El dilema de la inflaci¨®n diferencial espa?ola
Tener una inflaci¨®n diferencial, como en el caso de Espa?a, bastante por encima de la media de los pa¨ªses miembros de la uni¨®n monetaria supone perder competitividad. Si el diferencial es reducido y espor¨¢dico no es grave, pero si es elevado y persistente la p¨¦rdida de competitividad a medio plazo puede ser muy importante. Analicemos las posibles causas de dicho diferencial.La evidencia emp¨ªrica viene a demostrar que, a muy largo plazo, la teor¨ªa de la paridad del poder de compra (PPC) tiende a cumplirse (aunque no siempre). Es decir, que los tipos de cambio reales, que son los que determinan la competitividad entre los pa¨ªses, tienden a ser estables, ya que las variaciones de los tipos de cambio nominales suelen tender a compensar los diferenciales de inflaci¨®n y costes entre los pa¨ªses miembros. Sin embargo, a corto y medio plazo, dicha paridad no suele cumplirse, y los tipos de cambio reales no suelen ser estables, produci¨¦ndose desalineamientos y desajustes en la competitividad entre dichos pa¨ªses miembros. Existen tres razones b¨¢sicas para que se den dichos desajustes.
Si un pa¨ªs experimenta un aumento de su productividad superior al de otros pa¨ªses, durante un cierto tiempo, su tipo de cambio real tender¨¢ a apreciarse. Asimismo, si un pa¨ªs se encuentra en plena fase c¨ªclica expansiva y otro en plena fase c¨ªclica recesiva el tipo de cambio real del primero tender¨¢ a apreciarse respecto del segundo. Finalmente, si un pa¨ªs tiene un menor grado de competencia interna en los bienes y servicios que no se exportan o compiten con las importaciones, derivada de excesiva regulaci¨®n o rigidez en sus mercados, tambi¨¦n tender¨¢ a apreciarse su tipo de cambio real. Ahora bien, en un sistema de tipos de cambio flexibles, la apreciaci¨®n del tipo de cambio real se produce mediante una apreciaci¨®n del tipo de cambio nominal. Sin embargo, con una moneda ¨²nica no existe tal posibilidad, con lo que la apreciaci¨®n real del tipo de cambio tiene que producirse, necesariamente, a trav¨¦s de una mayor tasa de inflaci¨®n. En los pa¨ªses con mayores incrementos de productividad a medio plazo, con una situaci¨®n c¨ªclica m¨¢s expansiva a corto plazo, o con mayores rigideces y falta de competencia en sus mercados, sus precios tender¨¢n a aumentar m¨¢s que en el resto de los pa¨ªses miembros, para permitir que se d¨¦ una apreciaci¨®n real de su tipo de cambio.
Este problema de la inflaci¨®n diferencial se complica, adem¨¢s, en la uni¨®n monetaria europea, a trav¨¦s de tres v¨ªas. La primera consiste en que 1a creciente integraci¨®n financiera hace que los tipos de inter¨¦s nominales entre los pa¨ªses tiendan a igualarse, con lo que los pa¨ªses con mayor inflaci¨®n tender¨¢n a tener tipos de inter¨¦s real (deducida la inflaci¨®n) m¨¢s bajos, lo que tender¨¢ a aumentar, a¨²n en mayor medida, la expansi¨®n de su demanda y su diferencial de inflaci¨®n. En Espa?a, el tipo de inter¨¦s real a corto plazo es hoy del 0,5% mientras que en Alemania e Italia es del 2%.
La segunda reside en que la pol¨ªtica monetaria ¨²nica del BCE no podr¨¢ reducir dicho diferencial, ya que su pol¨ªtica est¨¢ basada en las perspectivas de inflaci¨®n media ponderada del conjunto de pa¨ªses miembros, con e1 fin de mantener la estabilidad general de precios. Por tanto, su pol¨ªtica ser¨¢ siempre demasiado expansiva para los pa¨ªses con mayor inflaci¨®n y demasiado restrictiva para los pa¨ªses con menor inflaci¨®n, que la de dicha media ponderada del conjunto de pa¨ªses miembros.
La tercera deriva de los diferentes mecanismos de transmisi¨®n de la pol¨ªtica monetaria existentes en cada pa¨ªs. En los pa¨ªses en los que el cr¨¦dito bancario tenga un mayor peso en el endeudamiento de las empresas y familias y que dicho cr¨¦dito sea a menor plazo, la pol¨ªtica monetaria del BCE tendr¨¢ un efecto mucho m¨¢s r¨¢pido sobre la actividad econ¨®mica que en los pa¨ªses en los que el peso de los mercados de capitales, v¨ªa bonos y acciones, sea mayor en dicho endeudamiento y los plazos sean m¨¢s largos.
