La Facultad de Ciencias Sociales
Cuando a comienzos de los a?os setenta algunos trat¨¢bamos de aplicar a la sociedad valenciana los conocimientos que hab¨ªamos adquirido en el campo de las ciencias sociales modernas, en este caso en el ¨¢mbito de la Sociolog¨ªa, el cielo pol¨ªtico y de las libertades estaba totalmente encapotado. Confeccionar una muestra representativa de un colectivo social al que se quer¨ªa estudiar era un esfuerzo ¨ªmprobo que requer¨ªa sustituciones aquilatadas de ingenier¨ªa estad¨ªstica, aplicada no a los grandes n¨²meros sino a los peque?os. Hablar con los l¨ªderes sindicales estaba chupado, aunque la clandestinidad de su acci¨®n social magnificaba muchas veces el discurso y aconsejaba contrastar su ¨¦pica, pero entrevistar a un empresario pod¨ªa costar -aparte de la indispensable carta de presentaci¨®n acad¨¦mica- 10 o 15 llamadas telef¨®nicas con el riesgo de ser recibido al final por un subalterno que conoc¨ªa muy bien el negocio. A mayor abundamiento los medios econ¨®micos para trabajar en estos proyectos eran pr¨¢cticamente inexistentes y hab¨ªa que recurrir o bien a la filantrop¨ªa de alguna persona o instituci¨®n con buena voluntad, o al patrocinio de alguna beca que Madrid dejaba escapar hacia provincias, con lo cual muchos gastos casi siempre reca¨ªan y mermaban considerablemente los escu¨¢lidos bolsillos del propio investigador social. Los pocos que ense?¨¢bamos estas disciplinas en la siempre hospitalaria Facultad de Econ¨®micas, primero, y en otros centros despu¨¦s, como materias fundamentales o complementarias, comenzamos a introducir a peque?as dosis y con poco tiempo saberes sociales escasamente conocidos que trataban, sobre todo, de ampliar y completar el conocimiento de eso tan complicado que todos llamamos sociedad y el comportamiento de los grupos humanos en su seno. Marx era bastante familiar porque muchas otras disciplinas sociales lo hab¨ªan incorporado, pero nombres como los de Durkheim, Simmel o Weber eran nuevos en plaza. Fueron a?os, adem¨¢s, que debido a las circunstancias pol¨ªticas del momento la actividad extraacad¨¦mica ocupaba muchas veces m¨¢s tiempo de lo habitual, por eso se practic¨® no s¨®lo aqu¨ª sino tambi¨¦n en otras partes lo que en Francia e Italia se hab¨ªa llamado unos a?os ante la co-investigaci¨®n. Con la llegada de la democracia las cosas mejoraron. La apertura de la sociedad civil dio paso a la p¨¦rdida del miedo. Las instituciones p¨²blicas, tanto las de nueva creaci¨®n, con la Generalitat al frente, como incluso algunas de antiguo cu?o abrieron sus puertas a la Sociolog¨ªa, las Relaciones Laborales y el Trabajo Social. Es m¨¢s, si se me apura dir¨¦ que las puertas se abrieron con cierta avidez porque fue entonces cuando proliferaron los libros blancos, las encuestas a colectivos poco conocidos y los informes t¨¦cnicos. Se forj¨® tambi¨¦n el trabajo interdisciplinar y en equipo con otras disciplinas sociales ya asentadas, como la Historia, la Geograf¨ªa o la Econom¨ªa. Todo esto ven¨ªa a demostrar que la Sociolog¨ªa descriptiva se hac¨ªa necesaria en una sociedad que en pocos a?os hab¨ªa experimentado un cambio considerable y desconoc¨ªa en muchos ¨¢mbitos los par¨¢metros de su nueva situaci¨®n. Era tan necesaria que algunas instituciones y grupos pol¨ªticos desconociendo esta situaci¨®n de su propia geograf¨ªa social llegaron a cometer, involuntariamente, errores de bulto. Esta necesidad real unida a la demanda docente de la masificaci¨®n universitaria y a la expansi¨®n que la propia disciplina ha experimentado en estos ¨²ltimos a?os, han configurado un nuevo panorama en el campo de las ciencias sociales al que no ha sido ajena la Universidad de Alicante. As¨ª pues, cumplidas ya desde entonces casi tres d¨¦cadas, las cosas han cambiado, al menos en algunos aspectos. Hoy no s¨®lo se hacen encuestas abiertamente a todo tipo de ciudadanos sino que el presidente de la patronal acude a presenciar tesis doctorales sobre el asociacionismo empresarial all¨ª donde hace unos a?os trabajar sobre este tema era para algunos sociolog¨ªa burguesa y para otros demagogia de izquierdas apoyada en encuestas. Saludamos, por tanto, con alivio, que la mayor parte de las reticencias acerca de la investigaci¨®n sobre nosotros mismos se hayan disipado, incluso en temas tan escabrosos como el sexo o la delincuencia. Me parece, sin embargo, que esta sociedad se conoce todav¨ªa muy poco y eso contribuye en parte a que se conozca mal. Muchos aspectos del tejido social como el sistema familiar, algunas vertientes importantes del discurso cultural y simb¨®lico as¨ª como el fen¨®meno migratorio en su vertiente m¨¢s cualitativa son algunas de las muchas facetas que quedan todav¨ªa por explorar, incluso en su lectura m¨¢s descriptiva. Y no conviene olvidar que s¨®lo el conocimiento mejor y m¨¢s completo de nuestra sociedad -desde una u otra perspectiva- ser¨¢ lo que nos ayude a resolver nuestros problemas. En ese camino que muchos han denominado de modernidad la creaci¨®n de la Facultad de Ciencias Sociales es un paso adelante muy importante. La modernizaci¨®n de una sociedad pasa por el fortalecimiento de su sociedad civil y por tanto de su institucionalizaci¨®n, una pol¨ªtica muy enraizada, por ejemplo, en la tradici¨®n moralista francesa desde Voltaire a Durkheim, por referirnos s¨®lo a dos de sus principales representantes. Pero ser¨ªa conveniente que muchas otras instituciones, tanto p¨²blicas como privadas, vinculadas a los diversos ¨¢mbitos del bienestar y mejora de las condiciones colectivas de la ciudadan¨ªa, colaborasen en la medida de sus posibilidades y competencias para potenciar esa condici¨®n humana de lo social que a todos nos afecta.
Josep Pic¨® es soci¨®logo.
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