Carta de un viajero al presidente Chirac
A mi vuelta de Macedonia, de Serbia y de Kosovo, me siento en la obligaci¨®n de transmitirle mi impresi¨®n: tengo miedo, se?or presidente, de que nos equivoquemos de camino. Usted es un hombre con los pies en la tierra. No hace demasiado caso de los intelectuales que llenan columnas con ideas grandilocuentes y perentorias. Est¨¢ bien, yo tampoco. Por lo tanto, me limitar¨¦ a los hechos. Podr¨¢ objetarme que cada uno tiene los suyos. Los que yo he podido observar sobre el terreno, en una corta estancia -una semana en Serbia (Belgrado, Novi Sad, Nis, Brange), del 2 al 9 de mayo, de los cuales cuatro d¨ªas en Kosovo, de Pristina a Prej, de Pritzren a Podujevo-, no corresponden a las palabras que usted utiliza desde la lejan¨ªa y con buena fe.No me considere parcial. Pas¨¦ la semana anterior en Macedonia, donde asist¨ª a la llegada de refugiados y escuch¨¦ sus testimonios. Me impresionaron, como a tanta gente. Quise a toda costa ir a ver, "del otro lado", c¨®mo eran posibles tales fechor¨ªas. Desconfiando de los viajes tipo Intourist o de los desplazamientos period¨ªsticos en autob¨²s, ped¨ª a las autoridades serbias disponer de un traductor de mi elecci¨®n, de un veh¨ªculo propio y de la posibilidad de ir y hablar donde y con quien me pareciera. Se respet¨® el contrato.
?Es importante el int¨¦rprete? S¨ª. Porque, para mi desgracia -aunque ?c¨®mo evitarlo?-, constat¨¦ que en Macedonia y en Albania uno puede caer imprudentemente en manos de int¨¦rpretes locales que, simpatizantes o militantes del ELK en su mayor¨ªa, proporcionan su punto de vista y sus contactos al extranjero reci¨¦n llegado. Los testimonios de tropel¨ªas son demasiado numerosos como para cuestionar un fondo indudable de realidad.
Sin embargo, algunos de los testimonios que recog¨ª, al verificarlos posteriormente sobre el terreno, resultaron ser demasiado exagerados, por no decir inexactos. Lo que, evidentemente, no cambia en nada el ignominioso esc¨¢ndalo que es ese ¨¦xodo.
?Qu¨¦ es lo que usted nos repite?: "No hacemos la guerra al pueblo serbio, sino a un dictador, Milosevic, que, neg¨¢ndose a toda negociaci¨®n, ha programado con sangre fr¨ªa el genocidio de los kosovares. Nos limitamos a destruir el aparato de represi¨®n, la destrucci¨®n estaba ya muy avanzada. Y si seguimos bombardeando, a pesar de los desdichados errores de tiro y los involuntarios da?os colaterales, es porque las fuerzas serbias contin¨²an su operaci¨®n de limpieza ¨¦tnica en Kosovo".
Me temo, se?or presidente, que cada una de esas palabras sea una enga?ifa.
1. "No se hace la guerra al pueblo...". ?No sabe usted que, en el centro del viejo Belgrado, el teatro para ni?os Dusan-Radevic linda con la televisi¨®n y que el misil que destruy¨® ¨¦sta golpe¨® tambi¨¦n a aqu¨¦l? Las bombas han ca¨ªdo sobre trescientas escuelas y los colegiales, abandonados a s¨ª mismos, ya no van a clase. En el campo, algunos de ellos se dedican a recoger tubos amarillos explosivos con forma de juguete (modelo CBU 87). Los sovi¨¦ticos tiraban este tipo de bombas de fragmentaci¨®n en Afganist¨¢n.
La destrucci¨®n de las f¨¢bricas ha puesto en la calle a cien mil trabajadores (cuyo sueldo es de 230 dinares, es decir, unas 2.275 pesetas). Aproximadamente, la mitad de la poblaci¨®n est¨¢ en paro. Si usted cree que as¨ª la pone en contra del r¨¦gimen se equivoca. A pesar del hast¨ªo y de la penuria, no he observado ninguna fisura en su sagrada uni¨®n. Una joven me dijo en Pristina: "Cuando se mata a cuatro chinos, ciudadanos de una gran potencia, el mundo se indigna; pero cuatrocientos serbios no cuentan. Curioso, ?no?".
