Paraguay se abisma
EL ASESINATO del vicepresidente paraguayo, Luis Mar¨ªa Arga?a, es el ¨²ltimo golpe a un pa¨ªs que no levanta cabeza econ¨®mica ni pol¨ªticamente despu¨¦s de haber sufrido una interminable dictadura bajo el general Alfredo Stroessner. La muerte de Arga?a, que rechazaba la protecci¨®n oficial y se val¨ªa de sus propios guardaespaldas, acent¨²a la crisis de Paraguay en su incierto camino hacia la democracia. Y sugiere un episodio m¨¢s en la lucha por el poder dentro del Partido Colorado, que dirige con inigualable reputaci¨®n de corrupci¨®n los destinos del pa¨ªs desde hace medio siglo. El vicepresidente asesinado controlaba una de las facciones del partido, la m¨¢s corporativista. A la otra, dirigida por el ex general golpista Lino Oviedo, pertenece el presidente Ra¨²l Cubas.El cuadro paraguayo es tan cr¨ªtico como esperp¨¦ntico. El Gobierno y la econom¨ªa de esta naci¨®n de cinco millones de habitantes, pobre y encerrada en el coraz¨®n del subcontinente, est¨¢n paralizados desde 1996, cuando Oviedo encabez¨® una insurrecci¨®n contra el entonces presidente Wasmosy, tambi¨¦n colorado, por su destituci¨®n como jefe del Ej¨¦rcito. Un tribunal militar le conden¨® en marzo de 1998 a 10 a?os de c¨¢rcel, que le impidieron, pese a su popularidad, convertirse dos meses despu¨¦s en presidente de los paraguayos. Gan¨® los comicios su compa?ero de candidatura Ra¨²l Cubas y, siguiendo las reglas del partido, subi¨® a la vicepresidencia su m¨¢s ac¨¦rrimo rival, Luis Mar¨ªa Arga?a.
Cubas liber¨® a su amigo Oviedo por decreto. El Tribunal Supremo consider¨® inconstitucional esta decisi¨®n y orden¨® hace tres meses su vuelta a la c¨¢rcel, sin que el presidente lo haya cumplido. El m¨¢s alto tribunal acusa ahora de desacato al jefe del Estado, que en teor¨ªa afronta el mes pr¨®ximo en el Congreso un proceso pol¨ªtico en el que sus enemigos -la oposici¨®n y el bando colorado leal al vicepresidente asesinado-, pese a tener mayor¨ªa, carecen de los dos tercios necesarios para destituirle. La guerra entre el Parlamento y el Gobierno bloquea entretanto la legislaci¨®n de urgencia necesaria para sacar de la recesi¨®n a Paraguay, un Estado-culebr¨®n cuya vida institucional sigue dominada por el clientelismo, el poder de los cuarteles y las componendas de despacho. Para el pa¨ªs real sigue cayendo el nivel de vida, casi un punto en 1998. Y la situaci¨®n se agrava por los temblores que sacuden los cimientos de Brasil, su gigantesco vecino.
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