Contra la furia y contra la violencia
Algunos pueblos han sido v¨ªctimas, como algunas clases sociales, de opresi¨®n, agresi¨®n o humillaci¨®n y se revolvieron despu¨¦s como un latigazo contra quienes les hab¨ªan agredido. Esta explicaci¨®n de Isaiah Berlin, el gran pensador liberal, sirve para expresar, con una imagen prestada de Friedrich von Schiller, algunas de las reacciones nacionalistas radicales que vivimos con crudeza. "Un volksgeit herido es por decirlo as¨ª como una rama curvada, doblegada tan violentamente que cuando se suelta golpea con furia". Ante este fen¨®meno debemos estar por encauzar la reacci¨®n del oprimido transformado en "ardiente nacionalismo y chauvinismo", en una v¨ªa democr¨¢tica. Pero tambi¨¦n condenar la acci¨®n violenta que antes ocurri¨® y contra la ideolog¨ªa nacionalista que la justific¨® y que tiene, como ahora, resurrecciones. Soy "equidistante" ante ambos nacionalismos y condeno las violencias presentes y las pasadas. "Equidistante" y, por tanto, adversario cuando no enemigo de ambos. La muerte y la violencia nunca se justifican. La contestaci¨®n en forma de "llamarada" o de "agresividad", para continuar con Berlin, jam¨¢s puede ser aceptada. Precisamente la labor civilizadora que compete a los dem¨®cratas o a los nacionalistas dem¨®cratas es respetar los derechos individuales de los miembros de cada pueblo en los que se diferencian para que estas reacciones condenables desaparezcan. As¨ª la parroquia pol¨ªtica que m¨¢s conozco no debe ser ni nacionalista vasca o catalana ni tampoco nacionalista espa?ola. En todo caso, puede ser catalanista o vasquista como una actitud tibia y extensa, en adjetivos tomados en pr¨¦stamo a Isidre Molas, para que sirva para restablecer la igualdad del ciudadano ante su lengua en relaci¨®n con la lengua "¨²nica" durante tantos a?os o en otros temas de autogobierno. En el coraz¨®n de las consecuencias de la guerra civil jugaron otros elementos, que tienen relaci¨®n indirecta con lo que estamos planteando, como la desaparici¨®n de las libertades y la supeditaci¨®n de los trabajadores con reducciones reales de los salarios de un 50%. Pero es evidente que, en un tercer grupo de consecuencias, hubo la prohibici¨®n de poder utilizar, imprimir y ense?ar las lenguas habladas por quienes no eran o no eran solamente castellanohablantes. La eliminaci¨®n de los tres Estatutos fue en la misma l¨ªnea. Por ello en el plano ideol¨®gico ser¨¢ necesario luchar contra las ramas dobladas que reaccionan dando latigazos pero tambi¨¦n contra quienes mantienen los esquemas mentales de aquel nacionalismo espa?ol que tantas ramas dobleg¨® y que fue uno de los crisoles de aquella guerra tan y tan dura. Hay que trabajar para que quienes fueron agredidos no vean resurgir la ideolog¨ªa de aquel autoritario espa?olismo. Si resurgiera se extender¨ªan nuevamente unas inseguridades entre los antiguos agredidos que dificultar¨ªan encontrar un acomodado terreno central para los derechos de los individuos en relaci¨®n con las diversas lenguas y las diferentes reivindicaciones de autogobierno.
Pienso que en los ¨²ltimos a?os entre una parte de los que se definen como no nacionalistas o antinacionalistas, los viejos argumentos espa?olistas han resucitado con nueva fuerza lo que puede ocasional desfavorables reacciones entre quienes sufrieron quemaduras aunque la nueva agua no est¨¦ en plena ebullici¨®n. Para entrar en el lenguaje contenido que predica Javier Tusell, me referir¨¦ a tres escribidores, aunque sin decir sus nombres, que han desempolvado, y pienso mostrarlo, viejos argumentos del espa?olismo excluyente. El escribidor n¨²mero 1 da a entender que el franquismo no actu¨® contra el uso del euskera aunque en otras ocasiones afirma que as¨ª fue, pero que las prohibiciones m¨¢s absolutas no causaron mal alguno. Fueron tan duras que incluso se prohibi¨® el catal¨¢n, no solamente en donde se habla con permanencia sino, como se puede explicar, en el San Sebasti¨¢n donostiarra. El franquismo, seg¨²n este justificador, no hizo ning¨²n da?o. ?Por qu¨¦ Franco discurse¨® que la "unidad nacional la queremos absolutamente con una sola lengua, el castellano, y una sola personalidad, la espa?ola"? Una cita del escribidor 1, de marzo de 1999, afirma que "ser¨ªa francamente costoso probar que la situaci¨®n actual de esta lengua en la comunidad aut¨®noma vasca haya de considerarse como discriminada o fruto de una anterior discriminaci¨®n indebida". Un conocedor de la legislaci¨®n nacida del 18 de julio y de la anterior ha de quedar perplejo y puede pensar que se est¨¢ delante de un "revisionista" en favor de los reg¨ªmenes dictatoriales.
