Relaci¨®n desigual e injusta
En un mundo en el que la globalizaci¨®n es un hecho que afecta a todas las ¨¢reas de los seres humanos, en el terreno econ¨®mico pocos dudan que la pobreza y la riqueza son fen¨®menos interdependientes. Es decir, que los ricos se enriquecen a costa de los pobres, y que estos se enpobrecen como consecuencia del modelo de desarrollo del Norte. En esta l¨ªnea, la deuda externa ser¨ªa una de la consecuencias de la desigualdad estructural entre el Norte y el Sur del planeta. Con toda evidencia, la deuda externa es un grave obst¨¢culo para el desarrollo humano, y que adem¨¢s est¨¢ forzando a los pa¨ªses m¨¢s pobres y altamente endeudados a utilizar sus escasos recursos para pagar una deuda que se incrementa, en lugar de invertir en el bienestar de su poblaci¨®n. En los ¨²ltimos diez a?os, la deuda externa sigue aumentando al ritmo de unos 100.000 d¨®lares anuales. Incluso se viene diciendo que es humana y matem¨¢ticamente impagable. Se pueden analizar algunos de los mecanismos que han enriquecido a los pa¨ªses del Norte, y que son generadores de deuda para los del Sur. Uno de ellos fue la colonizaci¨®n. Casi todos los pa¨ªses del Sur han sido en el pasado colonias de los pa¨ªses m¨¢s ricos del Norte, y durante este tiempo sufrieron expolios de buena parte de sus riquezas. Las ganancias de B¨¦lgica explotando el cobre de Katanga; o Francia el Canal de Suez; Espa?a, a t¨ªtulo de autocr¨ªtica, la plata de Potos¨ª y el oro de Latinoamerica. La plata y el oro, que en su mayor parte no se quedaban en Espa?a, sino que segu¨ªan camino de Flandes, y que sirvieron para financiar el despegue industrial de los Pa¨ªses Bajos. El deterioro de la relaci¨®n real de intercambio es otro de los elementos generadores de desigualdad. Los pa¨ªses del Sur son predominantemente exportadores de alimentos y materias primas, teniendo en cuenta adem¨¢s que la econom¨ªa de los pa¨ªses del Sur depende de uno o dos productos, ya que se trata de econom¨ªas poco diversificadas. Con frecuencia el origen de estas econom¨ªas se encuentra tambi¨¦n en el per¨ªodo colonial. Fue pr¨¢ctica frecuente que las metr¨®polis decidieran especializar a cada colonia en la producci¨®n de aquella materia prima que resultara m¨¢s ¨²til a los intereses globales del imperio. Esto conlleva que los pa¨ªses del Norte les venden a los del Sur productos industriales (m¨¢s del 90% de la industria manufacturera del mundo se encuentra en el Norte). Este comercio asim¨¦trico y desigual tiene consecuencias graves: la relaci¨®n de intercambio entre las materias primas y los productos manufacturado se deteriora de a?o en a?o. El Norte cada vez compra las materias primas m¨¢s baratas en el Sur y vende m¨¢s caras las manufacturas. La sustituci¨®n de productos naturales por productos sint¨¦ticos y materiales nuevos est¨¢, a su vez, contribuyendo a debilitar el mercado de las materias primas. Otro factor est¨¢ relacionado con las empresas multinacionales que invierten en pa¨ªses del Sur, bien sea en el sector primario (energ¨ªa, explotaciones agropecuarias...) o en el industrial. En principio esto parece ventajoso: puestos de trabajo, salarios, inversiones conexas, base impositiva para el lugar. Pero, antes de emitir un juicio analicemos unas cifras. En 1970, Estados Unidos invirti¨® 270 millones de d¨®lares en ?frica, y las repatriaciones de beneficios ascendieron a 996 millones. Para Asia las cifras fueron de 200 frente a 2.400 millones. Para America Latina, 900 y 2.900 millones de d¨®lares. Todo eso sin contar las repatriaciones clandestinas, que probablemente fueron tan cuantiosas como las oficiales. A pesar de ello, los pa¨ªses del Sur se ven obligados a abrir sus brazos a las inversiones extranjeras, porque les aportan tres recursos que ellas no tienen: capital, tecnolog¨ªa moderna y experiencia. Precisamente en estos ¨²ltimos a?os est¨¢ invirti¨¦ndose la tendencia que acabamos de describir. Las nuevas tecnolog¨ªas -que cada vez requieren menos mano de obra, pero m¨¢s cualificada- est¨¢ disminuyendo el atractivo que supon¨ªa la mano de obra barata del Sur. Hoy el 83% de la inversi¨®n extranjera directa tiene como destino los pa¨ªses industrializados. La dependencia tecnol¨®gica es otro mecanismo que representa y genera desigualdad. El 97% de la investigaci¨®n cient¨ªfica mundial se realiza en los pa¨ªses del Norte, con lo cual estos pa¨ªses poseen en la actualidad 35 millones de patentes frente a las 30.000 que tienen registradas los pa¨ªses empobrecidos del Sur. Es f¨¢cil suponer la sangr¨ªa que les supone el pago de derechos de propiedad industrial El origen y las causas de la deuda externa no se pueden aislar de este contexto global; esto es en un orden econ¨®mico internacional caracterizado por la primac¨ªa del mercado y la fragilidad de un marco institucional y normativo eficaces para generar un crecimiento m¨¢s igualitario y justo. Las injusticias que genera el sistema econ¨®mico mundial, que maximiza el beneficio de los que m¨¢s tienen, abren una gran brecha entre ¨¦stos y los que quedan excluidos de los procesos de crecimiento, las mejoras en el nivel de vida y el incremento en los ingresos. El sistema financiero internacional excluye de la inversi¨®n privada a decenas de pa¨ªses y millones de personas. Por eso al hablar de posibles acciones deberemos pensar en aquellas que sirvan tambi¨¦n para efectuar cambios estructurales. De ah¨ª la b¨²squeda de soluciones en la que todos estamos emplazados. Ojal¨¢ en la Comunidad Valenciana surgieran iniciativas pioneras en este campo de la solidaridad y el desarrollo con los pa¨ªses m¨¢s pobres.
Jos¨¦ Luis Ferrando Lada es profesor de Filosof¨ªa y Teolog¨ªa.
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