Deslumbrante
Lilah Por la compa?¨ªa Vicente S¨¢ez, sobre el Misteri d"Elx y otras m¨²sicas. Int¨¦rpretes, Assumpta Arques, Marcel Bassachs, Mikaela Brzezinka, Rafael Linares, Luc¨ªa Mari¨¢n, Colette Sadler, Vicente S¨¢ez, Nicol¨¢s Turicchia. Iluminaci¨®n, Bruno Garny. Vestuario, Roser Arques. Escenograf¨ªa, Josep Sim¨®n, Manuel Zuriaga. Coreograf¨ªa y direcci¨®n, Vicente S¨¢ez. Teatro Principal. Valencia, 25 de marzo de 1999.No digo nada nuevo al afirmar que uno de los pocos contentos est¨¦ticos que depara una ciudad como ¨¦sta es ver bailar a Vicente S¨¢ez, algo que, por desgracia, ya no siempre hace, ocupado como est¨¢ tambi¨¦n en coreografiar y dirigir sus espect¨¢culos. En Lilah baila, y s¨®lo por eso merece la pena ver un espect¨¢culo que tiene, como es l¨®gico, otros muchos alicientes. Seguramente todo ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil para S¨¢ez, pero la impresi¨®n del espectador es que este hombre sale a escena, se deja llevar medio por la m¨²sica medio por un irrefrenable impulso interior, se pone en movimiento y tenemos en danza a un cuerpo privilegiado nacido para el baile que funde como pocos en un solo desplazamiento una severidad sin l¨¢grimas y una alegr¨ªa adulta que desde?a cualquier concesi¨®n al complaciente regocijo. Se divierte y basta, dir¨ªa yo que internamente, un tanto a la antigua usanza del esp¨ªritu, tal vez con un prop¨®sito que se intuye algunas veces y del que S¨¢ez siempre ser¨¢ soberano, y esto hasta el punto de que, a diferencia de lo que vemos en otras compa?¨ªas valencianas de danza, es imposible detectar en su baile el chirrido de la intenci¨®n que le sirve de pretexto. Disfrutarlo Si hay que decirlo todo, habr¨¢ que a?adir que nunca pens¨¦ que pudieran coreografiarse pasajes del Misteri d"Elx como el Ternari o L"Araceli de una manera distinta a la de una simple ilustraci¨®n que, por otra parte, tampoco se sabe c¨®mo podr¨ªa llevarse a cabo. S¨¢ez no recrea la Festa ni la ilustra ni se sirve de sus c¨¢nticos para refugiarse en la seguridad de una representaci¨®n de prestigio. M¨¢s bien al contrario, arriesga mucho al simultanear momentos privilegiados de El Misteri con m¨²sicas provenientes de otros pa¨ªses, tal vez de otras culturas, para construir su propio recorrido, y el de su espl¨¦ndida compa?¨ªa, hacia la asunci¨®n de la Virgen. El resultado, m¨¢s all¨¢ de presuntas devociones m¨¢s o menos mariol¨®gicas, es una fusi¨®n en la que siempre se habla de lo mismo en una especie de espiral de emociones compartidas que alcanza su c¨¦nit visualizando la ascensi¨®n del esp¨ªritu. Porque tal cosa existe, m¨¢s all¨¢ de la reducci¨®n que el instrumentalismo pol¨ªtico o la propensi¨®n a la sociolog¨ªa explicativa impone a tantas creaciones est¨¦ticas. De otro modo, aunque S¨¢ez tomara como pretexto un asunto, el del tr¨¢nsito de la Virgen, que en principio no nos concierne, lo que importa es ver c¨®mo lo resuelve sobre el escenario. Y ah¨ª nos deslumbra en un espect¨¢culo que hay que ver m¨¢s de una vez. No por nada, aunque tambi¨¦n por todo. Para disfrutarlo.
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