Oportunismo europeo
Las elecciones para escoger a nuestros representantes en el Parlamento Europeo en la pr¨®xima legislatura, que se celebrar¨¢n el 13 de junio junto con las municipales y las de los parlamentos de 13 autonom¨ªas, han comenzado a asomarse a los medios de comunicaci¨®n desde diversos puntos de vista, entre los cuales, a mi criterio, hay que destacar dos aparecidos con ocho d¨ªas de diferencia en las p¨¢ginas de EL PA?S; uno firmado por Javier Pradera y el segundo por Pere Esteve. Candidato a palos, titula el ilustre articulista Javier Pradera su comentario sobre la pretendida candidatura de Felipe Gonz¨¢lez a la cabeza de la lista europea del PSOE, y en ¨¦l valora las implicaciones negativas que hubiese supuesto su aceptaci¨®n. Creo que a esas implicaciones negativas habr¨ªa que a?adir ahora las que conlleva su rechazo, dada la forma en que ¨¦ste se ha producido. Siempre he cre¨ªdo que Felipe Gonz¨¢lez habr¨ªa sido un buen candidato. Tengo mis dudas de si habr¨ªa sido un buen eurodiputado, pero, en cualquier caso, su dimensi¨®n europea est¨¢ fuera de toda duda y su presencia en la campa?a electoral hubiese sido positiva para el conjunto de candidatos, m¨¢s all¨¢ de los resultados o de las interpretaciones instrumentales. Pero es evidente que esto exige dar al Parlamento Europeo una importancia que no est¨¢ en el punto de mira de Javier Pradera, que escribe: "Tanto los espa?oles como los restantes ciudadanos europeos no tienen una excesiva estima al Parlamento de Estrasburgo, dotado de reducidas competencias y situado en un plano de inferioridad respecto al Consejo de Jefes de Estado y de Gobierno". No le faltan razones al comentarista para hacer suyo este estado de opini¨®n, pero algo tendr¨¢ el Parlamento Europeo cuando, frente a esta infravaloraci¨®n, los grupos de presi¨®n econ¨®micos le hacen objeto de una atenci¨®n especial, en ocasiones masiva, conocedores de que es la m¨¢xima autoridad presupuestaria, hasta el punto de que tiene en sus manos aprobar el presupuesto de la Uni¨®n, por un valor superior a 96.000 millones de euros, es decir, m¨¢s de 16 billones de pesetas. Un Parlamento que ha visto ampliada su capacidad legislativa a trav¨¦s de la codecisi¨®n, que su voto ser¨¢ decisivo en la elecci¨®n del futuro presidente de la Comisi¨®n Europea, sobre la que tiene un poder de censura que hace pocos d¨ªas ha hecho temblar a m¨¢s de un presidente de gobierno. Tal vez la contribuci¨®n ciudadana a la plena democratizaci¨®n de las instituciones de la Uni¨®n deber¨ªa acompa?arse de una valoraci¨®n m¨¢s objetiva de los poderes del Parlamento Europeo, aun respetando las opiniones de quienes consideran que sus esca?os son un lugar demasiado modesto para l¨ªderes de la talla de Felipe Gonz¨¢lez. Otro punto de vista es el que expone Pere Esteve en las p¨¢ginas de EL PA?S bajo el t¨ªtulo La oportunidad europea. Su lectura, efectuada desde un esca?o de eurodiputado y bajo el peso de las servidumbres de las tareas cotidianas, despierta un cierto estupor, y uno no sabe bien si su contenido ha sido dictado por la ingenuidad que confiere la ignorancia, la demagogia que persigue beneficios electorales o la palabrer¨ªa vacua que acompa?a al desconocimiento de la realidad. Porque el autor se nos presenta como el gran profeta de la construcci¨®n europea, como si no existieran cerca de 50 a?os de construcci¨®n, compleja y laboriosa, que han configurado una realidad de la cual hay que partir, con cierto grado de humildad, para hacer aportaciones no s¨®lo positivas, sino sobre todo veros¨ªmiles. El art¨ªculo est¨¢ abarrotado de grandes sentencias, pero no hay una sola referencia a la realidad existente. Resulta incluso grotesca su afirmaci¨®n de que "someter la pol¨ªtica a la eficacia es renunciar a cualquier proyecto", cuando el autor es el secretario general de un partido, Converg¨¨ncia Democr¨¤tica (CDC), que tiene como columnas fundamentales de su doctrina moverse entre un nacionalismo ideol¨®gicamente gen¨¦rico, socialmente envolvente y t¨¢cticamente intoxicador, y un pragmatismo
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