El escribidor 1 es quien utiliz¨®, en agosto de 1997, la diferencia entre lo subjetivo y la "colaboraci¨®n objetiva con el enemigo" en un estilo heredado del fiscal Vichinsky, aunque ahora no pueda atemorizarnos tanto como en aquel Mosc¨². Dos meses antes declaraba que si desapareciera el euskera, "conociendo lo que son las lenguas, no ser¨ªa una p¨¦rdida objetiva muy grave, y as¨ª los vascos vendr¨ªan a una comunidad ling¨¹¨ªstica superior". Si se lee el contexto, no se refiere a la del ingl¨¦s, sino a la de una lengua que en algunos ¨®rdenes no tiene m¨¢s vida que el euskera. Inducciones tan lamentables como la declaraci¨®n de ETA de septiembre de 1998 que afirma que "los enemigos del euskera no tienen derecho a vivir en nuestro pueblo".
El escribidor n¨²mero 2 tira mano, hasta el plagio, de argumentaciones de Unamuno en su art¨ªculo sobre el M¨¢user y la espingarda, donde propon¨ªa que Joan Maragall y los catalanes dej¨¢ramos de escribir en catal¨¢n. Dice el n¨²mero 2 que "a los buenos escritores en euskera, s¨ª les dar¨ªa un consejo, es que pasen al espa?ol. Creo que es el consejo m¨¢s sincero que puedo darles". Pero no para ah¨ª, tambi¨¦n aconseja que "hay tanto escritor malo en euskera que es preferible que lo hagan en espa?ol". Sin buenos ni malos escritores, se acab¨® lo que se daba. ?Para qu¨¦ exacerbar? ?No es suficiente tener mercados m¨¢s peque?os y cobrar mucho menos, sino que adem¨¢s debemos recibir consejos? Personalmente, cuando escribo "silla", y s¨¦ escribir "cadira", cobro 12 veces m¨¢s que cuando escribo "cadira", y s¨¦ escribir "cadira". Lo que sucede es que queremos que el catal¨¢n sobreviva y que contin¨²e la procesi¨®n. Como dijo Josep Pla, "hay quien ha ido con una candela, con un hach¨®n, y quien con un cirio: yo he ido con una cerilla". Lo sabemos, y no hacen falta consejos para que no escribamos en euskera o en catal¨¢n. Teniendo una lengua de por s¨ª tan poderosa, ?a qu¨¦ vienen estas pr¨¦dicas? Hay algunas cosas m¨¢s all¨¢ del poder y del dinero: que nuestra procesi¨®n, la del catal¨¢n, no se acabe.
Todo es parecido a lo que se oy¨® durante tantos a?os que aburre a algunos pero puede provocar entre otros la impresi¨®n de que quien dobl¨® la rama est¨¢ regresando. Nada de lo citado est¨¢ a favor de la igualdad, sino por el predominio total de una lengua o por la negociaci¨®n de discriminaciones ling¨¹¨ªsticas que duran desde el poder al menos desde hace tres siglos. El escribidor n¨²mero 3 escribe siempre contra los nacionalismos catal¨¢n, vasco y gallego. M¨¢s templado que los dos anteriores, quiere ser equilibrado y piensa serlo criticando "las exequias de Lola Flores y la promoci¨®n de lo rabiosamente espa?ol". Si fuera equilibrado solamente estar¨ªa en contra de las equivalentes Lolas Flores y de lo "Rabiosamente vasco, gallego o catal¨¢n". Personalmente no pienso que Lola de Espa?a haya pasado de ser m¨¢s que un epifen¨®meno ideol¨®gico. Se cubren las formas, pero se queda en posici¨®n desequilibrada, hablando de una "bailaora".
Cualquier abuso en la ense?anza del catal¨¢n, del gallego o del euskera es justamente se?alado, pero las 150 leyes que imposibilitan el uso de las lenguas que no son el castellano, incluso en el llamado "documento nacional de identidad", son ignoradas o voluntariamente olvidadas. La propia Constituci¨®n Espa?ola obliga a que todos los ciudadanos sepan el castellano, pero impide que lo mismo sea cierto para el resto de lenguas, ni ahora ni nunca. Quienes queremos estar contra la furia de quienes doblegan ramas y contra quienes despu¨¦s las hacen restallar con dureza no tenemos m¨¢s remedio que estar contra las violencias de un lado desde 1936 hasta hace poco y la de quienes la iniciaron en 1959 hasta hace menos. Podemos parecer tibios pero pretendemos ser fuertes e intentamos construir un territorio democr¨¢tico central tan pluriling¨¹¨ªstico como plurinacional. Si debo escoger entre uno y otro nacionalismo radicalizado, no escoger¨¦ ninguno, como en el pasado.
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