Con Kleiber lleg¨® el delirio

Carlos Kleiber Orquesta Sinf¨®nica de la Radio de Baviera. Sinfon¨ªas Cuarta y S¨¦ptima de Beethoven y obertura de El Murci¨¦lago de Johann Strauss, hijo. Palau de la M¨²sica, Sala Iturbi. Valencia, 20 de febrero de 1999La magia del m¨ªtico director de orquesta alem¨¢n Carlos Kleiber (Berl¨ªn, 1930) transform¨® el s¨¢bado el Palau de la M¨²sica de Valencia en uno de los m¨¢s codiciados objetos de deseo de los mel¨®manos de medio mundo. Apenas un mes despu¨¦s de su fulgurante paso por el Festival de Canarias, donde ofreci¨® dos memorables conciertos en Las Palmas y en Tenerife con la Orquesta Sinf¨®nica de la Radio de Baviera, el imprevisible Kleiber regres¨® a Espa?a para ofrecer un ¨²nico concierto con la misma orquesta y las mismas partituras en los atriles: las sinfon¨ªas Cuarta y S¨¦ptima de Beethoven. Su actuaci¨®n fue de nuevo una exhibici¨®n de genialidad que desat¨® el entusiasmo del p¨²blico que abarrotaba el Palau valenciano. Cada concierto de Kleiber, c¨¦lebre tambi¨¦n por las escasas ocasiones en que empu?a la batuta, despierta una expectaci¨®n ¨²nica en el mundo de la m¨²sica cl¨¢sica. En cuanto se hizo p¨²blico que el legendario m¨²sico volv¨ªa a Espa?a para ofrecer un nuevo concierto, la petici¨®n de entradas por parte de aficionados de docenas de pa¨ªses, desde Jap¨®n a Canad¨¢, desbord¨® todas las previsiones, situando su deb¨² en el Palau de la M¨²sica de Valencia entre los m¨¢ximos acontecimientos musicales del a?o. L¨®gica expectaci¨®n si tenemos en cuenta que la ¨²ltima actuaci¨®n de Kleiber en Espa?a antes de sus conciertos en Canarias se remonta a octubre de 1987. Calificado como un director caprichoso y superexigente, en su paso por el Palau de la M¨²sica de Valencia s¨®lo hizo justicia al segundo calificativo: amable y sonriente, declin¨® como es su norma cualquier contacto con los medios de comunicaci¨®n. Tambi¨¦n exigi¨® ensayos a puerta cerrada, para continuar profundizando sin interferencias en la interpretaci¨®n de una m¨²sica que podr¨ªa dirigir con los ojos cerrados pero en la que contin¨²a buscando detalles y matices. Aunque el n¨²mero de cancelaciones de Kleiber merece un lugar de honor en el libro Guinnes, justo al lado de sus elevados honorarios -el presupuesto del concierto en Valencia se situ¨® alrededor de los 34 millones de pesetas- el director berlin¨¦s acudi¨® puntualmente a su cita. Desde los primeros compases de la Sinfon¨ªa n¨²m. 4, el magisterio directorial de Kleiber depar¨® tal sucesi¨®n de instantes m¨¢gicos que hacen pr¨¢cticamente imposible la b¨²squeda de defectos. Ante su rigurosa, imaginativa y flexible direcci¨®n, la Sinf¨®nica de la Radio de Baviera se mostr¨® como uno de los mejores conjuntos sinf¨®nicos europeos, por precisi¨®n, equilibrio, homogeneidad, intensidad y belleza sonora. Con un apabullante control din¨¢mico, Kleiber genera tal tensi¨®n en la orquesta que su energ¨ªa hipnotiza al p¨²blico de forma milagrosa. En este sentido, la planificaci¨®n y realizaci¨®n de la Sinfon¨ªa n¨²m. 7 fue sencillamente prodigiosa, con un segundo y cuarto movimientos de intensidad ¨²nica. La velada, inscrita ya entre los m¨¢ximos acontecimientos celebrados en el Palau de la M¨²sica valenciano, concluy¨® con una ¨²nica y deliciosa obertura de la opereta El murci¨¦lago, de Johann Strauss hijo, en la que Kleiber, que dirigir¨¢ el Concierto de A?o Nuevo de la Orquesta Filarm¨®nica de Viena que marcar¨¢ el cambio de milenio, encandil¨® al p¨²blico con un fraseo de ensue?o y una inimitable vitalidad r¨ªtmica.