El Madrid se desquita gracias a Morientes
Dos goles del delantero madridista colocan a un viejo rival, el Tenerife, al borde del descenso autom¨¢tico
Morientes, otra vez Morientes. El delantero acudi¨® puntual a su cita con los goles, volvi¨® a estar en el sitio justo del ¨¢rea en el momento preciso, y sac¨® al Madrid del Heliodoro con la barbilla erguida. Los de Toshack, a medio gas y con m¨¢s comodidad de la que insin¨²a el resultado, no s¨®lo aguantaron firmes en su pelea clasificatoria sino que cumplieron con el compromiso ¨ªntimo que encerraba la reuni¨®n de ayer: vengar en lo posible la deuda hist¨®rica que el Tenerife ten¨ªa con el escudo madridista, empujar a Segunda al adversario que les quit¨® no hace mucho dos Ligas de los labios. El Tenerife huele cada vez m¨¢s a descenso, a fin de ciclo. Es un equipo nulo en el juego y roto en el ¨¢nimo, una calamidad de la que ayer se aprovech¨® el Madrid.El Madrid comprob¨® pronto que el partido no admit¨ªa discusi¨®n desde lo futbol¨ªstico. Y no tanto por los argumentos propios como por su ausencia en el lado enemigo. Pese a la desatenci¨®n de costumbre, la falta de continuidad y la inexistente idea de equipo, el conjunto blanco -azul ayer- se sinti¨® siempre superior. El Tenerife eran ganas y poco m¨¢s, una ruina en los asuntos defensivos y una m¨¢quina constante de regalar balones.
TENERIFE 2
REAL MADRID 3Tenerife: Unzue; Llorente (Domingos, m. 64), Ballesteros, Alexis, Javi L¨®pez (Basavilbaso, m.82); Jokanovic; Pinilla, Juanele, Mista; Makaay y Pier. Real Madrid: Illgner; Panucci, Hierro, Iv¨¢n Campo, Roberto Carlos; Seedorf, Redondo, Ra¨²l (Guti, m.83), Jarni (MIjatovic, m.70); Morientes y Savio (Sanchis, m. 46). Goles: 0-1. M.23. Jarni mete una rosca desde la izquierda y Morientes, desde cerca y libre de marca, cabecea a la red. 0-2. M.31. Seedorf se va de Jokanovic en la mitad del campo rival, tira una pase hacia Morientes, que fusila. 1-2. M.49. Pinilla cuelga un bal¨®n frontal, Makaay gana en el salto a Iv¨¢n Campo, deja la pelota muerta y Pier marca. 1-3. M.52. Sanchis tira desde la frontal, Unzue desv¨ªa y Alexis agarra a Ra¨²l para que no llegue al rechace. El propio Ra¨²l transforma en gol el penalti. 2-3. M.72. Zurdazo raso de Alexis en libre directo. ?rbitro: Juli¨¢n Rodr¨ªguez. Amonest¨® a Hierro, Seedorf, Pier, Alexis, Pinilla, Panucci y Ballesteros. 21.000 espectadores en el Heliodoro.
Desde el inicio, el Madrid entendi¨® que s¨®lo se le pod¨ªan fugar los puntos si el encuentro sub¨ªa de temperatura, si se convert¨ªa en un asunto m¨¢s pasional que otra cosa, si se volv¨ªa, en suma, un Tenerife-Madrid de los cl¨¢sicos. Y a punto estuvo de vencer hacia ese costado la reuni¨®n cuando, a los diez minutos, dos duras entradas consecutivas de Roberto Carlos y Fernando Hierro sobre Pier y Makaay, respectivamente, pusieron a hervir el Heliodoro, dispararon las revoluciones del juego y dejaron la cita por unos instantes en una cuesti¨®n de balones divididos. De pelotazos frontales, ollas y suertes as¨ª donde la fe y la decisi¨®n juegan un papel preponderante.
