Por qu¨¦ la generaci¨®n del 68 opt¨® por ir a la guerra
La amarga experiencia nos ha ense?ado a no intentar apaciguar a los dictadores. Ya lo intentamos hace 60 a?os. No funcion¨® entonces y no se deber¨ªa intentar ahora. Las acciones del presidente Slobodan Milosevic en Kosovo han dado origen a escenas de sufrimiento y crueldad que la gente cre¨ªa que hab¨ªan sido desterradas de Europa para siempre.Europa y Estados Unidos deben mantenerse firmemente unidos. Hay que derrotar e invertir la pol¨ªtica de limpieza ¨¦tnica de Milosevic. El presidente Bill Clinton ha hecho gala de la resoluci¨®n y determinaci¨®n apropiadas. Una vez m¨¢s le damos las gracias a ¨¦l y al pueblo norteamericano por su apoyo a la causa del bien.
Naturalmente, nos veremos sometidos al habitual aluvi¨®n de cr¨ªticas, a veces por parte de gente a la que, creo yo, le resulta dif¨ªcil aceptar el hecho de que en Estados Unidos y Europa hay una nueva generaci¨®n de l¨ªderes, nacidos despu¨¦s de la II Guerra Mundial, que proceden del lado progresista de la pol¨ªtica, pero que est¨¢n dispuestos a mostrar la misma firmeza que cualquiera de sus predecesores, de la derecha o de la izquierda, a la hora de poner fin a esto. Y le pondremos fin.
Algunos alegan que tardamos demasiado en actuar. A ellos les digo que hicimos bien en dar toda clase de oportunidades a las negociaciones. Otros afirman que no deber¨ªamos haber intervenido en absoluto. A ellos les pregunto: ?qu¨¦ otra alternativa hab¨ªa? El no haber hecho nada habr¨ªa equivalido a consentir la brutalidad de Milosevic. Estaba claro que, a menos que le detuvi¨¦ramos, Kosovo compartir¨ªa la misma suerte que Bosnia.
La evidencia obliga a reflexionar. El a?o pasado, la ofensiva serbia forz¨® a m¨¢s de 300.000 personas a abandonar sus hogares. Los pueblos fueron quemados, la gente masacrada. Este a?o, a pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional, Rusia incluida, Milosevic rechaz¨® la diplomacia en Par¨ªs. Unas horas despu¨¦s, solt¨® a sus fuerzas en Kosovo. En pocos d¨ªas, decenas de miles de personas hab¨ªan huido.
Milosevic llevaba prepar¨¢ndose para la limpieza ¨¦tnica desde mucho antes de que cayera una sola bomba de la OTAN. Lo que ha sucedido era parte de un plan para expulsar de sus hogares a cientos de miles de personas de etnia albanesa, ejecutar a muchos de los hombres e incendiar sus pueblos.
En Bosnia esperamos cuatro a?os antes de intervenir con decisi¨®n. Como consecuencia de aquel conflicto, perdieron la vida m¨¢s de 200.000 personas y dos millones quedaron sin hogar. La duraci¨®n del conflicto implic¨® que un mill¨®n de ellas no pudieron regresar nunca a sus casas. La OTAN no ha cometido el mismo error en Kosovo. Cualquiera que haya visto las im¨¢genes de los cientos de miles de refugiados abandonando Kosovo, o que haya o¨ªdo las estremecedoras historias del sufrimiento impuesto por las fuerzas especiales de la polic¨ªa serbia y los matones paramilitares que trabajan con ellas, sabe por qu¨¦ ten¨ªamos que intervenir. Ahora quieren saber qu¨¦ vamos a hacer para ganar.
Del mismo modo que creo que no hab¨ªa m¨¢s alternativa que pasar a la acci¨®n, estoy convencido de que no hay m¨¢s alternativa que continuar hasta que hayamos vencido. Ahora que cumple 50 a?os, la OTAN debe prevalecer. Luchamos por un mundo en el que los dictadores ya no puedan infligir horribles castigos a su propio pueblo a fin de mantenerse en el poder. Es importante que el pueblo serbio sepa que no tenemos nada en contra de ¨¦l. Lo tenemos contra los arquitectos de la limpieza ¨¦tnica. Igual que sucedi¨® despu¨¦s de la II Guerra Mundial, un tribunal de cr¨ªmenes de guerra llevar¨¢ ante la justicia a los responsables.
Nuestra pol¨ªtica en Kosovo est¨¢ desgastando la m¨¢quina de matar de Milosevic. No debemos dejarnos enga?ar por su televisi¨®n, controlada por el Estado. Si tan seguro est¨¢ de su posici¨®n, ?por qu¨¦ suprimi¨® los medios de comunicaci¨®n independientes en Serbia? Pero tenemos que ser pacientes. Como ya he dicho, como ha dicho Clinton y otros l¨ªderes, Milosevic no ser¨¢ derrotado de la noche a la ma?ana.
Tambi¨¦n hacemos bien en mostrarnos cautos ante la opci¨®n de una fuerza de intervenci¨®n terrestre. Est¨¢ claro que har¨¢n falta fuerzas terrestres en Kosovo para hacer que los refugiados se sientan seguros y regresen a salvo. Pero eso es muy diferente a entrar por la fuerza.
Aunque no dejamos de repasar constantemente todas las opciones, ¨¦se no es nuestro plan. Una invasi¨®n ser¨ªa una operaci¨®n masiva y organizarla llevar¨ªa tiempo. Posiblemente el n¨²mero de v¨ªctimas ser¨ªa elevado. Y la poblaci¨®n civil estar¨ªa a merced de Milosevic. Por eso la opci¨®n sensata siguen siendo los ataques a¨¦reos, intensificarlos y reforzar su impacto.
Milosevic sabe lo que tiene que hacer para poner fin a la campa?a a¨¦rea de la OTAN: el cese verificable de toda actividad de combate y de las matanzas; la retirada de Kosovo de la polic¨ªa militar y las fuerzas paramilitares; una fuerza internacional de seguridad; el regreso de todos los refugiados y un acceso sin estorbos a la ayuda humanitaria, y un marco pol¨ªtico para Kosovo basado en el acuerdo de Rambouillet.
No pararemos hasta que acceda a todas estas condiciones. El mundo sabe demasiadas cosas de Milosevic como para dejarse enga?ar por cualquiera de sus tretas. La sucesi¨®n de ofertas de Belgrado demuestra que lo que busca ahora es una salida. Quiere quedarse con los resultados de su limpieza ¨¦tnica y a la vez proteger su m¨¢quina de matar. Pero si se queda por debajo de lo que he enumerado, no habr¨¢ nada que hacer. Los ataques seguir¨¢n.
Deber¨ªamos empezar ya a hacer planes a largo plazo, reforzando el acuerdo de Rambouillet, aceptado por el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo, pero rechazado por Milosevic. Despu¨¦s de todo su sufrimiento, est¨¢ claro que los albanokosovares jam¨¢s confiar¨¢n en Milosevic. Cualquier soluci¨®n pol¨ªtica deber¨¢ tener en cuenta ese hecho.
Rusia tiene un papel ¨²nico y destacado en estos esfuerzos.
Tenemos que entrar en un nuevo milenio, en el que los dictadores sepan que las limpiezas ¨¦tnicas no ser¨¢n consentidas y que no podr¨¢n reprimir a su pueblo con impunidad. Luchamos no por un territorio, sino por unos valores. Por un nuevo internacionalismo en el que no se tolerar¨¢ la represi¨®n brutal de los grupos ¨¦tnicos. Por un mundo en el que los responsables de esos cr¨ªmenes no tendr¨¢n donde esconderse.
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