Un protagonista del siglo
Ahora, cuando algunos maestros j¨®venes recuperan valores de la vieja escuela, adquiere mayor significaci¨®n e inter¨¦s encontrarnos con los "queridos viejos" que siguen en activo, tal Kurt Sanderling. Sanderling cumplir¨¢ en septiembre 87 a?os, pues naci¨® en 1912, como Solti y Celibidache. Creo que su primera aparici¨®n en Madrid data de 1982, con la Orquesta Nacional en un programa de Stravinski, Mozart y Mendelssohn. No es de extra?ar, pues por aquellas d¨¦cadas hace gran carrera en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y en la RDA.Entre 1942 y 1960 dirige la legendaria Filarm¨®nica de Leningrado, junto a Eugeni Mravinski, y m¨¢s tarde pasa a la Sinf¨®nica de Berl¨ªn y a la Staatskapelle, de Dresde. Nunca fue un cultivador de las tendencias m¨¢s avanzadas, pero s¨ª tuvo relaci¨®n con Shostak¨®vich -sinfon¨ªa octava, novena y und¨¦cima- y grab¨® las sinfon¨ªas de Rachmaninov. Sin ser un bruckneriano, interpreta con gran altura, afectividad y af¨¢n clarificador a Bruckner -tercera y s¨¦ptima sinfon¨ªas preferente-mente-. En general, tanto en los cl¨¢sicos vieneses -Haydn, Mozart- como en los rom¨¢nticos o sus continuadores, los conceptos de Sanderling depuran de cualquier ret¨®rica sus versiones, pues prefiere la naturalidad, el fluir aparentemente espont¨¢neo y las texturas transparentes a los excesos elocuentes.
Prusiano de origen (naci¨® en Arys), vivi¨® el Berl¨ªn de la ¨®pera Kroll y recibi¨® el ejemplo de Walter, Kleiber, Furtw?ngler y Klemperer. Pero acaso se inclin¨® preferentemente y por razones de su propio criterio y sentimientos a la l¨ªnea klempereriana. Estamos -y esto a?ade valor a su vuelta a Espa?a- no ante un testigo del siglo, sino frente a uno de los protagonistas. Con una ventaja: Sanderling no viene a contarnos su pasado ni a hablar de sus vivencias, sino a continuarlas en el ejercicio vivo y entusiasta de lo que fue y es su vocaci¨®n y su dedicaci¨®n. No funciona bajo los brillos del star system. La m¨²sica grande no es su medio de existencia: es nada menos y nada m¨¢s que su vida. La Sinfon¨ªa de la sorpresa, de Haydn, y la Tercera de Bruckner constituyen toda una promesa para el p¨²blico.
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