La desgracia de los serbios
Milosevic no puede ganar la guerra. Su victoria significar¨ªa una luz verde para la locura chovinista. Los Balcanes no son una excepci¨®n. La idea de la limpieza ¨¦tnica, religiosa, ideol¨®gica o clasista ha tenido ya tr¨¢gicas manifestaciones en nuestro siglo y todav¨ªa tiene partidarios. Los tiene tambi¨¦n el principio de construir la identidad propia mediante la propagaci¨®n del odio hacia los representantes de otras razas, otras religiones, hacia los "enemigos de clase". Con ayuda de esa l¨®gica, hoy son discriminados y asesinados los israel¨ªes y los palestinos, los habitantes de C¨®rcega y del Pa¨ªs Vasco. Se manifiesta el maligno deseo de una dominaci¨®n ¨¦tnica unido a la necesidad de conseguir la "pureza" ¨¦tnica. ?C¨®mo es posible que sucedan semejantes cosas en la era del Internet, de las fronteras abiertas y de los vuelos c¨®smicos? Parece que es precisamente el miedo a la gran globalizaci¨®n el que hace crecer las filas de los voluntarios de las sucesivas cruzadas ideol¨®gicas.El siglo XX, siglo de muchas locuras totalitarias, siglo de Auschwitz y del Gulag, comenz¨® por la guerra de los Balcanes y con otra guerra en los Balcanes termina. Pero, mientras la primera fue desencadenada por las ambiciones imperiales de algunas potencias europeas, la de ahora se libra en nombre y en defensa de los derechos humanos. El derecho a intervenir en defensa de los derechos humanos ser¨¢ la herencia que la democracia europea dejar¨¢ al siglo que ya est¨¢ en puertas.
En tiempos de la guerra fr¨ªa el mundo estaba dominado por el conflicto entre Occidente y la Uni¨®n Sovi¨¦tica comunista. Todo estaba supeditado a ese enfrentamiento y por eso las dictaduras pod¨ªan contar con el apoyo de las democracias, a condici¨®n de que combatiesen y persiguiesen a los comunistas. La desintegraci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica puso fin a ese razonamiento. El mundo cambi¨®, y de ah¨ª una guerra de nuevo tipo. La Alianza Atl¨¢ntica no se ha planteado en su operaci¨®n la consecuci¨®n de un cambio de fronteras. Tampoco se ha trazado como objetivo la creaci¨®n de una gran Serbia o de una gran Albania. En ning¨²n momento ha querido entregar Kosovo a los hombres armados de UCK. Por el contrario, el objetivo es que, en el futuro, en Kosovo, los albaneses no puedan ser discriminados por los serbios ni puedan discriminar a los serbios. Adem¨¢s, la Alianza sabe y acepta que habr¨¢ que realizar un plan de reconstrucci¨®n y desarrollo de los Balcanes.
Pero hay que comprender tambi¨¦n a los serbios, hay que entender los motivos de su determinaci¨®n y los enrevesados meandros de su historia. Es una historia llena de hero¨ªsmo y valor, pero tambi¨¦n de la convicci¨®n de que siempre se fue v¨ªctima y nunca verdugo. Los pueblos del centro y este de Europa est¨¢n firmemente convencidos de su inocencia en todas las tragedias. Los serbios tienen tambi¨¦n un sentimiento singular sobre el dramatismo de su destino. El serbio anticomunista recuerda que, durante la guerra contra el nazismo, en su pa¨ªs combati¨® el movimiento de resistencia m¨¢s potente de Europa, un movimiento que uni¨® en su seno las consignas nacionales con el antigermanismo tradicional. Aquel movimiento serbio goz¨® en su momento del apoyo de los Aliados, hasta que triunfaron los comunistas. Entonces Occidente abandon¨® a los chetnik y respald¨® a Tito. El comunista serbio recuerda, por su parte, que fue precisamente Tito el ¨²nico que se atrevi¨® a plantarle cara a Stalin. Con aquella actitud garantiz¨® a Yugoslavia la soberan¨ªa estatal y el respeto del mundo y a su pueblo, un relativo liberalismo. Los serbios pensaban que, al ser el pueblo m¨¢s numeroso en Yugoslavia, eran tambi¨¦n su columna vertebral y que los otros pueblos deb¨ªan aceptar esa posici¨®n privilegiada. Por eso no quer¨ªan ni o¨ªr hablar de posibles negociaciones con los albaneses de Kosovo, regi¨®n que, adem¨¢s, consideran cuna del Estado serbio.
