Turismos
El descalabro largamente anunciado de las banderas azules, pero sobre todo la matanza de turistas de naturaleza en Uganda, permite avivar la memoria de lo que nos da y nos quita el fen¨®meno de los viajes organizados. Actividad que sin duda es una de las principales fuentes de riqueza para muchos pa¨ªses, pero no menos de degradaci¨®n ambiental. Sin descartar que algunas modalidades de turismo consiguen todo lo contrario: proteger la naturaleza.En primer lugar nada m¨¢s coherente que reconocer la inmensidad del fen¨®meno y la gigantesca marea econ¨®mica que genera. En este pa¨ªs, por ejemplo, nada mueve m¨¢s dinero como demuestra la cuenta de resultados con 4 billones largos de pesetas de ingresos por turismo. En estos momentos la industria de los viajes rivaliza con la de los medios de comunicaci¨®n e inform¨¢ticos en lo que a primera actividad econ¨®mica planetaria se refiere. Nada menos que el 10% del PNB del planeta es fruto de las actividades tur¨ªsticas. Es coincidencia, de nuevo a subrayar, que tambi¨¦n sea el 10% de los ciudadanos del planeta, es decir unos 550 millones de personas, los que viajan m¨¢s all¨¢ de sus fronteras nacionales anualmente.
De acuerdo con las previsiones menos optimistas, y salvo colapso econ¨®mico mundial, dentro de una docena de a?os la cifra de turistas puede rondar los mil millones por temporada y su incidencia en el flujo econ¨®mico suponer el 20 % del gasto familiar. Resulta posible que para esa fecha, en torno al 2012, los humanos dedicaremos m¨¢s dinero a viajar, visitar y descansar que incluso a comer.
A comparar con el no menos formidable dato de que casi el 40 % de la humanidad actual se morir¨¢ sin haberse alejado m¨¢s de 50 km del lugar en el que naci¨®.
El turismo, por otra parte, genera cerca de 300 millones de puestos de trabajo directos e indirectos en nuestro mundo. Pero no menos cierto es que el turismo ha esquilmado paisajes y recursos. Ha contaminado amplios dominios naturales del planeta y ha modificado profundamente el sentido de la vida de muchas sociedades. Es m¨¢s, nada ejemplariza mejor el principio de Arqu¨ªmedes. El que llega impone y desplaza en la proporci¨®n de su propio volumen econ¨®mico. Que es nada menos que de unos 500 millardos de d¨®lares anuales. Dineros que por cierto son m¨¢s para los emisores de turistas que para los pa¨ªses acogedores de esas masas.
Conviene, por tanto, recordar que el litoral mediterr¨¢neo espa?ol es el ¨¢mbito m¨¢s alterado desde el punto de vista ambiental de todo el planeta. De acuerdo con los estudios realizados hace ya un lustro, se puede afirmar que una cuarta parte de esas costas est¨¢ muy degradada. Con alteraciones significativas ha quedado inventariado la mitad del per¨ªmetro costero. Tan s¨®lo un 25% del mismo puede ser considerado como mantenedor de las condiciones ecol¨®gicas de partida.
El turismo puede convertirse exactamente en lo contrario de lo que es. Porque se aprecia una creciente demanda de calidad ambiental, de sosiego, belleza y cultura local. Aunque nada m¨¢s dif¨ªcil que convertir la presi¨®n en desahogo, el llamado ecoturismo es un movimiento universal que aboga porque sea precisamente el esp¨ªritu viajero el que se sume al impulso por mantener la multiplicidad vital y cultural del planeta. Se tratar¨ªa de ir a ver lo aut¨¦ntico de cada enclave, sin modificarlo a imagen y semejanza del turista. Solazarse con las diferencias es la mejor forma de que duren.
Es m¨¢s, los que viajaban a contemplar los gorilas de monta?a eran la ¨²nica garant¨ªa actual de su conservaci¨®n. De ah¨ª que el suceso sea dos veces dram¨¢tico. Para los asesinados y sus familias pero muy pronto tambi¨¦n para las selvas de aquella regi¨®n y los gorilas. Y lo mismo sucede con centenares de otros espacios naturales del planeta que albergan faunas y floras escasas.
Recordemos que 3.000 instalaciones de turismo rural y 525 espacios naturales protegidos se ofrecen ya en Espa?a como alternativa a la masificaci¨®n tur¨ªstica.
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