La sociedad de la informaci¨®n, en entredicho
El autor denuncia las grietas legales del sector del cable, que ponen en peligro inversiones por valor de un bill¨®n de pesetas y 15.000 puestos de trabajo.
Las llamadas autopistas de la informaci¨®n, que a m¨¢s de uno le han parecido siempre una especie de desideratum m¨¢s propio de la ciencia ficci¨®n que de un futuro convertible en realidad, ya son algo tangible, algo que tenemos al alcance de la mano. A ello ha contribuido, sin duda, el desarrollo experimentado por esa red de redes que nos parece envolver a todos llamada Internet. Con todo, para que la denominada Sociedad de la informaci¨®n sea una realidad cotidiana se hace preciso que se desarrollen infraestructuras de telecomunicaci¨®n que puedan dar el servicio requerido y faciliten la comunicaci¨®n entre todos los habitantes del mundo y no s¨®lo a trav¨¦s de la telefon¨ªa o unidireccionalmente, como hasta ahora est¨¢bamos acostumbrados. Nos hallamos en el umbral de una aut¨¦ntica revoluci¨®n industrial en la que la imagen ser¨¢ la aut¨¦ntica protagonista. Dentro de unos a?os, no concebiremos hablar por tel¨¦fono sin estar viendo a nuestro interlocutor, de la misma forma que hace poco no conceb¨ªamos que pudiera llegar el d¨ªa en que no s¨®lo le escuch¨¢ramos. Para que ese todos sea posible es preciso que cada cual tenga su propia posibilidad de elecci¨®n. De ah¨ª que la competencia se constituya como un principio ineludible. As¨ª lo entendi¨® la Uni¨®n Europea y as¨ª lo aceptaron los pa¨ªses miembros, entre los que se encuentra, claro est¨¢, Espa?a.
En Espa?a, empero, nos encontramos con una situaci¨®n que no comparten los pa¨ªses de nuestro entorno. Espa?a es el ¨²nico de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea que no dispone de una red de infraestructuras de telecomunicaci¨®n alternativa a la del operador dominante. Y en la fase de su construcci¨®n se encuentran las empresas que han entrado, con ¨¢nimo competitivo, en la apasionante aventura de la implantaci¨®n de las nuevas redes de cable de fibra ¨®ptica, con el deseo, adem¨¢s, de pasar lo m¨¢s r¨¢pidamente posible desde una posici¨®n de atraso con respecto a nuestros iguales europeos a ser los primeros y m¨¢s avanzados. Para ello, los nuevos operadores de cable han comprometido inversiones por un valor equivalente a casi treinta veces lo que cost¨®, el a?o pasado, construir la nueva pista de Barajas. Y seguro que estar¨ªan dispuestos a un mayor esfuerzo inversor con tal de que esta nueva pista -la de la informaci¨®n- permita a Espa?a despegar sin contratiempos a la cabeza de las nuevas tecnolog¨ªas.
Para que el desarrollo de las redes alternativas sea posible y, gracias a ¨¦l, tengamos un marco de competencia adecuado, se estableci¨® en Espa?a un modelo bien dise?ado de liberalizaci¨®n de las telecomunicaciones. Sin embargo, a pesar de ese buen dise?o, su implantaci¨®n est¨¢ teniendo graves dificultades que siembran dudas tanto sobre la voluntad pol¨ªtica del Gobierno para llegar a esa completa liberalizaci¨®n que d¨¦ lugar a la competencia plena como sobre el proyecto de las empresas que han aceptado el reto del establecimiento de esas infraestructuras de telecomunicaci¨®n alternativas a la del operador dominante. En definitiva, el objetivo de construir la Sociedad de la Informaci¨®n para todos, queda en entredicho.
En primer lugar, se ha producido una modificaci¨®n continua e imprevisible del marco jur¨ªdico y social, en el que leyes distintas parecen querer atribuirse la competencia exclusiva sobre el sector y que, encima, entran en abierta contradicci¨®n una con otra.
Y, despu¨¦s, con la Administraci¨®n hemos topado, Sancho. La burocracia administrativa de algunos ayuntamientos ha ido retrasando de forma sistem¨¢tica la concesi¨®n de las licencias de obras, imprescindibles para que los nuevos operadores de cable pudieran tender su red y, as¨ª, cumplir con los compromisos que hab¨ªan adquirido con la propia Administraci¨®n -aunque en este caso fuera la Central y no la Local- a la hora de la concesi¨®n de la explotaci¨®n de un -no nos olvidemos- servicio p¨²blico.
Por ¨²ltimo, no podemos dejar de se?alar los elementos discriminatorios que entran de lleno en la situaci¨®n de privilegio en que se encuentra el operador dominante en Espa?a. Si al desigual trato fiscal que recibe se le a?aden todas las trabas que en materia de interconexi¨®n, portabilidad o utilizaci¨®n de infraestructuras existentes pone ese mismo operador en defensa de sus exclusivos intereses -que no entendemos aqu¨ª como leg¨ªtimos-, cuando no se salta la moratoria en el cable por la v¨ªa de ofrecer en una misma publicidad servicios afectados por ella, nos encontramos con que los nuevos operadores de cable de fibra ¨®ptica tienen muy dif¨ªcil competir en igualdad de condiciones.
La nueva moratoria de cinco a?os m¨¢s para que Telef¨®nica pueda comenzar a competir en el terreno del cable que solicitan los nuevos operadores se convierte as¨ª en imprescindible y no se trata ya de un antojo o de que no se dieron cuenta de las dificultades con que se iban a encontrar en el momento de firmar la concesi¨®n del servicio, no. Se trata, simple y llanamente, de conseguir que las condiciones que los nuevos operadores preve¨ªan que se iban a dar al cabo de esos dos a?os te¨®ricos se cumplan al t¨¦rmino de esos cinco a?os m¨¢s que ahora piden. Aunque para ello se tenga que solicitar la ampliaci¨®n de la moratoria una o cincuenta veces.
Estamos hablando de que se est¨¢n poniendo en peligro inversiones por valor de un bill¨®n de pesetas o la creaci¨®n de 15.000 puestos de trabajo. Y eso, se?ores, no es ninguna tonter¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.