Es cierto que no he sido testigo de las carnicer¨ªas causadas por los aviones de la OTAN sobre los autobuses de las columnas de refugiados, los trenes, el hospital de Nis y dem¨¢s. Ni de los raids sobre los campos de refugiados serbios (Magino Maselje, el 21 de abril, cuatro muertos, veinte heridos). Se trata de los cerca de cuatrocientos mil serbios que los croatas deportaron de la Krajina sin la presencia de micr¨®fonos y c¨¢maras.
Me ce?ir¨¦, pues, a los lugares y momentos de mi estancia en Kosovo. El general Wertz, portavoz de la OTAN, ha declarado: "No hemos atacado ning¨²n convoy y jam¨¢s hemos atacado a civiles". Mentira. En la aldea de Libjan vi, el jueves 6 de mayo, una casa pulverizada por un misil: tres ni?as y dos abuelos fueron masacrados, y no hab¨ªa ning¨²n objetivo militar en tres kil¨®metros a la redonda. Al d¨ªa siguiente, en el barrio gitano de Prizren, vi otras dos chabolas que dos horas antes hab¨ªan sido reducidas a cenizas, con varias v¨ªctimas bajo los escombros.
2. "El dictador Milosevic...". Mis interlocutores de la oposici¨®n, los ¨²nicos con los que me he entrevistado, me devolvieron a la cruda realidad. Pese a ser aut¨®crata, defraudador, manipulador y populista, Milosevic ha sido elegido en tres ocasiones: a los dictadores s¨®lo se les elige una vez; la segunda, ya no. Respeta la Constituci¨®n yugoslava. No hay un partido ¨²nico. El suyo es minoritario en el Parlamento. No hay prisioneros pol¨ªticos, las coaliciones cambian. Est¨¢ como ausente del paisaje cotidiano. Se le puede criticar abiertamente en las terrazas de los caf¨¦s -y de hecho no se privan-, pero a la gente no le preocupa demasiado. No hay ning¨²n carisma "totalitario" en las mentes. Occidente parece cien veces m¨¢s obnubilado por Milosevic que sus conciudadanos.
Compararlo con M¨²nich es cambiar al d¨¦bil por el fuerte y suponer que un pa¨ªs de diez millones de habitantes, aislado y pobre, y que no ambiciona nada fuera de las fronteras de la antigua Yugoslavia, pueda compararse a la Alemania conquistadora y superequipada de Hitler. Cuando uno se venda demasiadas veces los ojos termina siendo ciego.
3. "El genocidio de los kosovares...". Terrible cap¨ªtulo. S¨®lo he encontrado dos testigos occidentales, accesibles y oculares, Uno, Aleksander Mitic, si bien de origen serbio, es el corresponsal de la AFP en Pristina. El otro, Paul Watson, canadiense angl¨®fono, es el corresponsal para Europa central de Los Angeles Times. Ha cubierto Afganist¨¢n, Somalia, Camboya, la guerra del Golfo y Ruanda: es perro viejo. M¨¢s bien antiserbio, sigue desde hace dos a?os la guerra civil en Kosovo, del que conoce cada pueblo y cada carretera. Es un h¨¦roe, y por lo tanto, modesto. Cuando, el primer d¨ªa de los bombardeos, to-
dos los periodistas extranjeros fueron expulsados de Pristina, ¨¦l se escondi¨® para quedarse en el anonimato. No ha dejado de moverse y de observar.Su testimonio es ponderado y, al confrontarlo con otros, convincente. Las peores exacciones se cometieron, bajo el diluvio de las bombas, los tres primeros d¨ªas (24, 25 y 26 de marzo); hubo incendios, pillajes y asesinatos. Varios miles de albaneses recibieron entonces la orden de partir. Me asegur¨® que a partir de ese momento no ha encontrado ning¨²n rastro de crimen contra la Humanidad. Sin duda, esos dos escrupulosos observadores no lo han visto todo. Y yo, todav¨ªa menos. S¨®lo puedo dar testimonio de campesinos albaneses de vuelta a Podujevo, de soldados serbios montando guardia delante de panader¨ªas albanesas -se han vuelto a abrir diez en Pristina- y de heridos a causa de los bombardeos, albaneses y serbios unos al lado de otros, en el hospital de Pristina (dos mil camas).
