El ¨²ltimo servicio
De la importancia que han llegado a adquirir los Juegos Ol¨ªmpicos no hay duda, de su capacidad medi¨¢tica, tampoco. S¨®lo por los Juegos del 2008, las televisiones pagar¨¢n 72 veces m¨¢s dinero que por los celebrados en Mosc¨² en 1980, el a?o en el que un espa?ol, Juan Antonio Samaranch, consegu¨ªa el sue?o de su vida: ser elegido presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional. Por eso se explica que Samaranch sea el protagonista del extraordinario progreso que ha vivido el m¨¢ximo acontecimiento deportivo. Por eso se explica, tambi¨¦n, que est¨¦ en el centro del hurac¨¢n que se ha levantado tras el tremendo esc¨¢ndalo alrededor de las prebendas ofrecidas por las sedes candidatas a unos Juegos para ganarse votos de los miembros del COI.El documental Samaranch, el ¨²ltimo sprint, que ofrece esta tarde Canal + (20.30), trata de acercarse a las ra¨ªces de un conflicto que ha puesto en duda la fama e incluso la eficacia de las estructuras del movimiento ol¨ªmpico. Llega en el momento oportuno: los pr¨®ximos 17 y 18 de marzo, la sesi¨®n extraordinaria del COI deber¨¢ refrendar el mandato de Samaranch, decidir sobre la expulsi¨®n de cinco o siete miembros y sentar las bases de una reforma de las estructuras del propio COI.
El documental tiene utilidad como un somero resumen de los hechos que han conducido al esc¨¢ndalo. Sit¨²a correctamente el origen de las informaciones que desvelaban gastos excesivos de la candidatura de Salt Lake City y c¨®mo estas informaciones conducen a un esc¨¢ndalo de calibre mundial a mediados de diciembre. Luego se acerca superficialmente al mundo del olimpismo para detenerse en la figura de Samaranch.
Samaranch habla. Es el nexo argumental, el hombre al que todos se?alan con el dedo. Para unos, responsable de lo sucedido. Para otros, el hombre que debe reconducir la situaci¨®n. Samaranch responde con tranquilidad: no reh¨²ye la autocr¨ªtica, no aparece encerrado en una actitud defensiva, tan proclive a los pol¨ªticos en los ¨²ltimos tiempos: apenas en un par de ocasiones se atreve a hablar de una orquestaci¨®n, pero no pronuncia, por ejemplo, la palabra conspiraci¨®n. Samaranch defiende la honorabilidad del COI, no habla de corrupci¨®n sino de "conductas incorrectas", y se pregunta por el desequilibrio entre unos gastos que apenas alcanzaron los 200 millones de pesetas y su repercusi¨®n internacional. Sin embargo, es cr¨ªtico con el COI y se postula como un hombre decidido a cambiar sus estructuras, a conseguir su modernizaci¨®n, a convencer a sus miembros que olviden sus privilegios y acepten unos m¨¦todos de elecci¨®n democr¨¢ticos.
Ah¨ª se pone de manifiesto su habilidad. En medio del conflicto, se expresa como un reformador. Mira hacia adelante y habla de soluciones, decidido a acabar bien su trabajo. No es un hombre abatido. Es un hombre convencido de que tiene pendiente un ¨²ltimo servicio.
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