DEBATE EUROPEO La solidaridad en la UE, una cuesti¨®n incuestionable MARUJA SORNOSA Y JOS? PONS
C¨®mo afrontar la ampliaci¨®n manteniendo la cohesi¨®n es el gran reto que se plantea la UE en la perspectiva de la pr¨®xima cumbre de Berl¨ªnFaltan ya pocos d¨ªas para la cita europea de Berl¨ªn donde los jefes de Estado y de Gobierno de la Uni¨®n deber¨¢n intentar cerrar uno de los retos m¨¢s importantes de la construcci¨®n europea: la ampliaci¨®n a los pa¨ªses del Este regulada en las propuestas de la llamada Agenda 2.000. Esta gran cita europea, a celebrar durante los d¨ªas 24 y 25 de marzo, no nos es ajena a los valencianos si tenemos en cuenta que nuestra comunidad aut¨®noma ya ha estado a punto de perder su calificaci¨®n de zona objetivo 1 para los Fondos Estructurales. Por ello, Valencia puede verse directamente perjudicada por cualquier reducci¨®n de las ayudas que se decida en funci¨®n de la ampliaci¨®n de la UE. ?sta va a ser la primera vez en que la Uni¨®n Europea acoge a nuevos pa¨ªses en su seno sin acompa?ar los procesos de adhesi¨®n del correspondiente incremento sustancial del presupuesto comunitario. Y es importante tener este hecho en cuenta como punto de partida de nuestra reflexi¨®n sobre la Agenda 2.000, pues las anteriores ampliaciones, sobre todo en la etapa Delors, tuvieron ¨¦xito precisamente gracias a unos importantes incrementos de recursos propios y de fondos estructurales que, seg¨²n lo visto hasta ahora en las negociaciones, dif¨ªcilmente encontraremos incluidos entre las decisiones de Berl¨ªn. La cumbre anterior de jefes de Estado y de Gobierno donde se abord¨® la Agenda 2000 ya demostr¨® la dificultad del proceso. El pasado diciembre en Viena la opini¨®n p¨²blica pudo constatar que existe un claro enfrentamiento de posiciones en lo que no deja de ser una vieja canci¨®n muchas veces escuchada en el Parlamento Europeo: la concepci¨®n tatcheriana de una "Europa mercado" frente a la concepci¨®n m¨¢s progresista de una Uni¨®n pol¨ªtica que acompa?e el proceso de Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM). Y ten¨ªa que pasar. La falta de acuerdo sobre la Agenda 2000 a la que asistimos en Viena y que se est¨¢ reafirmando estos d¨ªas demuestra hasta qu¨¦ punto la Europa que estamos construyendo adolece de falta de contenidos pol¨ªticos integradores y hasta qu¨¦ punto corremos el riesgo de que se quede en una mera supraestructura de gobiernos reguladores de un gran mercado. Es algo que la izquierda viene denunciando de lejos: no se puede construir la UEM sin una Uni¨®n Pol¨ªtica fuerte y, bajo este prisma, no se puede concebir la Agenda 2000 como un acuerdo por el cual nadie quiere pagar m¨¢s ni recibir menos. En este contexto, Espa?a se juega mucho y el Gobierno de Aznar tiene que afrontar la cumbre de Berl¨ªn sabiendo que puede y debe exigir a la Presidencia alemana que respete la solidaridad y el principio de cohesi¨®n. Y debe hacerlo con la fuerza moral de proclamar que ambos est¨¢n recogidos tanto en el Tratado de la UE como en los principios de Mercado ?nico. Aunque el Gobierno espa?ol camufl¨® de semitriunfo la concesi¨®n alemana de reducir paulatinamente el Fondo de Cohesi¨®n en lugar de eliminarlo dr¨¢sticamente, el presidente Aznar debe realizar un ejercicio de sinceridad y reconocer que, m¨¢s all¨¢ de posturas "pedig¨¹e?as" como las que le lleg¨® a suponer al se?or Gonz¨¢lez cuando estaba al frente del Ejecutivo, lo que Espa?a debe reclamar es el leg¨ªtimo derecho a la solidaridad. Una solidaridad que los firmantes del Tratado de la Uni¨®n, entre ellos Alemania, aceptaron como uno de sus grandes principios constitutivos. Los intereses de Alemania est¨¢n claros. Solicita reducir su contribuci¨®n aduciendo argumentos como el del "justo retorno". Y su exigencia no es m¨¢s que la constataci¨®n del distanciamiento que, por m¨¢s contrario que sea al esp¨ªritu del Tratado, sigue existiendo entre el Norte y el Sur de la UE. En este sentido Alemania est¨¢ intentando dejar atada la ampliaci¨®n bajo el mandato de su Presidencia puesto que, no hay que olvidarlo, los pa¨ªses de Europa Central y Oriental, candidatos a la adhesi¨®n, son sus principales clientes. Es preciso que el Gobierno espa?ol se emplee a fondo ya que existen graves riesgos para los intereses de nuestro pa¨ªs. En el pr¨®ximo proceso de ampliaci¨®n, es bien cierto que todos los Estados miembros van a perder algo y Espa?a entre ellos. Teniendo en cuenta que la mayor¨ªa se inclina por mantener el techo m¨¢ximo de recursos propios en el 1,27% del PIB comunitario para poder abordar la ampliaci¨®n, el debate se centrar¨¢ en la reducci¨®n de gastos. La "estabilizaci¨®n del gasto", como proponen Francia y Alemania, supondr¨ªa una dr¨¢stica reducci¨®n del 20% de los Fondos Estructurales y de Cohesi¨®n para Espa?a en el periodo 2000-2006, alrededor de 1,9 billones de pesetas menos. Por otro lado, la Agenda 2000 lleva intr¨ªnseca una grave deficiencia que se basa en una falta de previsi¨®n presupuestaria. Es decir, las perspectivas financieras para el periodo mencionado se basan en un crecimiento medio del 2,5% que dif¨ªcilmente se dar¨¢, por lo que la recaudaci¨®n comunitaria podr¨ªa ser m¨¢s baja de lo esperado. Y as¨ª, si un presupuesto cero conduce a una pol¨ªtica cero, no habr¨¢ m¨¢s Europa sin m¨¢s dinero. He ah¨ª el grave problema: sin recursos suficientes se producir¨¢ un proceso de ampliaci¨®n inadecuado as¨ª como la quiebra de la solidaridad y el principio de cohesi¨®n que los Quince se prometieron. Tales pueden ser los costes de una ampliaci¨®n a marchas forzadas y a espaldas de la Uni¨®n pol¨ªtica. Una tercera cuesti¨®n relacionada con la Agenda 2000 y que ata?e directamente a Espa?a es el peligro de renacionalizaci¨®n de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC). Lo que se pretende es trasladar a los Estados el pago del 25% de las ayudas directas a los agricultores, d¨¢ndose la contradicci¨®n de que lo que se decidiera a nivel europeo deber¨ªa ser financiado finalmente desde el propio Estado miembro. Y cabe decir que si se produce dicha renacionalizaci¨®n, estar¨¢ en cuesti¨®n la misma PAC, sin olvidar que toda pol¨ªtica que se aleje de la concepci¨®n mediterr¨¢nea de la agricultura es extremadamente perjudicial para los intereses espa?oles. En este sentido, Aznar tampoco puede proclamar a los cuatro vientos que el Gobierno alem¨¢n haya renunciado recientemente a la idea de la cofinanciaci¨®n nacional de las ayudas agr¨ªcolas. Esta supuesta concesi¨®n alemana no se puede dar por cerrada, nada est¨¢ resuelto y, conforme pasa el tiempo, crece el temor a que el compromiso negociado inicialmente por Espa?a sufra serios recortes. No olvidemos que el logro del aumento de la cuota l¨¢ctea para nuestro pa¨ªs parece haberse disuelto en el entramado de las ¨²ltimas negociaciones. Por ello dec¨ªamos que el presidente Aznar tiene ante s¨ª la obligaci¨®n de seguir reclamando que se apliquen los principios de solidaridad y cohesi¨®n. Pero, cierto es que hasta ahora el Gobierno del PP ha llevado a cabo medidas fiscales que en nada legitiman la continuaci¨®n de ciertas ayudas comunitarias. Por nombrar un caso menos conocido que la rebaja del IRPF, en nuestro pa¨ªs se ha dejado de emplear un tercio de la dotaci¨®n del Fondo de Cohesi¨®n porque muchos proyectos no han encontrado la cofinanciaci¨®n suficiente del Estado como consecuencia de los recortes en inversiones p¨²blicas. Pero es momento de ir a por todas haciendo que el debate de Berl¨ªn vuelva a las claves iniciales de c¨®mo afrontar la ampliaci¨®n manteniendo la cohesi¨®n, antes que abordar cantidades de recursos y sistemas de financiaci¨®n. Hay que ir paso a paso. S¨®lo los que quieren una mera "Europa mercado" tienen prisa. Aznar tiene que saber que, cuando se trata de defender los intereses nacionales e incluso los intereses de la Europa de la solidaridad hay que ir m¨¢s all¨¢ de las concepciones partidistas y buscar un gran compromiso que, por encima de las diferencias pol¨ªticas, nos una en un frente com¨²n. No son pedig¨¹e?os lo que reclaman aquello que les es leg¨ªtimo. Por eso, el presidente del Gobierno espa?ol debe viajar a Berl¨ªn con la cartera repleta de todas las propuestas que haya podido escuchar, que debe recoger de todos los partidos. Est¨¢ bien que Aznar se desplace a Francia, B¨¦lgica, Luxemburgo y Estrasburgo para escuchar opiniones acerca de la propuesta espa?ola para la creaci¨®n de un fondo destinado a las regiones fronterizas con los pa¨ªses candidatos que facilitara un acuerdo final sobre la ampliaci¨®n. Pero adem¨¢s, el presidente del Gobierno tiene que escuchar aquellas voces que representan al ciudadano espa?ol y explicar en el Congreso de los Diputados los detalles de la propuesta que piensa llevar a la negociaci¨®n de la Agenda 2000. As¨ª, y dado que hay cuestiones que, como la solidaridad, son incuestionables, los espa?oles, y los valencianos entre ellos, podremos seguir creyendo en una Europa de modelo democr¨¢tico y solidario como la que queremos construir y como la que recogen los Tratados. Maruja Sornosa es eurodiputada de Nova Esquerra y Jos¨¦ Pons, eurodiputado del PSPV
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