Entonces, ?qu¨¦ ha pasado? En su opini¨®n, la s¨²bita superposici¨®n de una guerra a¨¦rea internacional a una guerra civil local, esta ¨²ltima de una extrema crueldad. Le recuerdo que, en 1998, murieron 1.700 combatientes albaneses, 180 polic¨ªas y 120 soldados serbios. El ELK secuestr¨® a 380 personas, de las que liber¨® a 103; el resto o ha muerto o ha desaparecido, a veces tras torturas (entre ellos, dos periodistas y 14 obreros). El ELK reivindicaba que ten¨ªa 6.000 militantes clandestinos en Pristina y, seg¨²n me han dicho, sus francotiradores entraron en acci¨®n cuando cayeron las primeras bombas. Los serbios, considerando que no pod¨ªan combatir en dos frentes, habr¨ªan entonces decidido evacuar manu militari a la "quintacolumna de la OTAN", su "fuerza terrestre", es decir, el ELK, en especial en los pueblos en los que se confund¨ªa y se fund¨ªa con la poblaci¨®n civil.
Limitadas pero ciertas, esas evacuaciones, que all¨ª se denominan "a la israel¨ª" -y que a usted le sonar¨¢n, como antiguo combatiente de Argelia (un mill¨®n de civiles argelinos fueron desplazados y encerrados por nosotros en campos de concentraci¨®n para "dejar al pez sin agua")-, han dejado su huella a cielo abierto, aqu¨ª y all¨¢ hay casas quemadas, pueblos desiertos. Estos enfrentamientos militares provocaron la huida de civiles -en su mayor¨ªa, me dicen, familiares de combatientes- antes de los bombardeos. Seg¨²n el corresponsal de la AFP, su n¨²mero era muy limitado. "La gente se refugiaba en otras casas vecinas", constata ¨¦ste, "nadie se mor¨ªa de hambre, ni se les mataba en las carreteras, ni hu¨ªa hacia Albania y Macedonia. Ha sido el ataque de la OTAN el que ha desencadenado, como una bola de nieve, la cat¨¢strofe humanitaria. De hecho, hasta entonces, no hubo necesidad de montar ning¨²n campamento de acogida en las fronteras". Todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que en los primeros d¨ªas se desencadenaron represalias por parte de elementos llamados "incontrolados", con la probable complicidad de la polic¨ªa local. Vuk Draskovic, entonces viceprimer ministro y hoy distanciado del r¨¦gimen, y otros me han dicho que desde entonces han detenido y condenado en Kosovo a trescientas personas convictas de tropel¨ªas. ?Maquillaje? ?Coartada? ?Mala conciencia? No se puede excluir.
Despu¨¦s, el ¨¦xodo continu¨®, pero a escala menor. Por conminaci¨®n del ELK, deseoso de recuperar a los suyos, por temor a ser considerados "colaboracionistas", por miedo a los bombardeos -que, a 6.000 metros, no distinguen entre serbios, albaneses y dem¨¢s-, para unirse a sus primos que hab¨ªan partido con anterioridad, porque el ganado ha muerto, Am¨¦rica va a ganar, es la ocasi¨®n para emigrar a Suiza, Alemania u otros lugares... Son testimonios recogidos sobre el terreno. Lo menciono, no lo cauciono.
?Habr¨¦ escuchado demasiado a "los del otro lado"? Lo contrario ser¨ªa racismo. Definir a priori a un pueblo -jud¨ªo, alem¨¢n o serbio- como colectivamente criminal no es digno de un dem¨®crata. Despu¨¦s de todo, durante la ocupaci¨®n hubo divisiones de las SS albana, musulmana y croata. Jam¨¢s serbia. ?Se habr¨¢ vuelto este pueblo, filosemita y resistente -en Serbia coexisten m¨¢s de diez nacionalidades-, nazi con cincuenta a?os de retraso? Muchos refugiados kosovares me han dicho que hab¨ªan escapado de la represi¨®n gracias a sus vecinos, amigos serbios.
