A un pitillo de Valencia
J. J. P?REZ BENLLOCH No es un modelo de concreci¨®n, precisamente, la papela que acaban de firmar los presidentes de las comunidades valenciana, madrile?a y de Castilla-La Mancha acerca de la ejecuci¨®n y gesti¨®n del tren de alta velocidad entre la capital del Reino y Valencia con Alicante de la mano, o eso debemos suponer, pues en ning¨²n momento hasta ahora se ha soslayado la ciudad del Benacantil, e incluso se le ha otorgado prioridad en esta iniciativa. Aclaraci¨®n pertinente para no ser reos de centralismo -del cap i casal- como a menudo barruntan por aquellos lares fraternos del sur. No han concretado mucho el aludido protocolo -que a la postre s¨®lo es eso-, pero s¨ª lo bastante como para afirmar la resoluci¨®n com¨²n de cumplir el proyecto en unos plazos previstos a la par que razonables. Si en el a?o 2005, decimos por decir, hemos puesto nuestros puertos y playas a un pitillo -una hora aproximada- de la Corte es seguro que se habr¨¢ alumbrado uno de los cambios decisivos y positivos para la prosperidad del Pa¨ªs Valenciano. Federico F¨¦lix, presidente de AVE y de la fundaci¨®n que alienta esta cruzada ferroviaria, ha cuantificado y divulgado reiteradamente el man¨¢ que deparar¨¢ la aprobaci¨®n de esta asignatura pendiente, lo que nos exime, dicho sea al paso, de avezarnos por conjeturas econ¨®micas y financieras que no nos incumben, dada nuestra inopia en tales asuntos. Cierto es que poco se ha dicho en torno a los costos medioambientales del trazado que resulte elegido entre los posibles, pero es dif¨ªcil imaginar que no se opte por la soluci¨®n que los aten¨²e al m¨¢ximo mediante la aplicaci¨®n del sentido com¨²n, el respeto a la creciente conciencia ecol¨®gica y la experiencia que ha supuesto para los valencianos enredarnos en estos asuntos que tanto dilataron la inauguraci¨®n de la autov¨ªa a Madrid. Esa es la voluntad, por otra parte, de los dirigentes auton¨®micos concertados. No obstante, tiempo habr¨¢ de fiscalizar y glosar el desarrollo de las obras y sus contrapartidas en este cap¨ªtulo. Esta nota no tiene m¨¢s objeto que subrayar lo que se nos antoja un episodio relevante en el proceso de maduraci¨®n del AVE Madrid-Valencia. Que tres presidentes de sus respectivas autonom¨ªas a¨²nen sus voluntades sugiere, cuanto menos, que se diluye en gran manera la discrecionalidad del Ministerio de Fomento, tan ingrata y tan repetidamente para las conveniencias del Pa¨ªs Valenciano. Que, adem¨¢s, no sean del mismo color pol¨ªtico, anticipa que sus acuerdos gozan de una importante cobertura frente a los eventuales cambios que se produjesen en la Moncloa. Dicho de otro modo: contar con la buena disposici¨®n y la firma del picajoso Jos¨¦ Bono -aunque en este viaje no pague billete, como parece- allana el camino hacia el final feliz. Si le da por lo contrario es muy capaz de instalar aduanas o de frenar el tren al paso por su taifato. Se arg¨¹ir¨¢ -y o¨ªdo lo tengo- que esta operaci¨®n atufa a electoralismo, y no dir¨¦ lo contrario. Sus principales agonistas y partidos lo van a vender como un triunfo personal, lo que a fin de cuentas importa poco, pues toda pol¨ªtica conlleva un gui?o al votante y bien se puede pagar ese precio si las comunicaciones con el centro acaban siendo, y pronto, m¨¢s r¨¢pidas, c¨®modas y baratas.
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