Pero hoy Serbia est¨¢ aislada, porque se identifica con un pa¨ªs en el que se practica la limpieza ¨¦tnica. Ahora bien, admitamos que es dif¨ªcil ser objetivo cuando hay que protegerse de las bombas. ?sa es la causa de la amargura de los serbios y de ese orgullo que les hace tan dif¨ªcil aceptar cualquier cosa que huela a capitulaci¨®n. Sin embargo, parece obvio que, paulatinamente, empezar¨¢n a preguntarse c¨®mo es posible que Yugoslavia lo haya perdido todo en apenas diez a?os. El pa¨ªs se ha desintegrado, en Croacia ya casi no hay serbios, en Bosnia se perdio la guerra, Macedonia prefiri¨® marcharse y ahora puede hacerlo tambi¨¦n Montenegro. Para colmo, es imposible el mantenimiento de la dominaci¨®n en Kosovo sin renunciar a la limpieza ¨¦tnica.
Todas esas derrotas y desgracias se las deben los serbios a Slobodan Milosevic, a un comunista que se convirti¨® en nacionalista. ?l arrastr¨® a su pa¨ªs a guerras terribles y fracasadas, ¨¦l lo cubri¨® de oprobio y ¨¦l lo ha arruinado. Milosevic no quiso la transformaci¨®n de Yugoslavia, no acept¨® la f¨®rmula de una confederaci¨®n multinacional. Anhelaba una gran Serbia y aspiraba a tener en ella el poder. Hoy el pueblo serbio est¨¢ pagando las ambiciones imperiales de su dirigente.
El gran escritor serbio Ivo Andric escribi¨® hace a?os: "Aqu¨ª todo parece sometido a una maldici¨®n, siniestra, extra?a, sin salida. Todo parece ser producto de una inveros¨ªmil incompresi¨®n por cuya culpa uno se asfixia, por cuya culpa uno se ahoga antes de poder aclarar nada, antes de poder recuperar la vida real, la realidad con sus verdaderas relaciones y dimensiones". Andric hablaba de un hombre atrapado en una trampa. Hoy, en esa trampa est¨¢ todo el pueblo serbio.
