Pantalones verdes
No duelen los goles, duele el rid¨ªculo. No el 6-1 del tanteador, sino el esperpento de los leones vestidos de payasos. Como le dijo ayer Segurola a Gabilondo, los bilba¨ªnos debieron de encontrarse tan amamarrachados as¨ª disfrazados que no dieron pie con bola. Si el arbitro tem¨ªa la confusi¨®n por tener ambos equipos los calzones negros ten¨ªa que haber empezado por cambiarse ¨¦l los suyos. La man¨ªa de los oficinistas del f¨²tbol por complicarlo todo, a fin de justificar los sueldos que cobran, est¨¢ amanerando este deporte hasta la caricatura. Una cosa es que si juegan el Barcelona y el Extremadura no salgan todos de azulgrana, y otra que no puedan jugar dos equipos con camisetas a rayas aunque unas sean rojiblancas y otras albiazules. Los aficionados quieren ver a los suyos con su equipaje de siempre, y no tienen miedo de no saber distinguirlos del rival.
La posibilidad de que el Mallorca se negase a ceder pantalones blancos por supersticiosas razones entra dentro de la tonter¨ªa moderna. Pero las circunstancias de la masacre del Luis Sitjar interpelan tambi¨¦n a la conciencia rojiblanca.
La singularidad del Athletic consiste en haber sabido mantener, contra viento y marea y con el apoyo un¨¢nime de sus seguidores, sus se?as de identidad. La principal, jugar s¨®lo con futbolistas de casa. Pero tambi¨¦n, la de no manchar su camiseta con publicidad. El otro equipo que resiste tambi¨¦n es m¨¢s que un club.
Pero de poco sirve hacerlo si luego los expertos en comercializaci¨®n imponen el cambio de dise?o de la indumentaria pr¨¢cticamente cada a?o. El motivo evidente es mantener la demanda de productos del club: para que los chavales tengan que volver a ped¨ªrsela a los Reyes, y para que los peque?os se nieguen a heredar las de los hermanos mayores. La temporada pasada se justific¨® por lo del centenario, pero este a?o han vuelto a modificar el dise?o. Est¨¢n jugando con fuego.
Si de lo que se trata es de mantener una tradici¨®n asumida como propia por todos los aficionados, los s¨ªmbolos no pueden estar sometidos a cambios por motivos de moda o merchandising. Y ning¨²n s¨ªmbolo es tan definitivo como la camiseta del equipo: nuestros colores, decimos para sintetizar el conjunto de referencias objeto de nuestra lealtad. Si cada verano nos cambian de colores, esa fidelidad se diluir¨¢. Se empieza cambiando la anchura de las rayas y se acaba con pantalones verdes. O sea: en Segunda.
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