Por ejemplo, la reciente reducci¨®n en medio punto del tipo repo de inter¨¦s a corto plazo por parte del BCE no es nada conveniente para Espa?a porque nuestra inflaci¨®n ya es m¨¢s elevada, nuestra situaci¨®n c¨ªclica m¨¢s expansiva y nuestro mecanismo de transmisi¨®n monetaria m¨¢s r¨¢pido que el de la media de los 11 pa¨ªses miembros, con lo que tender¨¢ a incrementar nuestro diferencial de inflaci¨®n actual. Aunque, eso s¨ª, est¨¦ justificada para el BCE por las bajas perspectivas de inflaci¨®n media ponderada de los pa¨ªses miembros y por el bajo crecimiento de Alemania e Italia, que representan casi el 50% del PIB de los Once.
Naturalmente, no todos los precios aumentan en la misma proporci¨®n en los pa¨ªses con mayor tasa de inflaci¨®n. Los precios de los bienes y servicios comerciables vendr¨¢n determinados por la oferta y demanda del conjunto de los pa¨ªses de la uni¨®n y por la competencia de los bienes y servicios homog¨¦neos importados, con lo que tender¨¢n a ser casi id¨¦nticos entre los pa¨ªses miembros. Por el contrario, la inflaci¨®n diferencial se dar¨¢ en muchos de los servicios, en los factores de producci¨®n sin movilidad o escasa movilidad, como los inmuebles, los activos fijos, el suelo, y en los activos financieros, especialmente la renta variable.
Otro factor de divergencia inflacionista vendr¨¢ determinado por la inflaci¨®n salarial. Los distintos sistemas de negociaci¨®n colectiva, los diferenciales de productividad y la escas¨ªsima movilidad de la mano de obra entre y dentro de los pa¨ªses miembros har¨¢n que se mantengan los diferenciales de niveles salariales y de sus tasas de crecimiento.
Finalmente, 1as pol¨ªticas fiscales e impositivas podr¨¢n jugar un papel tambi¨¦n importante en los diferenciales de inflaci¨®n. Los pa¨ªses con un mayor nivel de deuda, los pa¨ªses con tipos impositivos m¨¢s elevados en determinados productos y servicios no comerciables o en el factor trabajo, tendr¨¢n mayor inflaci¨®n.
?Qu¨¦ implicaciones de pol¨ªtica econ¨®mica tienen estas divergencias inflacionistas?
La primera implicaci¨®n es para nuestra necesaria convergencia real, es decir, en t¨¦rminos de renta per c¨¢pita. Espa?a necesita seguir convergiendo lo m¨¢s r¨¢pidamente posible con la media de la UE, ya que se encuentra un 20% por debajo en t¨¦rminos de renta por habitante, y, para ello, necesita crecer m¨¢s r¨¢pido que los pa¨ªses que se encuentran por encima de dicha media. Si lo consigue, tender¨¢ a mantener una inflaci¨®n diferencial mayor a lo largo de dicho proceso y, probablemente, una tendencia a perder competitividad. Dicha p¨¦rdida ser¨¢ menor y menos peligrosa si la convergencia est¨¢ basada en un fuerte crecimiento de la productividad, que si est¨¢ basada, como lo est¨¢ ahora en nuestro pa¨ªs, en un aumento casi exclusivo del empleo. ?sta es una de la mayores debilidades de la econom¨ªa espa?ola a medio plazo. E1 crecimiento del empleo, deber¨¢ venir acompa?ado de un crecimiento de la productividad, si es que queremos tener convergencia real sin perder competitividad. La productividad espa?ola est¨¢ hoy creciendo al 0,44% frente a una media del 1,7% en la uni¨®n monetaria.
La segunda implicaci¨®n es para la misma pol¨ªtica econ¨®mica. Dado que la pol¨ªtica monetaria est¨¢ delegada en el BCE, son las pol¨ªticas presupuestaria, impositiva, de rentas y de oferta las que deben de utilizarse para intentar reducir 1a inflaci¨®n diferencial y no perder competitividad. Eso significa moderaci¨®n salarial, reducci¨®n de costes no salariales, reducci¨®n de impuestos e introducci¨®n de mayor competencia interna en los mercados de bienes y servicios no comerciables y en el mercado laboral.
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