El bibliotecario del 27 y la pionera risue?a
La Residencia de Estudiantes guarda ya el archivo y la memoria de Juan Vicens y su mujer, Mar¨ªa Luisa Gonz¨¢lez
Rodeado de objetos, Manuel Vicens recuerda en su modesta casa madrile?a una historia familiar:persecuci¨®n, exilio, dignidad y amor a la cultura. Entre cajas pulcramente ordenadas hay un dibujo de Alberti, La sirena del gran culo, otro de Benjam¨ªn Palencia dedicado a su madre, un retrato de su padre firmado por Moreno Villa ("adivin¨® c¨®mo ser¨ªa 25 a?os despu¨¦s"), un ejemplar dedicado del primer libro de Lorca...Amigo ¨ªntimo de Bu?uel y otros artistas del 27, Juan Vicens fue el organizador de la red de bibliotecas populares de la Rep¨²blica. A diferencia de sus amigos, nunca escribi¨® creaci¨®n -era ingeniero de minas-, pero tambi¨¦n dict¨® un libro. "Lo dict¨®, s¨ª, en 1938, y en un franc¨¦s muy malo", recuerda su hijo. Se llamaba La Espa?a viviente. El pueblo, a la conquista de la cultura y ten¨ªa un valor testimonial: contar la fugaz experiencia de modernidad europe¨ªsta que vivi¨® la II Rep¨²blica con el montaje de las Bibliotecas Populares, que Vicens hab¨ªa importado de Francia y de Suiza.
Ahora, su hijo Manuel, que fue ingeniero en la industria militar de Siberia durante un exilio que dura todav¨ªa (lleg¨® a coronel y ahora tiene pensi¨®n de general "por el plus de peligrosidad y fr¨ªo"), ha entregado a la Residencia de Estudiantes uno de los dos ejemplares conservados de aquel libro y el resto del archivo de su padre. Con ¨¦l ha dejado tambi¨¦n una parte de la memoria de su madre, Mar¨ªa Luisa Gonz¨¢lez, otro personaje extraordinario.
Hija de un boticario de Zaragoza y nieta de un hombre con nombre casi de chiste, Gonzalo Gonz¨¢lez de la Gonzalera, fue, seg¨²n su hijo, "una mujer moderna, risue?a, llena de coraje y humor. Primera admitida en la Universidad de Salamanca, milit¨® en la Liga por los Derechos Humanos. Llevaba dos a?os en casa de Miguel de Unamuno, que era amigo de la familia, cuando estall¨® la guerra civil. As¨ª que huy¨® a Francia de madrugada, en un taxi. Unamuno le dio una carta para que la publicara, y ella se la aprendi¨® de memoria".
La carta inclu¨ªa la denuncia de Unamuno contra "el imperio de la barbarie y el asesinato de la cultura". "Franco trat¨® de negar que el documento existi¨®, pero yo todav¨ªa la recuerdo estudiando la carta por el pasillo".
Algunos a?os antes de aquello, Mar¨ªa Luisa conoci¨®, a trav¨¦s de su hermana, que viv¨ªa en la Residencia de Se?oritas, al grupo de poetas y artistas del 27. Juan Vicens, su futuro marido (se casaron en 1926), era entonces un joven emprendedor. "Andar¨ªn y monta?ero", hab¨ªa viajado a Inglaterra y regres¨® deslumbrado por el f¨²tbol. "Al volver form¨® un equipo en Zaragoza". Poco despu¨¦s, siendo ya funcionario del Ministerio de Instrucci¨®n P¨²blica y alentado por algunos curas progresistas amigos suyos, empez¨® a llevar libros a los pueblos y aldeas de la provincia.
Aquel trabajo fue el germen de varios proyectos de m¨¢s envergadura. Aparte de las bibliotecas, Vicens organiz¨® Cultura Popular, la instituci¨®n que llevaba libros a las trincheras republicanas. "Pero antes, reci¨¦n llegado de Ginebra, donde conoci¨® los archivos y bibliotecas europeos y particip¨® en dos congresos, mont¨® una biblioteca gratuita en la Residencia".
A?os pobres y felices, dice Vicens. "Era una generaci¨®n muy optimista. Cuando ven¨ªan a casa Lorca, S¨¢nchez Mej¨ªas, Moreno Villa, Pep¨ªn Bello, Bu?uel, nos mor¨ªamos de risa. Gozaban la vida. Y eso se debe a los maestros que tuvieron. Maeztu y Giner de los R¨ªos eran artistas tambi¨¦n, y ensalzaban lo mejor de cada uno".
El inspector general de Bibliotecas Populares vivi¨® muchos d¨ªas de farra y gloria en la Residencia. Con Bu?uel ciment¨® una amistad que continuar¨ªa en M¨¦xico, con alguna aspereza: "Bu?uel se dio al espiritismo y acus¨® a mi padre de ser un comunista ortodoxo por trabajar en la Embajada sovi¨¦tica".
Sola, a miles de kil¨®metros, en la URSS, Mar¨ªa Luisa Vicens criaba a sus ni?os de la guerra y segu¨ªa ejerciendo de pionera. Mont¨® la primera C¨¢tedra de Literatura Espa?ola en Mosc¨², estuvo seis a?os en China... "Se separaron cuando los alemanes llegaron a Francia. Desde diciembre del 36, ¨¦l estuvo a cargo de la Oficina de Propaganda Republicana en Par¨ªs. Organiz¨® el pabell¨®n espa?ol de la Exposici¨®n Universal con Picasso, Lacasa, Vi?as... Mi madre supo que nos met¨ªan en un campo de concentraci¨®n y decidi¨® irse".
En pleno estalinismo, no dej¨® de luchar por un mundo mejor. "En Mosc¨² todav¨ªa se recuerdan las actividades que organizaba. Lecturas, teatro... Siempre muy cr¨ªtica con el sistema. A Pasionaria y a m¨ª nos llamaba los ortodoxos".
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