4. "La destrucci¨®n, ya muy avanzada, por parte de las fuerzas serbias...". Lo siento: ¨¦stas parecen comportarse de modo encantador. Un joven sargento al que cog¨ª haciendo autoestop en la autopista Nis-Belgrado, y que serv¨ªa en Kosovo, me pregunt¨® por qu¨¦ raz¨®n estrat¨¦gica la OTAN se encarnizaba con los civiles. Nosotros, cuando vamos a la ciudad, donde ya no hay electricidad, estamos obligados a beber coca caliente. Es molesto, pero qu¨¦ se le va a hacer". Me imagino que las unidades tienen su grupo electr¨®geno.
En Kosovo han roto puentes que se pueden cruzar a trav¨¦s de los pilares, cuando no por encima, saltando los agujeros. Han da?ado un aeropuerto sin importancia, destruido cuarteles vac¨ªos e incendiado camiones militares fuera de uso, maquetas de helic¨®ptero y piezas de artiller¨ªa de madera plantadas en medio de prados. Excelente para la videoimagen y los briefings, pero ?despu¨¦s, qu¨¦? Acu¨¦rdese de que la defensa yugoslava, formada por Tito y sus partisanos, no tiene nada que ver con un ej¨¦rcito regular: est¨¢ diseminada y omnipresente, con sus PC subterr¨¢neos, preparada m¨¢s que suficientemente para las amenazas convencionales (anta?o, sovi¨¦tica). Hasta se desplazan los ca?ones con bueyes, para evitar su detecci¨®n por el calor.
No es ning¨²n secreto que en Kosovo hay 150.000 hombres armados, de 20 a 70 a?os -los reservistas no tienen l¨ªmite de edad-, de los que 40.000 a 50.000 forman el III Ej¨¦rcito del general Pavkovic. Los walkies-talkies parecen en buen estado, y son los mismos yugoslavos los que borran las redes de comunicaci¨®n. El ELK se serv¨ªa de port¨¢tiles para informar a los bombarderos americanos.
En cuanto a la esperada desmoralizaci¨®n, no se la crea. Mucho me temo que en Kosovo esperan a nuestras tropas a pie firme y no sin cierta impaciencia. Como me dec¨ªa un reservista de Pristina que iba a comprar el pan con su AK al hombro, "?espero vivamente la intervenci¨®n terrestre! En una guerra de verdad, por lo menos tiene que haber muertos de los dos lados". El wargame de los planificadores de la OTAN tiene lugar a cinco mil metros por encima de lo real. Se lo suplico: no env¨ªe a nuestros sensibles e inteligentes soldados de Saint-Cyr a un terreno del que ignoran todo. Su causa quiz¨¢s sea justa, pero para ellos jam¨¢s ser¨¢ una guerra defensiva, y todav¨ªa menos sagrada, como lo ser¨¢, con raz¨®n o sin ella, para los voluntarios serbios de Kosovo y Metojia.
5. "Siguen practicando la limpieza ¨¦tnica...". Las placas de matr¨ªcula acumuladas en la frontera frente Albania y los documentos de identidad de la gente que se iba, me indignaron. Es por miedo, me replicaron, a que los "terroristas" se vuelvan a infiltrar utiliz¨¢ndolos para maquillar coches y documentos. Muchas cosas han podido escaparse a mis modestas observaciones, pero el ministro alem¨¢n de Defensa minti¨® el 6 de mayo cuando declar¨® que "en el interior de Kosovo se han localizado entre 600.000 y 900.000 personas desplazadas". En un territorio de 10.000 kil¨®metros cuadrados, un hecho as¨ª no podr¨ªa pasar desapercibido para un observador que se desplaz¨®, ese mismo d¨ªa, del este al oeste y del norte al sur. En Pristina, donde viven todav¨ªa decenas de miles de kosovares, se puede comer en pizzer¨ªas albanesas, en compa?¨ªa de albaneses.
