vista para sentencia, pero nadie aventura qu¨¦ filme puede ganar el Oso de Oro, pues si el del franc¨¦s Bertrand Tavernier es considerado sin discusi¨®n como el mejor por periodistas y profesionales, circulan por aqu¨ª filtraciones de que en el jurado no hay tal unanimidad, por lo que ma?ana puede sonar aqu¨ª m¨²sica de bronca, el reconfortante recurso al abucheo.
?a commence aujourd'hui, el bell¨ªsimo filme de Bertrand Tavernier es -al mismo tiempo que una obra maestra- una rareza, porque nadie discute su elevaci¨®n y su perfecci¨®n en un foco de disidencias como es habitualmente ¨¦ste. Pero los rumores suenan e indican que en el jurado, donde en cambio suelen reinar las unanimidades, s¨ª hay opiniones encontradas frente a esta majestuosa obra de arte. Y como ¨²nica alternativa no demasiado injusta, en caso de que a este filme le sea arrebatado hoy el Oso de Oro, s¨®lo quedan otros dos: la formidable La delgada l¨ªnea roja, de Torrence Malick, y la sorpresa que nos ha dado el dan¨¦s Kragh-Jacobsen con su notabil¨ªsimo Mifune.Popularidad
Si ninguno de estos tres filmes mayores, situados en un estadio superior, se llevase el gran premio, ¨¦ste, por fuerza, ir¨ªa a parar, bien a una obra bonita, pero muy inferior, como Shakespeare enamorado, en cuya espalda empuja la presi¨®n de la popularidad y la comercialidad, adem¨¢s de su condici¨®n de pel¨ªcula mimada en los oscars que vienen; o bien a buenas pel¨ªculas, pero de mucho menos fuste que aquellas tres, como la alemana Encuentros nocturnos, viva y desgarrada; la turca Viaje al sol, que se atreve a desvelar algunas claves del exterminio del pueblo kurdo; el conmovedor poema vietnamita Tres estaciones, protagonizado por Harvey Keitel; la japonesa Keiho, muy intensa, pero tan intrincada que no se entiende bien su trama; el magn¨ªfico thriller provinciano de Claude Chabrol El coraz¨®n de la mentira; el generoso pero algo embarullado alegato trotskista chino H¨¦roes comunes, y adem¨¢s algo que ha dejado a su paso La ni?a de tus ojos: el rastro de la actriz espa?ola Pen¨¦lope Cruz, cuyo recuerdo sigue aqu¨ª, y las alemanas Maria Schrader y Merian Abbas, y las estadounidenses Meryl Streep y Gwyneth Paltraow.
Nada a?aden a lo dicho la peque?a pel¨ªcula canadiense, dirigida por L¨¦a Pool, Emporte-moi, que est¨¢ viva, pero adolece de corto vuelo, ni La fortuna de Cookie, una simp¨¢tica digresi¨®n policiaca en clave de comedia macabra, con la que Robert Altman hace las delicias de sus incondicionales sin complicarles la vida, con endiablada soltura de viejo zorro de su oficio, dando suelta a su pasmosa facilidad para contar sin sensaci¨®n de artificio historias que se entrecruzan y componen un rompecabezas que no rompe la cabeza a nadie, sino que m¨¢s bien se la acaricia.
La gracia de Altman cerr¨® ayer, con un juego gozoso y optimista, una edici¨®n muy solvente de la Berlinale.
Dos mediocridades
Precedieron al filme de Altman dos mediocridades de Hollywood, que nadie explica por qu¨¦ est¨¢n aqu¨ª, salvo para ocupar un escaparate publicitario.
Una se titula Ocho mil¨ªmetros y est¨¢ dirigida por Joel Schumacher, un amanerado exquisito y de post¨ªn, aficionado a los tebeos sofisticadillos -de ah¨ª proceden sus dos inaguantables Batman forever y Batman y Robin- y a los thrillers turbios y adocenados, como Tiempo de matar y El cliente, t¨ªtulos de relumbr¨®n dentro de la plaga de cine negro torpe y fascistoide que hoy est¨¢ en la cresta de la ola californiana.
Y, para colmo, protagoniza la pel¨ªcula Nicolas Cage, actor tosco donde los haya, que quiere esta vez sustituir la brocha gorda del escob¨®n por el pincel del matiz, se nos pone l¨ªrico y entra a deg¨¹ello directo a la yugular de los malos de la pel¨ªcula, en una deleznable combinaci¨®n de cinismo, torpeza y vileza.
Y, como guinda de la gloriosa tarta de baba sangrienta, nos trajeron la ¨²ltima fechor¨ªa disfrazada de cine del mariachi Rober Rodr¨ªguez, titulada The faculty, en la que repite su cantilena, multiplica los efectos asustantes, para removernos las tripas con otra estomagante mansalva de marcianos digitales. No, gracias.
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