Victorino hijo defiende una reforma profunda de la fiesta
El que se est¨¦ libre de culpa... Victorino Mart¨ªn hijo la emprende a pedradas. En efecto, el ganadero que el a?o pasado super¨® con holgura todo lo deseable (ni un toro rechazado) se sabe con la fuerza suficiente para exigir. Camino de Sevilla (a la una de la tarde sus toros se citan con los veterinarios), tel¨¦fono m¨®vil en ristre, recita un ideario ajeno a improvisaciones: "La fiesta necesita una reforma profunda", dice. Acto seguido, desgrana los puntos "m¨¢s importantes" a revisar: "Primero es necesario mayor conexi¨®n entre el p¨²blico y las autoridades. El ejemplo a seguir deber¨ªa ser el franc¨¦s. Tendr¨ªa que existir el di¨¢logo entre aficionados y profesionales. Luego, la difusi¨®n en los medios de la fiesta tiene que cambiar. No tiene sentido que espect¨¢culos con menos espectadores tengan una mayor presencia".
Otro tipo de toro
"Adem¨¢s", sigue, " la pol¨ªtica de promoci¨®n y creaci¨®n de nuevos valores ha de ser otra. Hay que acabar con eso de poner dinero para poder torear. Adem¨¢s, es un disparate lo que est¨¢ ocurriendo en la plaza de Las Ventas, donde los novilleros llegan pr¨¢cticamente de estreno. De ah¨ª el n¨²mero tan grande de cogidas. Por ¨²ltimo, y no lo menos importante, se debe volver a ofrecer el toro que pide la afici¨®n, y no, como ha estado ocurriendo en las ¨²ltimas d¨¦cadas, el que solicita el torero". Llegados a este punto toma aliento y..., en efecto, contin¨²a.
Para el ganadero, cuyos astados se presentan hoy en Sevilla, el toro debe recuperar su justo valor. "La importancia de un torero s¨®lo se puede medir seg¨²n el enemigo que tiene delante", sentencia. Ni la suerte de varas resiste su admonici¨®n: "Se est¨¢ perdiendo. Los caballos actuales son marmolillos que no saben andar para atr¨¢s. No torean, que es lo que deben de hacer. Al toro hay que medirlo y, si es bravo, lucirlo. En definitiva, y de nuevo, se impone "una reforma profunda". Casi una pedrada.
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