?No podr¨ªan interrogar all¨ª nuestros ministros a testigos con la cabeza fr¨ªa, m¨¦dicos griegos de M¨¦dicos Sin Fronteras, eclesi¨¢sticos, popes? Pienso en el padre Stephane, el prior de Prizren, un hombre singularmente ponderado. Porque la guerra civil no es una guerra de religi¨®n: las mezquitas, innumerables, est¨¢n intactas (salvo dos, seg¨²n me han informado).
Se puede comprar la pol¨ªtica exterior de un pa¨ªs -que es lo que hace EE UU con los de la regi¨®n-, no sus sue?os o su memoria. Si viera las miradas de odio que en la frontera lanzan los aduaneros y polic¨ªas macedonios a los convoyes de carros de combate que cada noche suben de Sal¨®nica a Skopje, con sus escoltas arrogantes e inconscientes de lo que les rodea, comprender¨ªa sin problema que ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil entrar en ese "teatro" que salirse de ¨¦l. ?Tendr¨¢ usted, como el presidente italiano, la valent¨ªa o la inteligencia de renunciar a postulados irreales para buscar, con Ibrahim Rugova, y seg¨²n sus propios t¨¦rminos, "una soluci¨®n pol¨ªtica sobre bases realistas".
En ese caso se le impondr¨¢n un cierto n¨²mero de realidades. La primera: no hay salvaci¨®n fuera de un modus vivendi entre albaneses y serbios, como pide Rugova, porque en Kosovo no hay una, sino dos, e incluso varias comunidades. Sin entrar en la batalla de cifras, debida a la ausencia de un censo fiable, he cre¨ªdo entender que hab¨ªa un mill¨®n y pico de albaneses, doscientos cincuenta mil serbios y otras doscientas cincuenta mil personas pertenecientes a otras comunidades -serbios islamizados, turcos, gorans o monta?eros, roman¨ªs, "egipcios" o gitanos alban¨®fonos- que temen la dominaci¨®n de una gran Albania y han tomado partido por los serbios. La segunda: hay que impedir el renacimiento de una guerra interior, feroz episodio de un ir y venir secular, acto I sin el cual el acto II de hoy es incomprensible, y ¨¦l mismo continuaci¨®n de una opresi¨®n anterior.
Las pol¨ªticas del presente se hacen siempre por analog¨ªa con el pasado. Hay que encontrar la menos mala posible. Usted ha elegido la analog¨ªa hitleriana con los kosovares como jud¨ªos perseguidos. Perm¨ªtame sugerirle otra: Argelia. Es evidente que Milosevic no es De Gaulle, pero el poder civil se enfrenta a un ej¨¦rcito que est¨¢ harto de perder y sue?a con batir el cobre. Y este ej¨¦rcito regular se codea con paramilitares aut¨®ctonos que podr¨ªan muy bien terminar pareci¨¦ndose a la OAS.
?Y si el problema no estuviera en Belgrado, sino en las calles, los caf¨¦s, las tiendas de Kosovo? Es un hecho que esos hombres no ofrecen ninguna confianza. Me retuvieron un par de veces. Y en honor a la verdad tengo que decir que fueron oficiales serbios los que, acudiendo en mi socorro, me sacaron del atolladero.
Seguro que usted se acuerda de la definici¨®n que De Gaulle hizo de la OTAN: "Una organizaci¨®n impuesta a la Alianza Atl¨¢ntica y que no es m¨¢s que la subordinaci¨®n militar y pol¨ªtica de Europa occidental a Estados Unidos de Am¨¦rica". Usted nos explicar¨¢ un d¨ªa las razones que le han llevado a modificar esta apreciaci¨®n. Mientras tanto debo confesarle que pas¨¦ cierta verg¨¹enza cuando, al preguntar en Belgrado a un dem¨®crata serbio de la oposici¨®n por qu¨¦ su actual presidente recib¨ªa con presteza a tal personalidad americana y no francesa, me respondi¨®: "Es mejor hablar con el amo que con los criados".
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