El optimismo del despegue
En Rumania siguen siendo grandes las resistencias a los tremendos cambios que este castigado pa¨ªs requiere para salir del pozo de pobreza y corrupci¨®n acumulado durante d¨¦cadas, cuando no siglos. Sin embargo, desde 1996, y bajo Constantinescu, el primer presidente no comprometido con la extinta dictadura comunista, el Gobierno ha conseguido por primera vez, en una situaci¨®n muy dif¨ªcil, dar la impresi¨®n, a su propia poblaci¨®n y a la comunidad internacional, de que el despegue es posible. Ha logrado infundir la esperanza de que el aumento del nivel de vida en el marco de un Estado de derecho, con instituciones legitimadas y fuertes y en convivencia democr¨¢tica, no es una utop¨ªa o un lujo reservado a los occidentales.
No se le ha ayudado demasiado a Rumania en este proceso, en gran parte por las malas experiencias de los organismos internacionales en los a?os perdidos bajo el r¨¦gimen de Ion Iliescu. Las sistem¨¢ticas convulsiones sociales y la supervivencia de fuerzas antidemocr¨¢ticas en posiciones de poder hab¨ªan hecho perder la esperanza. Ahora, el compromiso de Rumania con un proyecto de transformaci¨®n de los Balcanes en una regi¨®n "acolchada en acuerdos m¨²ltiples con el fin com¨²n de la integraci¨®n en Europa", en palabras del analista Cornel Codita, abre nuevas posibilidades.
Rumania espera verse compensada por los riesgos que de hecho supone su apoyo a la OTAN. Quiere participar activamente en este nuevo gran proyecto para la estabilizaci¨®n definitiva de toda la regi¨®n y requiere ayuda. En este sentido, Espa?a tiene tambi¨¦n la ocasi¨®n de estar presente, con mayor inter¨¦s que hasta ahora, en el resurgir del mayor pa¨ªs balc¨¢nico. Ser¨ªa una pena que se desaprovechara esta ocasi¨®n despu¨¦s del drama de la guerra. Despu¨¦s de Milosevic.
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