Inverecundia popular
SEGUNDO BRU Aquel viejo zorro de la pol¨ªtica que fue Talleyrand aconsejaba no sobrestimar la idiotez de tus adversarios. Lerma mismo, sin ir m¨¢s lejos, mordi¨® el polvo ante Zaplana debido, en parte, a que su exceso de confianza y la mojigata adulaci¨®n de su entorno ¨¢ulico le llevaron a menospreciar a su contrincante y cuando quiso reaccionar y rectificar una campa?a perdedora ya estaba transfiriendo poderes al nuevo presidente. Al igual que en la transformaci¨®n de la dulce derrota socialista de 1996, con el subsiguiente y prolongado empate t¨¦cnico demosc¨®pico entre PSOE y PP, en la sensible brecha actual ha obrado en no poca medida la creencia de que estos chicos populares, con el mediocre Aznar a la cabeza, no iban a ser capaces de consolidar posiciones. Puede incluso que la base de la ineludible derrota a la que se enfrentar¨¢ el PP en su momento la est¨¦n ya cimentando ellos mismos arrojando no pocas paletadas de este error de juicio respecto al adversario, unidas a la repetici¨®n -siempre que pasa igual suele ocurrir lo mismo- de negar la evidencia de los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que les asoman por doquier, que no desaparecen por impedir la constituci¨®n de comisiones de investigaci¨®n, ni por intentar salvar la cabeza de un ministro, Piqu¨¦ en este caso, como Zaplana no pudo salvar a Cartagena, cada vez m¨¢s apretado por el dogal de la justicia. Dicho lo cual tampoco es ocioso se?alar que todo el exquisito y costoso cuidado, rayano en el rid¨ªculo, que Zaplana dedica a cuidar su imagen p¨²blica, desaparece en cuanto nos dedicamos a observar los segundos y terceros niveles de su tropa, gran parte de los cuales justificar¨ªan no s¨¦ si el menosprecio pero s¨ª el zurriago que merece su inverecundia unida a considerables dosis de estulticia. Aunque, por suerte para los interfectos, ni los comentaristas ni su d¨®cil oposici¨®n suelen ocuparse de ellos. Enmendemos este inmerecido olvido, rescatando algunas de sus ¨²ltimas perlas. En plena controversia sobre el transfuguismo, el alcalde de Benidorm, P¨¦rez Devesa -el que se fotografiaba ataviado de camisita azul y chaquetita blanca con el execrable dictador- defend¨ªa a la tr¨¢nsfuga por antonomasia, a la bien pagada de la Maruja S¨¢nchez, arguyendo que simplemente fue "una visionaria" que anticip¨® unos a?os los resultados electorales posteriores enviando s¨²bitamente a los socialistas a la oposici¨®n. M¨¢s al norte, el inefable Fabra, encarnando las mejores tradiciones familiares del caciquismo canovista, advierte -o amenaza, seg¨²n se mire- a los vecinos de Pe?¨ªscola que tendr¨¢n "garantizado el apoyo del Consell y de la diputaci¨®n si gana el PP" pero, actualizando el lenguaje de sus ancestros en el cargo y en el oficio caciquil, matiza que esto se deber¨¢ al "mejor feeling entre las administraciones". Inverecundo y encima cursi. Pero su paisano, el siempre gris alcalde de Castell¨®n, Gimeno, supera la capacidad de dislate personal y colectivo avisando a sus conciudadanos de que si no gana el PP habr¨¢ que ir pensando en un exilio "a la cubana", aunque es de suponer que no pensar¨¢ en un embarque masivo hacia las Columbretes. Seguiremos atentos al desmadre de estos pol¨ªticos populares que, hay que reconocerlo, s¨ª que le dan alegr¨ªa al cuerpo -v¨¦ase la Barber¨¢- y a la sinhueso. Y Zaplana preocupado por su perfil izquierdo y la papada mientras la inverecundia generalizada se acredita como el signo distintivo de su mandato.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.