Una cat¨¢strofe humana ignorada
El autor afirma que los accidentes y enfermedades laborales causan un mill¨®n de muertes al a?o y exige que se cumplan las leyes y las medidas de prevenci¨®n.
Las muertes causadas por las malas condiciones de trabajo, y por los incumplimientos empresariales de las normas preventivas m¨¢s elementales, constituyen una cat¨¢strofe humana de enormes proporciones, aunque su verdadera dimensi¨®n es poco conocida. Seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT), en el mundo cada a?o m¨¢s de un mill¨®n de trabajadores mueren en accidente laboral o a causa de alguna enfermedad contra¨ªda en el trabajo. Estas muertes superan las causadas por accidentes de tr¨¢fico (990.000), son el doble de las producidas por las guerras (502.000) o por la violencia (563.000) y el triple de las relacionadas con el sida (312.000). Los 250 millones de accidentes laborales que se producen anualmente en el mundo causan lesiones irreversibles a millones de trabajadores y la muerte a 335.000. Casi otros tantos mueren por exposici¨®n a sustancias peligrosas que les causaron enfermedades cancer¨ªgenas, cardiovasculares, respiratorias o del sistema nervioso. El resto mueren a causa del estr¨¦s, los sobreesfuerzos y los accidentes de tr¨¢fico durante la actividad laboral. Adem¨¢s, 160 millones de trabajadores y trabajadoras contraen anualmente enfermedades profesionales debido a la exposici¨®n a sustancias t¨®xicas o a las malas condiciones de trabajo en que desarrollan su actividad.
La idea de que esas muertes y da?os a la salud son una consecuencia inevitable del trabajo est¨¢ muy extendida. Quiz¨¢ por ello la sociedad no reacciona frente a semejante cat¨¢strofe humana. Pero esa creencia es falsa. La OIT estima que si se adoptaran algunas sencillas medidas de seguridad se podr¨ªan salvar unas 600.000 vidas al a?o, pero no se adoptan por intereses puramente econ¨®micos.
Los empresarios consideran que esas medidas suponen un gasto de consecuencias negativas para los beneficios de la empresa, y por ello, con evidente desprecio hacia la vida y la salud de sus trabajadores, eluden su aplicaci¨®n incluso cuando tales medidas son un imperativo legal. Solamente en los pa¨ªses del norte de Europa, donde hay una amplia cultura preventiva y un respeto empresarial a la legalidad, como es el caso de los pa¨ªses escandinavos, o donde la vulneraci¨®n de las leyes preventivas es duramente perseguida por el sistema penal, como es el caso brit¨¢nico, la siniestralidad y mortalidad en el trabajo alcanzan niveles menos escandalosos.
No es el caso del nuestro, cuyos ¨ªndices de siniestralidad laboral son los m¨¢s elevados de nuestro entorno europeo y cuyo ¨ªndice de mortalidad en el trabajo (14 muertes anuales por cada 100.000 trabajadores) multiplica por tres el de la media de la Uni¨®n Europea (5 por 100.000). O sea que simplemente con un comportamiento similar al de los pa¨ªses de nuestro entorno podr¨ªamos evitar dos de cada tres muertes en accidente laboral. No es poco.
Pero aqu¨ª la cultura empresarial es escasa y los incumplimientos de las normas preventivas por parte de las empresas son generalizados. Con s¨®lo aplicar las disposiciones legales contempladas en la Ley de Prevenci¨®n de Riesgos Laborales y en los reglamentos que la desarrollan se podr¨ªan evitar la gran mayor¨ªa de las mil muertes y de los 13.000 accidentes graves que anualmente se producen en el lugar de trabajo. Pero las empresas prefieren eludir la ley para ahorrarse as¨ª los costes de su aplicaci¨®n, a pesar de que los accidentes nos cuestan no s¨®lo un tremendo sufrimiento humano totalmente injustificado, sino tambi¨¦n 2,2 billones de pesetas al a?o, lo que supone un enorme despilfarro para las empresas y para los ciudadanos. Los gastos en prevenci¨®n no pueden ser considerados un mero coste, sino una inversi¨®n socialmente necesaria y econ¨®micamente rentable.