El Tenerife intent¨® conducir por ah¨ª la reuni¨®n. Dibuj¨® una alineaci¨®n sin centro del campo, dividi¨® el once en defensas -Jokanovic, en realidad, fue un zaguero m¨¢s- y delanteros, y traz¨® un plan de f¨²tbol directo y vertical, quiso hacer de la precipitaci¨®n una virtud. Lo que intent¨® el Madrid fue justo lo contrario: calmar el partido, dormir la pelota y al rival y dejar que los goles y la victoria fueran cayendo por su propio peso. Una estrategia poco ambiciosa, pero, dada la fragilidad rival, con enormes posibilidades de prosperar: los errores del Tenerife, tan ruidosos como frecuentes, pon¨ªan al Madrid a las puertas del gol. Bastaba un p¨¦simo control, un mal pase, un quitarse la pelota de encima... el Tenerife siempre encontr¨® un buen motivo para entregarle al contrario una ocasi¨®n.
Agarrarse a Seedorf
Con Ra¨²l en fase plana y Savio casi siempre en el suelo, al Madrid no le qued¨® otra que agarrarse a Seedorf, que fue el mejor de los suyos en esa fase en la que el duelo estuvo aparentemente indefinido. Perdi¨® alguna pelota peligrosa con las que el Tenerife acert¨® a organizar alguna contra peligrosa, pero fue el que m¨¢s y mejor arriesg¨®, tal vez el ¨²nico. Un recorte por aqu¨ª, un desborde por el otro lado; un tiro, un pase interior... Hasta que apareci¨® Morientes por su zona de siempre para resolver como lo hacen los mejores, el Madrid vivi¨® de Seedorf, que puso a temblar el Heliodoro.
Pero el que inclin¨® la balanza no fue el holand¨¦s sino Morientes. Primero, a los 23 minutos, apa?¨¢ndoselas para asomarse libre de marca dentro del ¨¢rea y empujar dentro una rosca deliciosa de Jarni; luego, ocho minutos despu¨¦s, para rubricar con un zurdazo extraordinario, tras otro desmarque exquisito, una jugada magn¨ªfica de Seedorf. Los dos goles tuvieron su resaca, su prolongaci¨®n, su ap¨¦ndice. El Madrid contest¨® a cada uno con da?inos segundos de distracci¨®n, con invitaciones al Tenerife para que se levantara. Pero entre Roberto Carlos, el palo e Illgner, se las ingeniaron para que los respectivos remates de Makaay, Juanele y otra vez Makaay no hirieran un marcador que se les hab¨ªa puesto muy favorable.
El partido acumul¨® m¨¢s goles, pero en realidad qued¨® cerrado desde el 0-2. El Madrid se manej¨® con comodidad, due?o absoluto de la situaci¨®n, tal vez con un punto innecesario y nocivo de relajaci¨®n. Es posible que lo hubiera pasado peor de no mediar la contestaci¨®n tan inmediata de Sanchis -para contribuir a dormir la velada y proteger el resultado, Toshack lo sac¨® en la segunda mitad para compartir centro del campo con Redondo- al gol de Pier -lance que dej¨® nuevamente en mal lugar a Iv¨¢n Campo-, pero del 1-2 pas¨® al 1-3 en cuesti¨®n de segundos. Y ni al Madrid le dio tiempo a asustarse ni al Tenerife de crecerse.
Ni siquiera al final, tras el ajustado zapatazo de Alexis -otro gol de falta en contra del Madrid-, la reuni¨®n dio la sensaci¨®n de abrirse. El Tenerife apret¨®, se vaci¨® en busca del empate, pero nunca se sinti¨® cerca de la remontada. Nunca se insinu¨® capaz de poder agarrarse al pasado reciente y te?ir de ¨¦pica y locura los minutos finales de sus enfrentamientos con el Madrid. Definitivamente aquellos duelos son historia. La leyenda se muere. El Madrid, a medio gas, se desquit¨® de todas las afrentas: ayer dio un empujoncito m¨¢s al Tenerife, quiz¨¢s el definitivo, hacia el descenso.
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