La pasi¨®n del saber
Galileo Galilei De Bertold Brecht, en traducci¨®n de Miguel S¨¢enz. Int¨¦rpretes, Manuel de Blas, Paca Ojea, Carles Montoliu, Xus Romero, Xuacu Carballido, Juan Mandli, Sandro Cordero, Fran Sariego, Sergio Gayol, Carles Rossell¨®. Iluminaci¨®n, Rafael Mojas. Vestuario y m¨¢scaras, Sue Plummer. Escenograf¨ªa, Dino Ib¨¢?ez. Direcci¨®n musical, Joan Cerver¨®. Direcci¨®n, Santiago S¨¢nchez. Teatro Tal¨ªa. Valencia.Es posible que al p¨²blico juvenil que llenaba la sala se la trajera sin cuidado la discusi¨®n te¨®rica acerca del movimiento de los astros, a la espera seguramente del estreno de la cuarta entrega de La guerra de las galaxias. Y, sin embargo, el texto de Brecht tiene una belleza, una pertinencia en los pasos de su pausada exposici¨®n, susceptible de interesar en cualquier ¨¦poca a casi no importa qu¨¦ clase de p¨²blico. El Brecht m¨¢s hecho asoma aqu¨ª la oreja para construir una obra de una intimidad sorprendente acerca del placer del razonamiento y de las dificultades que debe afrontar quien lleva su pasi¨®n por el saber hasta esas consecuencias que dificultan la convivencia pac¨ªfica con los vecinos. Algo de eso, aunque sin exagerar demasiado, sufrimos tambi¨¦n por aqu¨ª. Una vez clara la actualidad del asunto de Galileo, conviene detenerse en una puesta en escena, sobre escenograf¨ªa delicada y muy inteligente de Dino Ib¨¢?ez, poco inclinada a las sutilidades que sugiere el texto y m¨¢s decidida a ir directa a un grano que quiz¨¢s desmerece en ocasiones de las sabias iron¨ªas del autor. Se trata, con todo, de una tentativa digna de tener en cuenta, a¨²n con los reparos de un cierto exceso de didactismo. El papel protagonista es, como resulta l¨®gico, un aut¨¦ntico caramelo, al que se entrega Manuel de Blas con una fruici¨®n a veces un tanto subrayada. La alegr¨ªa del cient¨ªfico ante sus certezas, y la pesadumbre ante los temores que le originan, no siempre evita la ca¨ªda en una composici¨®n adolescente que, en las grandes escenas, perjudica a su credibilidad, en favor, con la colaboraci¨®n de otros pasajes de la puesta en escena, de un cierto sainetismo dado a la caricatura gruesa, como sucede con el uso dram¨¢tico de las, por otra parte, espl¨¦ndidas m¨¢scaras. Un trabajo digno y cuidado, sobrepasado muchas veces por la larga sombra de su todav¨ªa celeb¨¦rrimo autor.
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