El chovinismo no es un invento de los serbios. Hay otros pa¨ªses europeos en los que esa enfermedad tambi¨¦n se manifiesta de manera abominable. Pero la desgracia de los serbios consiste en que en su pa¨ªs el chovinismo impera de manera indivisible. Y eso hay que record¨¢rselo a aquellos que se han opuesto a la acci¨®n de la OTAN. Conocemos sus argumentos: los bombardeos son antihumanitarios, porque sirven de pretexto para realizar limpiezas ¨¦tnicas y porque no s¨®lo matan a los "malos"; son ineficaces porque fortalecen la posici¨®n de Milosevic. Suelen a?adir que toda la operaci¨®n es ilegal, porque careci¨® de la aprobaci¨®n de la ONU y Yugoslavia no hab¨ªa agredido a nadie agredi¨®. Suelen preguntar tambi¨¦n por qu¨¦ los albaneses de Kosovo, parte del Estado soberano de Yugoslavia, han de tener mayores derechos a la autodeterminaci¨®n que los albaneses de Macedonia y por qu¨¦ Europa aplica un doble rasero moral: castiga a Serbia por su comportamiento con los albaneses, pero tolera lo que hace Turqu¨ªa con los kurdos. Hay que reconocer que se trata de argumentos s¨®lidos y de dudas fundadas. Tambi¨¦n hay que admitir que es mucho mejor negociar que bombardear, pero hay que a?adir una condici¨®n: que las dos partes tengan la misma voluntad de hablar y de encontrar una soluci¨®n. Sin embargo, Milosevic nunca ha querido llegar a un acuerdo, jam¨¢s quiso reconocer los derechos de los albaneses de Kosovo. Lo ¨²nico que buscaba eran m¨¢s concesiones de Occidente. Y hubo un momento
en el que el comportamiento de Occidente empez¨® a recordar la actitud que triunf¨® en M¨²nich en 1938. Despu¨¦s de las negociaciones de Rambouillet y de la posici¨®n que adopt¨® Milosevic, a Occidente s¨®lo le quedaron dos salidas: obligar a Serbia a cumplir el acuerdo por la fuerza o admitir su propia derrota. La decisi¨®n fue muy dif¨ªcil, porque ya se sabe que no hay guerras totalmente "higi¨¦nicas". Cuando hablan las bombas, muere la gente, y cada muerte es un gran dolor. El llanto de las personas es igual en todas las lenguas. Pero tolerar las limpiezas ¨¦tnicas ser¨ªa el mayor oprobio para Europa. Por eso ha sido positivo que, cuando agot¨® la fuerza de los argumentos, se optara por el argumento de la fuerza. Esa elecci¨®n fue aceptada y apoyada tambi¨¦n por los socialdem¨®cratas y los verdes, fuerzas tradicionalmente opuestas a la violencia. ?Por qu¨¦? Porque estaba en juego la defensa de los derechos humanos. De ah¨ª que la operaci¨®n de la OTAN se sometiese a los siguientes principios: "Ni un solo golpe que no sea imprescindible", "conseguir una paz basada en el respeto a los derechos humanos".La historia ha hecho sufrir mucho a los serbios. Hay en ella demasiada desesperaci¨®n contra la opresi¨®n extranjera. Primero, a?os de un interminable enfrentamiento a Turqu¨ªa; luego, m¨¢s recientemente, los a?os del r¨¦gimen de Tito. Esa historia cre¨® un tipo de pol¨ªtico a la vez astuto y manipulador que sabe aprovecharse de las pasiones humanas, un pol¨ªtico que cree en la eficacia de los pu?os y de una resistencia insensata. Ese pol¨ªtico tiene la costumbre de gobernar dando ¨®rdenes, y el convencimiento de que es infalible, es un ser lleno de soberbia y desp¨®tico. As¨ª es el pol¨ªtico que manda en Belgrado. Para describirlo se puede aprovechar una frase de Andric: "Hoy se parecen a un traje anticuado y pesado que la gente est¨¢ obligada a vestir, m¨¢s como el signo de una herencia dif¨ªcil que como el signo de una fuerza real". Mientras tanto, la ¨²nica salida sensata que ten¨ªa Serbia al comenzar la operaci¨®n de la OTAN era capitular cuanto antes. ?se era el ¨²nico camino que pod¨ªa conducir a Serbia a la democracia y a asegurarle un puesto en la Europa democr¨¢tica.
La experiencia de los Balcanes es rica en lecciones. Es una advertencia para todos aquellos que violen los derechos humanos, es una advertencia para Turqu¨ªa. La operaci¨®n de la OTAN es para este pa¨ªs un aviso y un consejo para que empiece a dialogar con los kurdos. "Buscad un compromiso, porque no pod¨¦is contar con solucionar el problema por m¨¦todos policiales, mediante la represi¨®n. Si no lo hac¨¦is os encontrar¨¦is en un callej¨®n sin salida, como la Serbia de Milosevic".
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