Desde hace cuatro a?os, a iniciativa de la Confederaci¨®n Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), cada 28 de abril se viene celebrando internacionalmente el D¨ªa de la Salud y Seguridad en el Trabajo con el prop¨®sito de sensibilizar a la sociedad sobre esta problem¨¢tica, expresar la solidaridad con las v¨ªctimas de las malas condiciones laborales y otras formas de producci¨®n no sostenibles, y exigir de las empresas el cumplimiento de las disposiciones preventivas. Internacionalmente, este a?o los actos del 28 de abril tienen una dimensi¨®n especial por la atenci¨®n que se va a prestar a la dif¨ªcil situaci¨®n de las mujeres trabajadoras, cuyas condiciones de vida y trabajo afectan de manera espec¨ªfica a su salud.
Las mujeres sufren discriminaci¨®n laboral, y el trabajo femenino se identifica con actividades de escasa cualificaci¨®n, donde las mujeres ocupan en general las categor¨ªas profesionales m¨¢s bajas y reciben salarios inferiores. Esta infravaloraci¨®n social de las actividades desarrolladas por las mujeres, junto al car¨¢cter rutinario y repetitivo del trabajo, contribuye a aumentar los riesgos f¨ªsicos y ps¨ªquicos que el trabajo conlleva.
El 62% de las trabajadoras sufre alteraciones musculoesquel¨¦ticas debido a trabajos repetitivos, sobrecarga postural e inadaptaci¨®n ergon¨®mica. Una buena parte de las mujeres trabaja en posturas exigentes, sentadas o de pie, con un ritmo elevado y sin posibilidades de pausas. La mitad de las trabajadoras realiza movimientos repetitivos durante un tiempo superior a la cuarta parte de su jornada y muchas levantan cargas pesadas. Las cajeras de supermercado, en un 40%, padecen tendinitis, tenosinovitis y otras alteraciones musculares debido a que en cada jornada mueven aproximadamente entre cuatro y cinco mil kilos. Las mujeres que se dedican a la limpieza pasan la mayor parte del tiempo agachadas y con la espalda flexionada. Los trabajos de mecanograf¨ªa, confecci¨®n, en cadena... exigen movimientos repetitivos a gran velocidad en un grupo peque?o de m¨²sculos o tendones.
Las mujeres son m¨¢s vulnerables a la exposici¨®n a sustancias t¨®xicas, que les provocan trastornos en el ciclo menstrual, esterilidad, abortos o alteraciones gen¨¦ticas. Un reciente estudio de la Universidad de Toronto (Canad¨¢) demuestra que las mujeres embarazadas que trabajan con disolventes org¨¢nicos ven incrementado notablemente el riesgo de que el feto nazca con malformaciones. Estos disolventes se utilizan especialmente en las industrias del sector textil y de artes gr¨¢ficas, dos sectores muy feminizados. Adem¨¢s, el grado de abuso, intimidaci¨®n y acoso sexual es, por lo general, mayor para las mujeres.
Dif¨ªcilmente puede comprenderse el significado del trabajo femenino si no se tiene en cuenta la doble jornada. Las mujeres se han ido incorporando al mercado de trabajo sin que se hayan producido cambios importantes respecto a qui¨¦n y c¨®mo se realiza el trabajo dom¨¦stico y la atenci¨®n a la familia. Aunque en los ¨²ltimos a?os el reparto de las tareas dom¨¦sticas y la cooperaci¨®n entre todos los miembros de la unidad familiar ha aumentado, todav¨ªa el peso del trabajo dom¨¦stico sigue recayendo sobre las mujeres. El 75% de las mujeres trabajadoras se ocupa de las tareas del hogar frente a un 7% de los hombres. Esta doble presencia, en el trabajo dom¨¦stico y en el asalariado, produce sobrecarga de trabajo, agotamiento y estr¨¦s, afectando a su salud.
En nuestro pa¨ªs, este 28 de abril de 1999 tiene tambi¨¦n una caracter¨ªstica peculiar, ya que, a iniciativa sindical y a propuesta de la Comisi¨®n Nacional de Salud y Seguridad en el Trabajo, el Gobierno espa?ol ha publicado una orden ministerial reconociendo oficialmente la celebraci¨®n anual de esta jornada. Un d¨ªa, por especial que sea, ya se sabe que no resuelve mucho, pero ayuda a llamar la atenci¨®n de la sociedad sobre esta cat¨¢strofe humana tan ignorada y estimula a quienes d¨ªa a d¨ªa venimos trabajando por educar a los trabajadores en la prevenci¨®n, por obligar a las empresas a aplicar sus obligaciones preventivas y por exigir a los Gobiernos que cumplan y hagan cumplir la ley.
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