Material inflamable
El Madrid llega al final de la d¨¦cada dominado por el v¨¦rtigo. En ning¨²n club se advierte un proceso semejante de fagocitaci¨®n, de incapacidad para observar el futuro con serenidad, para trazar l¨ªneas estables de actuaci¨®n, para resolver la cuesti¨®n que consume al madridismo: c¨®mo arrebatar al Barcelona la supremac¨ªa del f¨²tbol espa?ol. Lejos de conseguirlo, el Madrid cada vez se aleja m¨¢s de ese objetivo, sometido a las consecuencias de un torbellino que se ha llevado por delante a m¨¢s de una decena de entrenadores y que ha acabado con cualquier idea de ciclo natural en la plantilla. Hace tres a?os, Lorenzo Sanz encontr¨® una f¨®rmula atractiva para regenerar la ilusi¨®n en torno al equipo. Fich¨® mucho, fich¨® bien, fich¨® barato. Se adelant¨® a los tiempos inflacionistas que se desataron poco despu¨¦s. Y por el camino, coloc¨® al Barcelona en una situaci¨®n delicada, obligado a reaccionar con prisas en el periodo traum¨¢tico que sigui¨® a la destituci¨®n de Cruyff.
El Madrid gan¨® la Liga. Por encima de cualquier debate sobre el juego de aquel equipo de Capello, se produjo una relaci¨®n causa-efecto. Por primera vez en varios a?os, el Madrid se hab¨ªa movido con rapidez y precisi¨®n. Pod¨ªa pensarse en un proyecto interesante. Un entrenador con un contrato por tres a?os y un equipo joven. Panucci, Roberto Carlos, Ra¨²l, Morientes, Guti contaban menos de 24 a?os. Y el grupo de veteranos estaba integrado por jugadores de 27 o 28 a?os, una edad estupenda para el f¨²tbol y para ejercer el liderazgo.
Dos a?os despu¨¦s, aquel prometedor equipo se ha derrumbado. Capello dio puerta, a los jugadores les entr¨® un apetito insaciable de fama y dinero, el club condescendi¨®, se perdi¨® la necesaria y respetuosa distancia entre la plantilla y la instituci¨®n, se entr¨®, en fin, en una din¨¢mica que aceler¨® el regreso del Madrid a una situaci¨®n de inestabilidad que vuelve a devorar ciclos, jugadores, entrenadores y directivos. Aquello que serv¨ªa tan s¨®lo hace tres a?os, ya no sirve para nada. Las relaciones se han degradado tanto como los resultados. El Madrid se ha convertido en un escenario de conflictos, algunos graves, otros c¨®micos, muchos innecesarios, todos ruidosos.
En su calidad de material inflamable, el Madrid se aboca a un crudo final de temporada. La afici¨®n vuelve a ver todo lo que sucede en el club con desagrado. No hay ning¨²n argumento firme para devolver la ilusi¨®n a una hinchada que est¨¢ cansada del caos, las excusas y la irresponsabilidad. Y esta sinraz¨®n arrastra a todos los sectores del Madrid. A los jugadores, al presidente, a los directivos y a un entrenador que tambi¨¦n parece engullido por los acontecimientos que se suceden a su alrededor. Porque hablando de Toshack: dos meses despu¨¦s de llegar al Madrid, el equipo est¨¢ eliminado de la Copa de Europa, no figura entre los cuatro primeros y el juego no funciona. M¨¢s que una reactivaci¨®n, se ha producido un deterioro. Cada vez hay m¨¢s ruido en el Madrid, una bomba a punto de estallar.
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